viernes, 10 de agosto de 2012

No las distinguimos, si nos equivocamos; disimulamos.

Abrió la puerta y pasó delante de mí, sonriente. Había tenido que agarrarme de la cintura para que no saliera corriendo, presa del pánico, lo cual había sido un detalle.
Porque aquella no era una casa cualquiera.
Era su casa.
Y había considerado que yo era lo suficientemente importante como para meterme en ella. Nunca lo había hecho antes con un par de novias que tuvo, me contó Harry, haciendo que me pusiera histérica en ese momento.
Tiró las llaves en el platito del hall, procurando hacer todo el ruido posible, como diciendo "ya estoy aquí".
-¿Hola?-llamó, sonriendo. En una parte de una casa se oía una tele-. ¿Gente? Hemos llegado.
Pasos. Pasos pequeños, pero apresurados. Louis dejó caer la bolsa al suelo y dio un par de pasos justo antes de agacharse a recoger a sus dos hermanas pequeñas.
A las gemelas.
Daisy y Phoebe.
Y he de dedir que sí que eran idénticas.
-¡Louis! ¡Louis!-gritaban ellas, histéricas. Lou sonrió, las levantó en el aire, abrazándolas y apretándolas contra su pecho y les dio muchísimos besos en las mejillas y la frente.
-¿Cómo estáis, pequeñas?
-¡Has vuelto! ¡Has vuelto!-celebraba una, alzando las manos al aire como si acabara de ganar un trofeo. Solo que el trofeo era su hermano.
-¡Te hemos echado muchísimo de menos!
Louis las balanceó en el aire, y ellas se rieron a carcajadas. Me bastó con ver la cara de él para ver lo feliz que era de tener a sus hermanitas entre sus brazos, por fin con él.
Esperé pacientemente a que las dejara en el suelo. Una vez lo hizo, se agachó para dejar sus ojos a la altura de los de ellas, y les susurró:
-Quiero presentaros a alguien.
Las niñas por fin se percataron de mi persencia. Me observaron con curiosidad, yo les sonreí y ellas me sonrieron.
-Ella es Eri, pequeñas-se giró hacia mí, me guiñó un ojo y las presentó-. Y estas son Daisy-señaló a la que estaba más a la izquierda- y Phoebe-le tocó el brazo a la que tenía más cerca. Las niñas se echaron a reír.
-¡Soy Phoebe!
-¡Soy Daisy!
Al final sí que iba a ser verdad que no las distinguía.
-Lo sé, pequeñas-les alborotó el pelo y ellas se rieron con más fuerza. Miraron a Louis, como pidiéndole permiso, y luego se acercaron a mí. Me cogieron las manos y me las sacudieron.
-Encantada-musitaron a la vez. Sonreí.
-Igualmente, chicas-me agaché y les di un beso, ya que ellas no dejaban de tocarse la mejilla, esperándolo. Una de las dos (ya ni siquiera sabía cuál era) se sonrojó.
-¿Por qué te ha traído Boo?-inquirió una. La otra asintió con la cabeza, Louis se incorporó, las cogió de las manos y las obligó a mirarlo. Volvió a agacharse.
-Porque es mi novia, y quería que la conociérais.
Las chicas me miraron sin entender.
-¿Novia?
Louis y yo asentimos al unísono.
-Tú no puedes tener novia-espetó una. ¿Daisy?
-¿Por qué, Phoebe?
Vale, pues Phoebe.
-¡Porque cuando un chico tiene novia, se va de casa!-puso los ojos como platos y se giró a mirarme-. ¿Ahora vive contigo?
-No, chicas, no vivo con ella. Digamos que está de visita en la casa de Londres. La de los chicos. ¿Recordáis a los chicos?-ellas asintieron, torpemente. Louis les dedicó una sonrisa que hizo que me derritiera por dentro-. Los chicos tienen ganas de volver a veros, pequeñas. A ver si algún día venís de visita. O si queréis quedaros, y sabéis que yo encantado.
