viernes, 2 de agosto de 2013

Si esto es un sueño, no me abras los ojos.

Apoyé la mano sobre la de Louis; nuestros cuerpos iban perdiendo poco a poco el calor, que el suelo y las paredes de azulejos del baño se encargaban de absorber sin piedad.
-Siento que todo haya tenido que ser así, Lou.
Se encogió de hombros.
-No importa-me miró-. De verdad. Ya ha pasado todo.
-He echado de menos que me digas cosas así, la verdad-sonreí, y él me devolvió la sonrisa, un poco más animado que antes, pero no lo suficiente para que yo no me preocupara.
-Te las seguiré diciendo... si tú me dejas-susurró. Me incliné hacia él y lo besé despacio, exactamente igual que la primera vez, hacía tanto tiempo (casi un año ya, el tiempo volaba, de verdad volaba), junto al río del pueblo de mis abuelos. Le acaricié la mejilla, él hizo lo posible por prolongar el beso, y se relamió cuando nos separamos.
-¿Puedo ver a los chicos?
Asintió con la cabeza, distraído.
-¿Quieres ir ahora?
Me puse de rodillas, asintiendo a la velocidad del rayo. Me levanté y le tendí la mano, él hizo un gesto con la cabeza, levantó la mano para rechazar mi ayuda.
-Vete cambiándote; yo voy ahora. Necesito estar solo.
-Ya estoy cambiada, Louis.
Me miró de arriba a abajo por primera vez desde que su ex (¿ya podíamos considerarla su ex?) se marchó. Suspiró, murmuró entre dientes un "vale" y se levantó.
-¿Quieres que te deje solo?
-¡No!-espetó, como si la sola idea de que se me ocurriera eso mereciera ya que me cruzara la cara. Sonreí, me puse de puntillas y volví a besarlo. Me pasó los brazos por la cintura.
-Te quiero-dije en su boca.
-Y yo a ti, pequeña-me acarició la nuca y me besó la frente. Cerré los ojos, disfrutando de ese contacto-. ¿Qué hay del tal Max?
-Os lo contaré a todos cuando estemos en casa. No quiero contarlo dos veces, y los chicos merecen saberlo tanto como tú.
Puso los ojos en blanco.
-Odio esperar.
-Pues te jodes-repliqué, alzando los hombros y echando a correr por el pasillo. Me siguió, no corriendo, pero terminó yendo detrás de mí.
Me metí en el coche, y él se inclinó hacia la puerta.
-Tengo que ir a por las cosas-murmuró. Tragué saliva.
-No te vayas, ¿vale?
-¿Cómo quieres que me vaya? Estás metida en el coche. No puedo irme sin que me veas.
-Eh, ¿puedes coger el Lamborghini, quizás?-sacudí la cabeza, la comisura del labio y mi ceja izquierda se levantaron. Abrió la boca.
-No me acordaba ya del otro coche.
-Ya veo lo que te gustó. Menos mal que te gustaban las tías que conducían Lamborghinis.
Entrecerró los ojos.
-Eri.
-¿Qué?
-No sabes conducir.
-Nadie es perfecto-me burlé, encogiéndome de hombros de nuevo. ¿Cuántas veces llevaba encogiéndome de hombros? Louis me hacía encogerme de hombros mucho, cada dos por tres. Perro. Tiré del cuello de su camiseta y lo besé apasionadamente, dejándolo sin aliento-: Ya te estoy echando de menos, Tommo.
-Imagínate lo que tuvieron que ser tres meses para mí, entonces.
Negué con la cabeza, le saqué la lengua y esperé a que volviera con la radio puesta. Me encantaba la nueva canción de Jessie J, Wild. Era... simplemente genial.
Louis se me quedó mirando mientras yo la cantaba, ajena al mundo. Llevaba mucho tiempo sin cantar con la radio, sin ningún público, pero era cuando estaba sola cuando realmente sentía lo que decía, cuando notaba que la música fluía a través de mi boca, porque necesitaba un instrumento que la hiciera nacer.
-IF THIS IS A DREAM DON'T OPEN MY EYES, AM I ASLEEP? NO, I'M ALIVE!-bramé, Louis puso los ojos en blanco.
-¿Jessie J?
-Acaba se sacar la canción. Creo que es de... hace dos días-asentí con la cabeza, echando cuentas con los dedos.
-Ya, ¿sabes que yo la conocí?
-¿Sabes que yo también?-le hice un corte de manga, alcé la ceja y asentí con la cabeza. No me sabía el rap de Big Sean, pero poco importaba, con moverme como una rapera y poner caras de rapera, el silencio no parecía tan raro.
-¿Por qué eres tan chula?
-¿Y tú por qué eres tan creído, Louis?-repliqué, echándome a reír y apoyándome contra la ventana. Me miró de arriba abajo, se mordió el labio, sonrió y negó con la cabeza-. ¿Qué?-pregunté, abriendo los ojos, intentando adivinar qué se le había pasado por la cabeza.
Me encantaba que pudiera hacer eso; me encantaba que fuera igual que un estanque: podía ver a través de él, llegar hasta el fondo, si él me dejaba. Pero bastaba con que alguien tirara una piedra y rompiera la calma de la superficie para que Louis adoptara una máscara indescifrable. Podías saber qué había en el fondo, podías intuirlo, pero si él no quería mostrártelo, no tendrías más que una ligerísima idea.
Se llamaba talento interpretativo. Era un don, y él lo tenía. Podría haber sido actor si se lo propusiera (lo había sido, en realidad, si contábamos las pequeñas escenas en las películas en las que había participado), pero su voz... no podría haberse perdido.
Y, francamente, en Disney Channel no explotaban bien a sus artistas. Aquellas series en las que tenían que hacer estupideces les hacían parecer críos sin talento, cuando en realidad era más bien todo lo contrario.
-¿En qué estás pensando, Louis?-pregunté, inclinándome hacia él y mirándolo con curiosidad. Negó con la cabeza, sacudió un dedo.
-Estoy conduciendo.
-Dímelo.
-¿Seguro?
-Sí.
-¿No te ofenderás?
-Noooooooo-balé igual que una oveja.
Sonrió.
-Según te pusiste en esa postura...
-¿Sí...?
-Te follaría hasta dejarte seca.
Empecé a arder. Literalmente.
-¿En serio?
-En serio.
-¿Y por qué no lo haces?-repliqué, acercándome a él y mordisqueándole el cuello. Se echó hacia un lado, tratando de huir de mí, pero sin quererlo demasiado.
-¿Porque estoy conduciendo, tal vez?-aventuró.
-Tendremos que añadirlo a la lista de lugares donde echar un polvo-susurré, divertida.
-No tienes huevos.
-¿Que no qué? Verás cuando lleguemos a casa-levanté la mano con la palma vuelta hacia él, dándole a entender que tenía que esperar-. De todas formas, es un poco decepcionante que no quieras hacerme el caso que me merezco ahora.
Me estaba comportando como una verdadera zorra, sí, pero... no era culpa mía. Que me dijera cosas así me encendía. Que estuviera respirando en ese preciso momento me encendía.
-Hasta ahora, los chicos y yo creíamos que estabas muerta. Y, nena, no me gustaría que estuviéramos en lo cierto.
Me callé y miré hacia delante, pensativa. Me mordisqueé la uña del dedo índice, cavilando. Tenía sentido.
-¿Estás bien?-preguntó él, inclinándose hacia delante y mirándome. Asentí.
-Sí, es que... es bueno volver.
-Y tanto que lo es-consintió, asintiendo con la cabeza y tomando una salida para ir a casa más rápido. Me pidió que le sacara el teléfono del bolsillo y les mandara un mensaje a los chicos, preguntándoles si se habían ido ya o no. Liam contestó que iba a irse, pero Alba lo llamó y le preguntó si podrían quedarse en Londres ese fin de semana, antes de que empezara los exámenes finales.
Los mismos exámenes que yo debería estar haciendo también.
Tragué saliva, pensando en cómo había cambiado mi vida en aquellos dos meses. No había visto a Louis, algo que parecía imposible de concebir, no había ido a clase, algo que ya era más fácil de ver, pero aun así sería muy complicado de entender, y... me había hecho cuatrocientos agujeros distintos en la misma oreja, lo cual era algo, como mínimo... inesperado.
No podía encontrar la palabra adecuada para aquello. Por suerte, aún estaba a tiempo de cerrarme los agujeros. Así que me llevé al mano a la oreja y, bajo la atenta mirada de Louis, empecé a recoger una por una las pequeñas cruces y demás que me habían taladrado el cartílago.
-Fizzy quería hacerse lo mismo.
-¿Y se los ha hecho?-pregunté, sintiendo un pellizco de nostalgia en mi corazón. Apenas había pensado en mis cuñadas, a pesar de que las consideraba parte de mi círculo de amigos más fiel. Las echaba de menos; tenía ganas de irme de compras de nuevo con Lottie y Fizzy, o de entrar en casa de Louis en Doncaster y que las gemelas empezaran a gritar mi nombre y me dijeran que me habían echado mucho de menos.
Louis negó con la cabeza.
-Mamá le dijo que no quería que ninguno de sus hijos (y especificó hijos, como queriendo decir que puede consentir que yo me crea un lienzo, pero no un queso suizo) se convirtiera en un colador-se encogió de hombros. Sonreí, mirando la palma de la mano, llena de pendientes.
-Es una lástima-murmuré, encogiéndome de hombros y cerrando la palma de la mano-, le quedarían bien.
-A ver, Eri: es mi hermana. Lleva mi sangre. Todo lo que se ponga tiene que quedarle bien-razonó-. No tan bien como a mí, eso desde luego, porque no ha nacido persona a la que le quede tan bien nada como me queda a mí la ropa, pero... ya me entiendes, ¿no?
Asentí con la cabeza.
-Eres muy lista.
-A pesar de que repetiré curso-suspiré. Sonrió.
-Mira, así ya no puedes decir que yo soy subnormal por haber repetido, porque entonces yo te lo podré llamar a ti-se burló, esbozando una sonrisa tierna como el algodón de azúcar.
-Es diferente. Yo he faltado a clase un trimestre entero, y tú...
-¡Eh! ¡Que estuviera en clase no significa que estuviera concentrado! Simplemente no me daba la gana llevarme el cerebro, y no lo hacía-comentó, encogiéndose de hombros y pestañeando lentamente, fingiendo aburrimiento.
-¿En serio?-protesté, haciendo una mueca-. No me lo digas: te sacabas el cerebro cada mañana, lo metías en un tarro de pepinillos en vinagre y luego el tarro iba al congelador.
-¿Cómo lo sabes?
-Porque así has quedado de gilipollas, Lou, por eso-repliqué, quitándome el cinturón y besándole la mejilla, que se había hinchado por su sonrisa.