Las niñas sonrieron, sus ojos azules (azul Tomlinson, como terminaría catalogándolo) chispearon de felicidad.
-¿Y Fizzy?-preguntó Louis, volviendo a levantarse y acariciándome la cintura, pero sin dejar de mirar a las pequeñas.
-Estaba en su habitación, haciendo no sé qué.
Pero no hizo falta que Louis la llamara, la muchacha apareció por las escaleras, las bajó a todo correr y corrió a abrazar a su hermano.
-¡Lou!
No pude evitar fijarme en que lo dijo exactamente de la misma manera en que Louis celebraba a Harry cuando llevaban tiempo sin verse, en plan de ¡Harreeeeeeeeeeeeeh!
Lo que en su acento británico se traduciría como Hariiiiiiiiiii!
Felicité le dio un beso a su hermano antes de separarse de él, acariciarse el pelo y notar mi presencia. Alzó las cejas, sorprendida, miró a Louis, y luego sus ojos regresaron a mí.
-¿Tú no eres la que actuó en los Juegos, la que cantó una canción de JLo con Zayn?
Asentí.
Su cara se iluminó.
-¿Me firmarías un autógrafo?
Me eché a reír.
-¡Claro! Por cierto, soy Eri.
-Fizzy-me tendió la mano y yo se la estreché.
-Felicité-se burló Louis, haciendo que su hermana se girara y le sacara la lengua-. Eri es española.
-¿De veras? ¿Me ayudarías con mis deberes de español del verano?
-Claro, mujer-sonreí, recordando que me había pasado lo mismo cuando fui a Canterbury. Uno de los hijos de mi "casera" se había puesto a revolver en su mochila mientras mi amiga y yo cenábamos, gritó: ¡YEAH, I'VE GOT SPANISH HOMEWORK!  y todos en la casa nos echamos a reír ante el gesto de felicidad absoluta del chaval.
-Os he traído algo-dijo Louis, cogiendo la bolsa y siguiendo a sus hermanas al salón. Sonrió cuando vio que estaban viendo iCarly.
Fizzy se giró en redondo para estudiar a su hermano con la mirada.
-¿Te has acordado?-preguntó, aunque fui casi más un grito de júbilo. Louis asintió.
Abrió la bolsa y sacó una sudadera negra con el logo de la banda, el 1D rojo, y por la parte de detrás, escrito un gigante Vas Happenin.
Fizzy chilló al verlo, sonrió, se quitó la chaqueta que llevaba y se pasó la sudadera por la cabeza. Le quedaba enorme, pero no pareció importarle. Corrió lo más rápidamente posible en busca de un espejo para admirar su nueva adquisición.
-¿Y nosotras?-preguntó una de las gemelas. ¿Phoebe?
-Espera, Phoebe, lo estoy buscando-contestó mi novio, revolviendo en la bolsa. ¡Bien! Había acertado.
Sacó un par de pulseras idénticas y se las dio a las niñas. Las cogieron con curiosidad y leyeron la pequeña frase que tenían escritas.
-I
-Can't
-Love
-You
-More
-Than
-This.
No puedo quererte más. Acaricié la mano de Louis, me miró y sonrió. Las pequeñas se subieron al sofá con su hermano y se sentaron en su regazo. Le abrazaron.
-¿Qué se dice, niñas?
-¡Gracias!-bramaron al unísono. Louis se dio un par de golpecitos en las mejillas con el índice, subiendo y bajando las cejas con gesto interesante, y sus hermanas volvieron a reírse. Después, le dieron cada una un beso.
-¿Nos las ponéis?-una se dirigió hacia mí, con el brazo extendido. Me incliné para ponerle la pulsera, que le quedaba un poco grande. Ella me apretó la mano en señal de agradecimiento y me hizo sitio para que me sentara. Aunque no me dejó sentarme al lado de su hermano; decidió quedarse en medio.
-¿Y mamá, papá y Lottie?