-No sabes cómo echaba de menos tus insultos-ironizó. Alcé las manos.
-Soy así, chaval. Tómame o déjame.
-Nunca serás perfecta, pero créeme, merecerás la pena-musitó. Lo miré frunciendo el ceño. Se giró un segundo, la sonrisa se había vuelto pícara-. Di que estoy maldita, o que estoy bendita, si no puedes manejar lo peor de mí...
-... no te vas a quedar lo peor-terminé yo por él-. ¡Louis! ¡¿Te has aprendido la canción?!
-Es bonita.
-No pensé que...
-Oye, nena. He estado pensando, ¿sabes? Y creo que una parte de mí sí que se daba cuenta de que Anastasia eras tú porque... bueno... no dejaste de mirarme mientras cantabas eso, como suplicándome que me diera cuenta y te sacara de todo el lío en el que te habías metido tú sola.
Le acaricié la mano, aprovechando que la colocó en la palanca del cambio de marchas para meter la segunda.
-Eres amor-repliqué. Sonrió.
-¿Tú crees?
-No lo creo. Estoy segura. Podría hacer una tesis doctoral para un máster en bioquímica hablando de lo amoroso que puedes llegar a ser, Louis. En serio.
-Interesante-replicó, luchando por controlar la risa.
-Estoy de coña. Puedes reírte, si quieres.
-Gracias-replicó, estallando en carcajadas. Me acomodé en el asiento, disfrutando del sonido de su risa, de la forma en que se tapaba la boca al reír, cómo intentaba esconder algo que era precioso, perfecto. Cuando se calmó, me miró un segundo, ignorando los semáforos (que, por otra parte, se habían puesto en rojo)-. Estás mal de la cabeza. ¿Sabes lo mucho que he echado de menos estar con alguien que esté tan mal como yo?
-¡Un respeto! Yo estoy mal, tú estás enfermo. No es lo mismo-sacudí la cabeza, mi pelo voló a mi alrededor como una especie de halo sonrosado que quería volar como las aspas de un helicóptero. Se inclinó y me besó en la boca.
Cuando volvió a su sitio, yo me incliné hacia atrás, enganché su enorme mochila de Vans y metí los pendientes en un bolso. Miré la marca.
-¿Qué te ha dado ahora por las Vans?
-Me pagan por hacerles publicidad-se encogió de hombros.
-¿De verdad? ¡Qué guay! ¿Crees que podría pasarme a mí lo mismo con Converse? Sé que no estoy en ninguna banda de éxito, ni tampoco tengo un disco publicado, pero tengo mi amoroso millón de seguidores en Twitter, mi tick de "cuenta verificada", y tampoco les pediría...
-Eri...
-... dinero, ya sabes, yo sólo quiero Converse más baratas, gratis tal vez sea mucho pedir...
-Eri.
-¿Qué?
-Te estoy vacilando. Vans no me da nada.
-Ah-repliqué. Luchó de nuevo por no echarse a reír, pero esta vez yo no le dije que podía carcajearse a gusto. Me sentía... engañada. Traicionada.
-Eres un cabrón-protesté, poniéndome de morros.
-La culpa es tuya. ¿Qué es eso de "Louis, ¿qué te ha dado ahora con Vans?"? Chica, me llevan gustando toda la vida. Y con razón. No como las Converse, que son mierda-sonrió.
-¿Quieres queme baje del coche?
-No, pero... las Converse son mierda.
-Me bajo del coche-repliqué, tirando de la manilla. Estaba en marcha, y los dos sabíamos que no me atrevería a abrirla mucho por miedo a tener un accidente...
Tiró de la puerta y se me quedó mirando.
-No me toques los huevos, ¿eh, nena?
-Es algo bastante difícil, dado lo que hacemos por las noches-repliqué, encogiéndome de hombros y asintiendo con la cabeza. Sonreí, y él sonrió con el mismo misterio.
-Bueno, pero ahí estás... autorizada-alzó las cejas. Le besé.
-Vamos a terminar matándonos.
-Bueno, pero yo soy Louis Tomlinson. Si subes conmigo al cielo, no creo que Pedro tenga ningún problema en dejarnos entrar a los dos juntos. Le prometo entradas VIP para un concierto, y ya está.
-¡Diva!-repliqué, echándome a reír y empujándolo para que se sentara bien.
-No lo sabes tú bien-sacudió la cabeza, y aparcó frente a la entrada de casa.
Sentí un tirón en el estómago y le miré con pánico. Él salió, sacó la mochila y esperó a que me bajara. Me tendió la mano.
-Eri...
-No es una buena idea-espeté, haciéndome un ovillo y negando con la cabeza. Enterré la cara entre las rodillas.
Dejó la mochila en el suelo y me acarició la espalda, que había arqueado sin saberlo.
-Oye, eh. Sh-susurró, levantándome la mandíbula para que lo mirara-. Son nuestros amigos, tuyos también. Y yo no te voy a dejar sola. Ya lo sabes. Voy a estar contigo... siempre.
El nudo en el estómago empezó a bailar de alegría. La alegría subió a mis ojos, que seguramente chispearon, y me estiró la boca en una sonrisa grande como el horizonte.
-Gra...cias-alcancé a decir. Acepté la mano que me tendía y bajé del coche. Me tiré de la camiseta, me alisé los vaqueros y me toqué el pelo, confiando en tener el mejor aspecto posible. ¿Entrevistas de trabajo en las que te lo juegas todo? ¿Concursos de belleza, de inteligencia, o ambas cosas? ¿Estreno de tu película debut?
Por favor. Eso no era absolutamente nada comparado con volver a ver a tus mejores amigos, a los que mucha gente se empeñaba en llamar "One Direction".
Louis abrió la puerta lentamente, asomó la cabeza y los llamó uno por uno.
Liam se acercó a la puerta, la abrió y nos sonrió... pero su sonrisa se heló al encontrarse con mis ojos. ¿Quién se pensaba que era?
Daba igual, ahora ya sabía quién era.
-¿Eri?-preguntó con un hilo de voz. Asentí, conteniendo la sonrisa rota por todo el tiempo que había pasado sin ellos. Dio un paso, sorteando a Louis, y me estrechó contra él. Me eché a llorar; ya no importaba nada, no importaba que me estuviera arrugando la ropa, que pudiera destrozarme el poco maquillaje contra el que no había sido capaz de luchar, no importaba que le estuviera empapando la camiseta con mis lágrimas y mis babas... porque había vuelto, había vuelto a abrazarlos, y se estaba muy a gusto entre sus brazos.
-Te hemos echado tantísimo de menos-susurró Liam en mi oreja. ¿Había crecido, o era yo la que había menguado? Me pareció que tenía que encorvarse más que de costumbre para poder cubrirme con sus brazos. Louis carraspeó.
-Eh, Liam, yo también la he echado de menos... y los demás-en ese instante, a Louis le importaba bien poco que Liam hubiera hablado en plural o que incluso llevara más tiempo sin saber de mí que él. Seguía siendo suya, y no le gustaba que toquetearan sus cosas-. Los demás también querrán verla.
Liam se separó de mí, me dio un beso en la mejilla y me cogió las manos.
-Ya verás cómo se pondrán los demás en cuanto te vean-dijo.
-¿No os habéis ido?
-Aún no-negó con la cabeza; sus ojos tenían esa expresión asiática que le salía cuando sonreía. Los dos discos castaños se veían aplastados por sus mejillas y sus cejas en una expresión tan tierna que tenías ganas de gritar.
Me limpié las lágrimas y lo seguí dentro.
-Chicos-reconoció Louis, cuando se plantó delante de la puerta. Esbozó una sonrisa radiante, la misma que aparecería en la boca de algún científico que descubriera la cura contra el cáncer, o la vacuna contra el sida, o que los extraterrestres en realidad no eran de color verde, sino de un color nuevo, imposible de imaginar, y que montaban unicornios alados mientras cantaban canciones flamencas con la voz de la Pantoja...
Bueno, si alguien descubriera eso, no pensaba que fuera a sonreír como estaba sonriendo Louis. Pero la idea era la misma.
-Alguien quiere veros.
Liam me empujó con delicadeza hacia delante, sacándome a la luz del sol que entraba por las ventanas. Los chicos me miraron un segundo con indiferencia.
Luego, Harry y Zayn abrieron la boca y Niall se levantó de un brinco.
-¿Eri? ¿Eres tú?
-Sí, Niall. Hola-susurré, notando cómo me ponía roja como un tomate mientras levantaba la mano. Niall abrió los ojos.
-¿Hola? ¿Llevas desaparecida meses y sólo se te ocurre decir hola?-dio un paso hacia mí. Louis lo miró con le ceño fruncido, Harry y Zayn seguían demasiado ocupados alucinando porque yo había vuelto; pero Liam fue el único que vio venir al irlandés, que había empezado a emitir hostilidad por sus poros igual que una estrella emite luz y calor-. ¿Nos haces creer que estás muerta y luego vuelves del Más Allá como por arte de magia-estaba caminando hacia mí con un depredador, por fin lo veía. Saltaría a abrirme el cuello en cuanto la distancia fuera lo más pequeña posible-, Y SÓLO SE TE OCURRE DECIR HOLA? ¿TE PARECE NORMAL LO QUE HAS HECHO, CABRONA?-empezó.
Me odié a mí misma por lo que hice a continuación, y hasta el día de mi muerte no me lo perdoné.
Retrocedí.
Fue un único paso, pero, como había dicho Neil Armstrong, "Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad".
Fue un único paso que demostró que podía llegar a tenerles miedo a los chicos, a pesar de que no debería. Un único paso que me alejó de Niall cuando me merecía que me arrancara la cabeza a mordiscos.
Supe, sin preguntar, quién había encontrado la cuchilla y la esquela que había dejado en casa.
Louis se puso delante de él, interponiéndose entre nosotros, pero Niall era rápido y ágil, más que mi novio, así que no le resultaría difícil alcanzarme.
-YO TE MATO, HIJA DE PUTA. VEN QUE TE MATE. SOLTADME. SOLTADME, CABRONES-ladró con todas sus fuerzas cuando Harry salió de su ensimismamiento y se levantó de un brinco para ayudar a Louis, que ya lo estaba intentando agarrar e inmovilizar-. LA MATARÉ. NOS HAS PREOCUPADO MUCHO, JODER. MUCHO. DEJADME EN EL SUELO, BASTARDOS-Harry lo había levantado, y Niall pataleaba como poseído-. DEJADME, QUIERO TOCARLA. DEJADME.
-Dejadlo-dije yo, asintiendo con la cabeza. Mejor que suicidarme era que me matara Niall, un Niall cuyos gritos hacían temblar las paredes.