La verdad era que tenía ganas de ver a Lottie. Me había parecido una tía genial cuando la conocí, clavada a su hermano solo que me dio la impresión de ser más responsable. Me asombré al descubrir que la echaba un poco de menos, que tenía ganas de saber más cosas sobre ella, y me pregunté si ella sentiría lo mismo por mí.
Louis le acariciaba la cabeza a Daisy, que no le quitaba el ojo a la tele.
-¿A dónde se fue Lottie, Phoebe?-le preguntó a su hermana.
Phoebe se encogió de hombros.
-Creo que se ha ido a comprar la cena con mamá-comentó Fizzi, volviendo al salón y sentándose en un puff gigante de color caramelo. Estudié la habitación: los sofás crema en los que estábamos sentados, los dos puff entre los dos sofás, un sillón marrón al lado de la ventana, supuse que para leer, la típica mesa que nunca faltaba en las salas de estar con revistas (¡Oh, Teen Vogue!), mandos y esas cosas, la gran televisión asentada en un mueble con espacio para las consolas que estaban bajo ella, la estantería plagada de libros que se enfrentaba a la televisión desde la otra punta de la habitación, y la mesa de cristal con un jarrón de flores azules, rosa y púrpura sobre ella.
Louis sentó a Phoebe sobre ella y se acercó un poco más a mí. Nuestras rodillas chocaron, y nadie se dio cuenta de la forma en la que nos miramos.
Había una mezcla de deseo y pasión en ella que hubiera explotado de no ser porque estábamos acompañados de sus hermanas pequeñas.
Le acaricié la pierna mientras las chicas observaban con estupefacción a Spencer, el hermano de Carly, ponerse una especie de casco de yeso en la cabeza. Ese tío era muy raro.
Me pasó un brazo por los hombros, me pegó a él y apoyó mi cabeza en su pecho. Me besó la cabeza silenciosamente, pude notar sus labios en la raíz de mi pelo, y me estremecí. Me encantaba cuando hacía eso.
Como si de un acuerdo antes hablado se tratara, no nos besamos ni una sola vez delante de sus hermanitas. Tal vez a él le diera apuro, porque las crías se pondrían a preguntar o a protestar por qué hacíamos aquello, ya que les resultaría asqueroso.
Una parte de mí estaba convencida de que Louis se negaba a besarme porque sabía, por cómo nos habíamos mirado cuando nuestras rodillas se tocaron, que no podríamos parar.
No querríamos parar.
Aguantamos con paciencia mientras el sol se movía en las ventanas del salón, mientras las niñas cambiaban de canal. Cuando empezaban a pelearse por el mando, Louis, como el hermano mayor y jefe momentáneo de la casa, lo cogía y ponía el canal que a él le daba la gana. Hasta que Fizzy protestaba, las gemelas se lanzaban sobre él y yo le hacía cosquillas para que soltara el mando de la televisión.
Oímos la cerradura de la puerta de la casa abrirse, y un eco de voces femeninas entrar. Las gemelas se levantaron y corrieron a la puerta, mientras Fizzy se encogía en su asiento, se movía hacia el sitio libre que sus hermanas habían dejado y cruzaba las piernas. Observó sus uñas, nerviosa, y comenzó a mordérselas.
-¿Ya ha llegado vuestro hermano?-le preguntó una mujer a las niñas. Daisy y Phoebe asintieron al unísono.
La primera en entrar fue Charlotte, que escudriñó la tele con desaprobación. Nos miró, Louis le sacó la lengua y yo me encogí de hombros.
Lottie me sonrió.
Era de las mías.
De las que considerábamos que Bob Esponja era solo para los críos, no para las adolescentes. Ni los adultos. Porque Louis entraba ya en la categoría de adulto, ¿no? Daba lo mismo que se comportara como un crío a veces, en el fondo era un hombre hecho y derecho, ¿verdad?
Se sentó en el puff que antes había ocupado Felicité y cambió de canal. Ninguno protestó. Terminó poniendo la Mtv, donde una chica embarazada no paraba de llorar.
Louis puso los ojos en blanco.