-TE VOY A ROMPER LA CARA.
-¡Niall!-le riñó Zayn.
-¡Harry, déjalo en el suelo!-grité, abrazándome la cadera. Él me miró, miró al irlandés, que se estaba poniendo rojo como la sangre que un día llenó el suelo de mi baño, y por último a Louis, que tenía los labios fruncidos en una fina línea indescifrable.
En ese instante fui consciente de que sería muy capaz de matar a Niall si él se atrevía a hacerme daño... y me arrepentí de mi acto de estúpida heroicidad, porque estaba claro que Niall iba a hacerme daño, y yo no quería que a él le pasara nada.
Louis me miró un segundo, estudió mis facciones y asintió con la cabeza en un gesto casi imperceptible. Por suerte, Harry estaba atento, y lo comprendió. Dejó a Niall en el suelo, que se bastó de dos pasos para plantarse delante de mí. Su aliento me quemaba las fosas nasales.
-NO TIENES NI PUTA IDEA DE LO QUE HEMOS PASADO ESTOS TRES MESES SIN TI. LO QUE HE PASADO YO, HA PASADO ZAYN, HARRY, LIAM, O, SOBRE TODO, LOUIS. ¿TIENES IDEA DE LO QUE ES VER CÓMO SE VA APAGANDO POCO A POCO?-gritó, zarandeándome-. ¿LA TIENES? NO VOLVERÁS A IRTE, ZORRA, TE JURO POR DIOS QUE TE QUEDARÁS CON NOSOTROS PARA SIEMPRE, ¿ME ESTÁS OYENDO? NO NOS DEJARÁS. NO VOLVERÁS A PREOCUPARNOS ASÍ, CABRONA.
Y tiró de mí para aplastarme contra su pecho y echarse a llorar a gusto. Le pasé los brazos por la espalda y tiré de él con fuerza. No iban a quitármelo, ya no. Mis lágrimas se convirtieron en un torrente, animadas por las del irlandés que en la vida debería llorar.
Cuando quise darme cuenta, los seis nos habíamos convertido en una especie de donut gigante envuelto en lágrimas y palabras del estilo de "os quiero", "joder", "nunca", "siempre", y "ha vuelto".
-Pero, ¿qué os pasa?-preguntó Alba, entrando en el salón y observando la marea humana en la que nos habíamos convertido-. ¡Se os oye desde la otra punta de la pis...! ¡¿Eri?!-gritó, cuando nos separamos y nos miramos a los ojos.
-¡Alba!-chillé.
-¡Eri!
Corrimos a abrazarnos hasta casi hacernos daño. Se separó de mí, y me miró el pelo.
-¿Cómo has...?
-¿Vuelto? Nunca me he ido-repliqué.
-¿Y tu pelo?-replicó una voz desde las escaleras. Miré hacia arriba.
Noemí, previsiblemente indiferente, y sorprendentemente delgada. No, delgada no. Plana era la palabra adecuada.
-¿Y tu bombo?-espeté yo con mordacidad, deshaciéndome del abrazo de Alba y yendo hacia las escaleras. Los chicos se miraron entre sí, confusos, a mi espalda. Estaba hablando en español, aquel idioma que llevaba sin tocar meses, pero que sin embargo me corría por las venas, lo quisiera o no.
Noemí entrecerró los ojos. Ah, lo sabía.
-Lo perdí-gruñó por lo bajo, mirando a Harry. Por la expresión de su novia, debió saber de qué hablábamos sin necesidad de entender las palabras.
-Interesante.
-Me caí en la bañera.
Claro, y yo me caí sobre una botella de cristal y por eso tengo cortes en las muñecas, entre ellos uno que pone "Louis" claramente. Los accidentes pasan.
-Mejor me callo la boca antes de llamarte Juanita-empecé, sonriendo y poniendo los brazos en jarras-, y agarrarte de los pelos y darte una bofetada porque, nena, esto se está pareciendo peligrosamente a un culebrón mexicano.
El silencio llenó el lugar. Me había pasado, mucho pero... poco importaba. ¿No me había echado de menos? ¿ASÍ SE RECIBÍA A ALGUIEN QUE HABÍA INTENTADO SUICIDARSE? No me había intentado matar por pedir atención, pero... por lo menos podía tratarme con delicadeza, podía volver a casa inestable emocionalmente hablando. ¿Y me venía con estas gilipolleces de hacerse la mártir?
-Supongo que lo siento-dije, abriendo los brazos-. Por el crío, me refiero.
-Da lo mismo-se encogió de hombros, bajando las escaleras. ¿Qué? ¿Iba a ser madre, perdía el bebé, y daba lo mismo?
-Eres bipolar, ¿verdad? Cada vez estoy más segura de que Katy Perry cantó Hot N Cold para ti.
-Qué guay eres, Eri-replicó Noemí, llegando hasta mí-. Añadiendo cosas a tu lista de virtudes. Primero zorra, luego rencorosa, y ahora suicida. ¡Zorras suicidas! Me enamoras-me tocó el brazo, y me apeteció arrancármelo de cuajo... y el suyo también.
-Voy a matarla-anuncié, para que Alba me cogiera y me alejara de esa... cosa infernal.
-Oye, si necesitabas cauterizar, deberías llamar al médico.
-ME CAGO EN TU PUTA MADRE. VOY A MATARTE AHORA QUE NO LLEVAS NINGÚN BEBÉ DENTRO-exploté, lanzándome hacia ella. Unas manos me abrazaron por la espalda, me sujetaron el vientre y tiraron de mí hacia atrás. Eran como vigas, no podía moverme más allá de donde ellas me tenían-. TE MATARÉ.
-Podrías hablar con la muerte. Ya que os conocéis, podrías pedirle que me dé pases VIP.
-ZORRA HIJA DE PUTA.
Alba negó con la cabeza, se echó a reír y observó con tranquilidad cómo Noemí subía las escaleras, herida porque sabía que Harry había entendido mis últimas palabras, pero se había negado a ayudarla.
La pequeña subió hasta arriba, y se giró para mirarme. Fulminó con la mirada al resto de los chicos, y supe por un instinto animal, que dejó a Louis para el final, dispuesta a cebarse con él.
Era una lástima, porque intentar atacar a Louis cuando estaba empezando a cabrearse era como apretar el botón rojo de un centro de control de bombas y rezar porque los cables que conectaban a la bomba atómica con el susodicho botón estuvieran en mal estado y no le dijeran a la bomba "Eh, nena, ¿y si explotas? Danos caña, grr".
-¿Sabéis, chicos? Entiendo que queráis protegerla, al fin y al cabo, sabemos que es débil, pero no creo que vaya a cortarse porque le digáis la verdad.
Louis alzó las cejas. Oh, Dios.
-O sea, Louis, yo creo que puedes decirle cómo lo pasaste estos días...
-Ni se te ocurra, Noemí.
-... tal vez, si te quiere lo suficiente, se vuelva a cortar, y esta vez lo haga bien.
Cuando me quise dar cuenta, Louis estaba subiendo las escaleras a la velocidad de la luz, dispuesto a matar a Noemí con sus propias manos. Los chicos corrieron detrás de él, y ella se lanzó como un bólido a su habitación, cerró desesperadamente la puerta y comenzó a arrastrar muebles para que Louis no pudiera abrirla.
-¡Sal si tienes huevos! ¡Y dímelo a la cara!-bramó él, intentando abrirla, sin éxito. Noemí no pronunciaba palabra. Yo subí hecha un flan, con los suspiros resignados de Alba detrás de mí, en el vestíbulo, mientras recogía al conejo, que se había asustado con tanto alboroto.
-Señor, ¿por qué? Ahora que las cosas volvían a ir bien-murmuraba ella. Liam la miró preocupado, ella se encogió de hombros y se fue al salón. Hacía bien no tomando parte, siempre una de las dos, Noemí o yo, la había tomado como la mala de la película cuando tenía opinión propia y no nos apoyaba a las dos en las peleas.
Tomé aire hondo y, mirándome los cortes en las muñecas, mucho más claros que el resto de la piel, me acerqué a la puerta que estaba siendo torturada por Louis. Zayn trataba de apartarlo de ella, sin éxito, mientras Harry estaba apoyado en la pared con los brazos cruzados, mascando chicle y diciendo que no tenía pensado meterse en medio y evitar que Louis le rompiera la cara a su novia, porque se lo estaba ganando a pulso.
-Louis-dije yo, tocándole el brazo.
-Estoy ocupado-replicó él, dando una nueva patada. Terminaría echando la casa abajo con tal de sacar a Noemí, y no serviría de absolutamente nada.
-Oye, Lou... para. Me odia, ¿vale? Yo terminaré odiándola como ella me odia a mí, pero...-me encogí de hombros- vivo con el enemigo metido en casa, pero no me va a pasar nada malo, porque vosotros estáis ahí protegiéndome-dije, acariciándome los brazos. Le cogí la mano y él se detuvo en seco. Era uno de esos momentos en que conseguía transmitirle lo que él me transmitía a mí con el simple hecho de tocarme, lo que más me gustaba de nuestro contacto: las pequeñas corrientes eléctricas que indicaban que esto era muy especial.
Se giró y se me quedó mirando.
-Para.
-Pero...
-Da lo mismo, tú sólo para-repliqué, dando un paso hacia él, tirando de su brazo, y poniéndome de puntillas para besarle en los labios. Suspiró.
-Ni aunque fuera amiga tuya voy a dejar que te diga esas cosas, Eri.
-No mereces que te las diga-asintió Harry.
-¡Eso! ¡Tú defiéndela a ella! ¡Pues ya verás cuando quieras sexo!
Harry puso los ojos en blanco, se dio la vuelta, y dirigió la comitiva que bajó las escaleras y volvió al sofá, a la espera de que yo les contara qué me había sucedido durante aquellos tres meses, qué había hecho, cómo me había sentido... todo.
-Siento que estéis así, Hazza. No te lo mereces-dije, sentándome en el sillón en el que siempre leía, el más pegado a la pared, al lado de una ventana. Me senté sobre un pie, con Louis en el asiento más cercano a mí. Como era natural.
Harry se encogió de hombros.
-Desde que pasó lo del bebé estamos... distanciados. Ya no nos llevamos tan bien como antes.
Asentí con la cabeza.
-¿Cómo fue?
Miró a los chicos, se rascó el codo, estudió el suelo y levantó la cabeza. En sus ojos había un dolor indescriptible. El dolor de un padre que había perdido a su pequeño, que iba a serlo, pero al final no fue.