-Quita eso ya, Lottie.
Charlote le dirigió una mirada envenenada.
-Ahora van a empezar con Mtv Punk'd.
-Quita eso mientras tanto.
-A mí las tías esas me ponen histérica-protestó Fizzy.
-Pues ya sabes, a conservar el honor de la familia Tomlinson hasta que te cases-se cachondeó Louis, Lottie sonrió y su otra hermana le dio un codazo.
-¡Vas dado!
Entonces apareció la madre de Louis. Joder. Era la versión femenina y mayor de él. Los mismos ojos, la misma boca, el mismo color de pelo.
-¡LOUIS!-bramó, se abalanzó sobre su hijo y lo cubrió de besos. Louis sonrió y se los devolvió todos y cada uno, se levantó del sofá y abrazó a su madre.
-¡Mamá!
-¡Oh, mi amor, cuánto tiempo! ¡No puedes hacerme esto más, eh! ¡TE LO PROHÍBO!-dijo, estrechándolo con fuerza contra ella. Se separó, le acarició los brazos y lo miró a los ojos-. Cuánto has crecido, corazón.
Louis se echó a reír. Luego me miró a mí, como recordando que estaba allí, carraspeó y me tomó de la cintura.
-Mamá, esta es Eri. Ella es Jay, mi madre, ya sabes-me sonrió.
La señora Tomlinson me dio un beso en la mejilla, sorprendiéndome. Ella sonrió y se encogió de hombros ante mi estupefacción.
-Mi hijo me dijo que eras española, y tengo mucho tiempo libre en el hospital, así que investigué un poco-se explicó. Me eché a reír-. Bienvenida a mi casa, querida.
-Gracias, señora Tomlinson.
-Llámame Jay, por favor-se rió. Entonces volvió a mirar a su hijo-. ¿Cuánto hace que habéis llegado?
-Un episodio de iCarly, dos de Zoey 101 y medio de Bob Esponja.
Jay alzó una ceja.
-Fascintante, Louis. Ahora, si me lo traduces...
-No sé, mamá, ¿qué?-se rascó la nuca y me miró-.¿Dos horas?
-Por ahí-asentí, paseando mi mirada de uno a otro.
Jay asintió con la cabeza, escudriñó las bolsas de la  compra, se frotó las manos y se encaminó hacia ellas. Louis se sentó lentamente en el sofá, procurando hacer ruido y pasar desapercibido.
-Ayúdame con las bolsas, Louis, por favor.
Hizo un mueca.
-Voy-se levantó del sofá, se subió los pantalones un poco (lo justo para que no se le vieran los bóxers, aunque no sé si lo hizo para provocarme) y fue a ayudar a su madre.
Su móvil dio dos toques y se calló. Zayn ya estaba en casa. Me sorprendió que hubiera tardado tanto en llamar. Seguro que se le había olvidado que debía hacerlo.

Cuando el olor a pollo asado con zanahorias (todas nos habíamos reído muchísimo cuando la señora Tom... Jay nos dijo qué íbamos a cenar y mencionó tan querido tubérculo), guisantes y champiñones, la puerta de la calle volvió a abrirse. Yo estaba leyendo en el sillón del rincón, las chicas estaban sentadas apoyadas unas en las otras observando la tele, y Louis estaba tumbado en el sofá más cercano a mí observando cómo leía.
El padre de Louis se acercó a él por detrás y le tiró el maletín encima.
-Levántate de mi sofá si quieres llegar a viejo, chaval-le amenazó entre risas. Louis sonrió, se sacudió el maletín de encima y se levantó.
-Yo también me alegro un montón de verte, papá. Oh, sí. Vivo, quiero decir. Porque si te hubieras muerto, el gobierno no me estaba pasando pensión alguna.
-Eres demasiado mayor para que te den nada porque no esté yo-se rió él, dándole un abrazo-. ¿Qué tal todo?-se separó y le tocó los hombros-.Cómo has...
-Crecido, lo sé, también me lo ha dicho mamá-se rió. Su padre le revolvió el pelo y él le dedicó una mirada de fastidio.
-¿Y esta señorita?-preguntó, acercándose a mí y besándome la mano-. Encantado, milady. Mark Tomlinson, para servirla.
-Mucho gusto, señor Tomlinson, yo soy Eri-sonreí, un poco azorada. El señor Tomlinson se rió, me dio un abrazo y luego miró a su hijo.
-Te las buscas educadas, ¿eh, Louis?
-Eso siempre.
-Llámame Mark, querida.
-Está bien-asentí.
-Bueno, ¿qué tal la vida en Londres, chaval? ¿Has preservado el honor de las mujeres?
Louis se echó a reír, marcándose un farol. El mujeriego del grupo no era él, precisamente. Y dudaba que hubiera estado con ninguna chica después de conocernos. Los demás (o él) nos lo habrían dicho.
De eso hacía ya casi tres meses.
Un chaval de veinte años más tres meses sin darse una alegría...
Oh, dios, pobre Louis...
Eso me provocó más ganas de hacerlo con él.
Cuanto antes mejor.
-Nunca-replicó su hijo, hinchado de orgullo. Mark se rió y le palmeó la espalda.
-Bien, bien. ¿Y el honor de tus hermanas?
-Ese siempre.
-Efectivamente. Voy a ver a tu madre, ¿de acuerdo?
Todos en la sala asentimos. Mark se quitó la americana, la colocó en una silla junto con su maletín y salió de la habitación.
La cena fue muy bien; no me esperaba que fuera tan amena. En realidad, pensaba que iba a estar histérica, pero la verdad es que me encontré muy relajada. La familia de Lou era genial, procuraban que estuviera cómoda, hacían bromas y se reían.
Me había puesto muy nerviosa cuando Jay se empeñó en echarme más y más pollo, porque, a ver, ¿qué iba a hacer yo con tantísimo pollo, tantísima comida en general? Pero Louis encontró una solución rapidísima: cada vez que nadie miraba, cogía comida de mi plato directamente. Me miraba y me guiñaba un ojo, contento de poder aydarme. Y yo le acariciaba la pierna en señal de agradecimiento.
Daisy y Phoebe parecían muy interesadas en que su hermano tuviera novia.
-¿Y cómo empezásteis a salir?
-Vuestro hermano me lo pidió-les expliqué. Louis me miró, escandalizado.
-Mentirosa.
-¿Acaso es mentira?
-Me lo pediste tú a mí.
-¡Mentiroso!
-Vale, nadie se lo pidió a nadie. Empezamos, y punto.
-¿Cómo?-Daisy/Phoebe parecía muy interesada, tanto, que incluso se inclinó hacia nosotros sobre su plato. Fizzy se rió por lo bajo, y se quitó un hilo suelto de su sudadera nueva.
-Con un beso-musitó Louis, sin mirarla.
-¿Cómo fue el beso? ¿Así?-la otra le dio un beso en la mejilla a su hermana, y las dos se rieron. Louis negó con la cabeza.
-No, pequeñas. Fue en los labios.
-¡¿Como los de mamá y papá?!-ahora estaban escandalizadas. Su hermano asintió.
-Pero si esos solo se los dan mamá y papá-protestó una, jugueteando con la lechuga.
-Se lo da toda la gente que está enamorada, Phoebe.
Phoebe miró a su madre como si tuviera tres cabezas.
-¿Y cómo se sabe eso?
Jay iba a contestar cuando su hijo la interrumpió.
-Que te lo cuente Eri.
Miré a Louis con ojos como platos.
-Da gracias que estamos en compañía y que no te puedo clavar el tenedor-espeté.Todos en la mesa nos reímos.
Pero las gemelas no olvidarían que les debía una explicación.
-¿Cómo se sabe?
Tragué saliva y jugueteé con una patata frita que se negaba a ser pinchada por mi tenedor. Levanté lentamente la vista para mirar a las niñas, que ahora me dedicaban toda su atención.