-El bebé venía enfermo. Síndrome de Down-murmuró, rascándose la cabeza. Se echó el pelo atrás y, con una cinta, lo mantuvo allí-. Noe y yo habíamos decidido seguir adelante, pero la noche que nos fuimos de tour y la dejé sola (siempre me dicen que volar mucho es malo para los embarazos, y el bebé no estaba para historias), se deprimió. Eso pudo hacer que el feto fuera mucho más débil.
Alba acariciaba a Arena con la yema de los dedos, metida de lleno en la historia. Liam se había inclinado hacia delante, los codos en las rodillas, escuchando con atención cualquier deje de depresión que pudiera haber en la voz del más pequeño del grupo y que, sin embargo, era el más grande
Harry se frotó la cara. Recé porque no estuviera llorando, casi prefería que se quedara callado a que se echara a llorar. Podría preguntarle a cualquiera de los chicos, a Alba... seguro que los demás no tendrían problema en contarme lo que había pasado.
-Resbaló en la bañera-vaya, así que al final, era cierto-, y... lo perdió. Así-chasqueó los dedos-. Y ya no estaba embarazada
Tragué saliva.
-Tuvo que ser muy duro cuando te lo dijo-susurré. Harry asintió con la cabeza.
-Me llamó llorando en mitad de la noche. No pude dormir más. Los chicos me convencieron para que no cogiera el avión más próximo, ya sabes, teníamos conciertos, había fans esperando, y... no podía  fallarles.
Miré a Louis, que notó sus ojos en mí, y volvió la vista.
Louis...
Sabes que yo ni siquiera te dejaría sola. Y, de dejarte sola, nadaría todo el océano con tal de estar contigo si pasara esto, dijeron sus ojos. Le cogí la mano y se la apreté. Era una suerte lo que podíamos llegar a hacer con sólo proponérnoslo. Casi podía escucharlo en mi cabeza; cuando me dejaba echar un vistazo a sus pensamientos, era la mejor sensación del mundo.
-Cuando volví a casa, tuvimos una bronca importante. Nunca nos habíamos gritado tanto-Harry se encogió de hombros, yo conseguí no levantar las cejas, incrédula, porque sabía por experiencia que Noemí y Harry se habían gritado mucho-. No rompimos, pero... puede que fuera mejor que esto.
-Tú aún la quieres-replicó Zayn, que encendió un cigarro. Louis clavó los ojos en la pequeña luz anaranjada que se instaló como una corona alrededor del pequeño cilindro.
Recordé las fotos en Italia, el cigarro en sus manos. Ahora encima fumaba, si no tenía poco con beber, fumaba.
-Sí, pero... es complicado.
-¿Puedo ser sincero?-preguntó mi novio, apartando la vista del juguete mortal de Zayn y mirando a los demás.
-¿Cuándo no eres tú sincero?-repliqué, y nada más pronunciar esas palabras me arrepentí. Mi pelo, mis cortes, todo, gritaban que él no lo había sido una vez, y por eso ellos estaban ahí. Le di un toquecito en la rodilla cuando sus ojos resbalaron por mis brazos hasta mis muñecas-. Eso no cuenta.
Sonrió, tragó saliva y se sentó con la espalda recta.
-Creo que sigues queriéndola, sí, pero no como antes. Vuestro amor está herido de gravedad, y lo mejor es que os dierais un tiempo, y los dos lo sabéis. El problema es que ella no dice nada por la misma razón que no eres tú el que da el paso: no tiene a dónde ir. Ha elegido entre su familia y nosotros, y ahora que las cosas van mal, no tiene dónde esconderse.
Niall negó con la cabeza.
-Qué maestro eres, Tommo.
-Yo sigo sin entender cómo pudiste repetir curso-comentó Alba, pensativa. Sus dedos se hundían cada vez más en el pelaje de su mascota.
Louis se encogió de hombros.
-Los profesores de mi instituto me tenían asco.
-No me extraña, con esa cara-repliqué yo, apartándome el flequillo de la cara y sonriendo. Entrecerró los ojos.
-Eres veneno.
-Lo sé.
-Asquerosa.
Alcé los hombros, los codos doblados, las manos con las palmas vueltas hacia arriba, las muñecas con sus respectivas cicatrices pegadas a los costados.
-Uy.
Se echaron a reír. Harry sólo esbozó una sonrisa tímida, pero parecía sincera, de modo que me alegré. Un camino de mil millas comenzaba con un sólo paso.
-Bueno, ¿nos vas a contar cómo hiciste para desaparecer?-preguntó él, después de que todos dejáramos de reírnos. Un batallón de ojos se volvió hacia mí. Carraspeé y asentí con la cabeza.
-Bueno, supongo que Louis os contó que Simon me llamó, lo de la llamada de teléfono, y todo eso.
Asintieron.
-Vale. Pues cuando colgamos, no sé, yo me derrumbé en el baño-empecé a mirarme las uñas, creía que iba a ser más fácil hablar de cómo me había abierto las muñecas, pero lo cierto era que no podía hacerlo con todos aquellos ojos sobre mí. No iban a juzgarme, eso lo sabía, pero tampoco iban a fingir que no sentirían el dolor que yo iba a describirles.
La fuerza suprema que controlaba el universo había querido que fuera buena con las palabras, así que lo utilizaría mi talento para contarles con el mayor detalle posible cómo habían sido esos tres meses para mí. Sentía que se lo debía.