-Sientes...cosas-sabía que no lo iban a dejar ahí, no podían dejarlo ahí, nadie lo dejaría ahí, pero yo suplicaba a los cielos que así fuera.
-¿Qué cosas?-había olvidado que si yo pasaba de Dios, si no creía en él, no podría ayudarme. Y pasaría de mí.
Karma, por favor, siempre he estado a tu lado...
Pero el karma seguía silencioso e impasible, como siempre.
-Sientes...cuando lo miras-miré a Louis, que me sonreía, infundiéndome ánimos. Volví a tragar saliva, respiré hondo y volví a intentarlo-. Cuando lo miras, es como si no te importara nada más. Como... si solo quisieras jugar con esa persona. Quieres que él (o ella, hablando de los chicos)-ya introduciríamos al colectivo homosexual otro día- esté contigo siempre, y entonces, si estáis juntos... No os podrá pasar nada malo. Te sientes completa y feliz cuando él está cerca, no necesitas otra cosa que no sea él-todo el mundo me dedicaba toda su atención, incluso se me pasó por la cabeza que me estuvieran sometiendo a una especie de prueba, pero la mirada feliz de Lou mientras hablaba, mirándolo solo a él, me hizo desechar la idea-. Cuando te toca... te llegar descargas eléctricas. Pero son buenas. Cuando os miráis el mundo desaparece. Cuando os besáis no importa nada más. Y cuando estás entre sus brazos no hay nada, absolutamente nada que pueda hacerte daño.
Daisy estiró la mano hacia su vaso y examinó el agua que había dentro, haciendo que se moviera y creara pequeñas olas. Phoebe seguía mirándonos a su hermano y a mí.
-¿Cuando estás con Lou... sientes eso?
Asentí lentamente. Louis y yo estábamos solos en aquella mesa llena de gente. Nuestras manos estaban unidas por debajo de ella.
Nuestros corazones latían a la vez en ese momento.
-¿Y tú, Lou?
-Eso y mucho más-coincidió él, rompiendo el contacto visual pero acariciándome la mano más dulcemente, como si le doliera tener que mirar a su hermanita.
Las canciones. La pulsera. Las caricias, los besos, los libros, las miradas, los consuelos, los abrazos, los viajes, los te quieros.
Me di cuenta de que no había sido justa con las chicas. No había contado todo lo que sentía, ni siquiera la millonésima parte.
No le había hecho justicia a lo que sentía por Louis. Pero él sí.
Siempre estaré contigo.
Jugueteé un rato más con la patata hasta que finalmente la pinché con crueldad con el tenedor. Jay y Mark me miraban, satisfechos de que fuera yo la que había elegido su hijo, Lottie sonreía, seguramente pensando en el novio que esa noche no estaba acompañándola, Fizzy estaba roja como un tomate, recordando a ese amor de la escuela desconocido en su casa, y las gemelas nos estudiaban a mi novio y a mí, tratando de averiguar lo que les esperaba en un futuro.
-Besáos-susurró Phoebe. Louis se quedó a cuadros mirando a su hermana.
-¿Qué?
-Sí, besáos-asintió Daisy, apoyando a su gemela. Su padre las reprendió, se callaron, pero siguieron observándonos de la misma manera.
La mano de Louis apretó la mía por debajo de la mesa.
-¿Quieres...?
Me encogí de hombros, pero musité un:
-Sí... ¿y tú?
No me contestó. No hizo falta. Se inclinó sobre mí lentamente y colocó sus labios sobre los míos con suavidad.
Las canciones la pulsera lascariciasloslibroslasmiradaslosconsueloslosabrazoslosviajeslostequieros. Los besos. Todo.
Me acarició suavemente la nuca mientras nuestras bocas se unían ante la atenta mirada de las gemelas, las miradas felices y nostálgicas de las otras hermanas, y las miradas satisfactorias de los padres de él.
Nos separamos y nos miramos a los ojos.
-Te quiero-musitó en voz tan baja que solo lo oí yo.
Y volví a besarlo.

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