-Me eché a llorar, sentada en el suelo. Apagué el móvil, porque tenía miedo de que siguiéramos peleándonos y la cosa se fastidiara más...-Louis me cogió la mano, me acarició la palma con el pulgar, y me miró infundiéndome fuerzas-. Estuve comiéndome la cabeza media hora, pero luego... intenté arreglarlo, pero él no contestaba. Creí que lo había apagado también para no hablar conmigo. Ahora sé qué pasó-murmuré, mirándolo y sonriéndole. Tomé aire y decidí soltarlo de golpe-. Quise morirme. Tiré el anillo que me regaló por mi cumpleaños contra el espejo, y lo destrocé. Y utilicé los trozos para cortarme.
Todos se quedaron helados, mirándome. Asentí con la cabeza, me encogí de hombros.
-¿Y la cuchilla?
-Pensé que... no sé. Si yo desaparecía, Louis podría seguir adelante.
-Eres imbécil-replicó él.
-Supe que ibais a venir, así que lo preparé todo para que pareciera que habían acabado enterrándome, que lo había conseguido, y... vine aquí.
Niall asintió ligeramente con la cabeza.
-Tú la encontraste-adiviné. Parpadeó.
-Fue muy duro.
-Fue más duro pensar durante varias horas que había muerto-protestó Louis.
-Nosotros lo pensamos durante meses-replicó Liam, poniendo los ojos en blanco.
Louis suspiró.
-No es lo mismo.
-¿Puedo seguir, o vais a tener una pelea de machitos por ver quién me quiere más?-gruñí.
-¿Para qué pelearse? Todos sabemos quién ganaría-dijo Zayn, alzando una ceja. Todos los ojos fueron hacia Louis, que se revolvió en el asiento.
-No me miréis así. Me siento violado.
Sonreí. Pasé a contarles a los chicos lo que ya le había contado a Louis, que no dejó pasar un único segundo sin tocarme.
-¿Y cómo volvisteis a veros?
Louis se echó a reír, me miró y preguntó:
-¿Se lo dices tú o se lo digo yo?
-Dios-contesté, hundiendo la cara entre las manos, azorada. Negué con la cabeza, y él lo interpretó como que quería que lo dijera él.
-Me puso un cuchillo en el cuello.
Entre los dedos vi las reacciones de los chicos. Liam abrió la boca y miró a Alba, Zayn sonrió y negó con la cabeza, Niall frunció el ceño y Harry simplemente alzó las cejas.
-¿Así ligáis en España?-inquirió Zayn, haciendo que me pusiera roja como un tomate.
-¡Claro que no!-espetamos Alba y yo a la vez, y nos echamos a reír.
-¿Qué hacías en casa de Louis, de noche, poniéndole un cuchillo en el cuello?
-Pensé que era un ladrón.
-E iba a matarme-contestó la supuesta víctima, mirándome con una sonrisa que brillaba en sus ojos. Puse los míos en blanco.
-No quería que nadie te robara.
-Sólo ella te roba cosas-aclaró Liam.
-¡El corazón!-adivinó Harry.
Podría iluminar un estadio de fútbol con el rubor de mis mejillas.
-¿Sabéis que me puso los cuernos?-dijo Louis, pasándose los brazos por detrás de la cabeza. Lo miré con los ojos entrecerrados.
-Cómo te gusta meter mierda.
Sonrió.
-Ya ves.
-¿Louis tiene cuernos? Eso no me lo esperaba-Alba negó con la cabeza.
-Yo sí. Porque es el demonio personificado. Lo que no me explico es que Eri se los haya puesto-contestó Niall, que recibió una mueca de Louis.
-Se llamaba Max. Toca la guitarra.
-¿Cómo lo conociste?-preguntó Louis, que de repente se había puesto serio. La sola mención del nombre de su supuesto competidor había activado un mecanismo posesivo y celoso en él que retorció mi zona más oscura de puro placer animal.
-Hace meses, un día que estaba yo sola aquí en Londres, pedí una pizza. Él me la trajo. Le gusté y me dio el móvil. Me acordé de él nada más aterrizar aquí, y pensé, ¿por qué no?
Louis tragó saliva.
-¿Te lo tiraste?
Negué con la cabeza, el fantasma de mis rizos se agitó a mi alrededor.
-No te creo. Daphne y yo os oímos una vez.
-Se llama fingir, cariño.
-Sonabas muy natural.
-Soy buena fingiendo orgasmos.
Los demás contuvieron la risa.
-Eso me da qué pensar-dijo Louis. Asentí con la cabeza.
-¿De verdad te creías que todos mis orgasmos eran de verdad? Louis, por favor, no eres tan buen amante-puse los ojos en blanco, aunque estaba mintiendo. Nunca me había visto obligada a fingir en aquel sentido con él. Era genial. Él lo sabía. Yo lo sabía. Todos lo sabíamos.
Por favor, si el simple hecho de que me tocara ya desataba cosas indescriptibles en mi interior.
Louis se tomó muy a pecho mi mentira, y me llevó a la cama y me obligó a "fingir", según él, varios orgasmos.
-Eres buena-susurró, una vez tumbado a mi lado, totalmente desnudo.
-Voy a ganar el Oscar.
-No me extrañaría.
Me acurruqué a su lado, pensativa.
-He oído que fumas.
Quería comprobar si lo hacía de verdad, si se atrevería a hacerlo delante de mí.
-Pues has oído bien.
-¿Te importa... hacerlo delante de mí?
Se encogió de hombros, se levantó y cogió un paquete de cigarrillos que yo no había visto hasta ahora. Lo encendió y dio una calada.
-¿Sabe bien?
-No vas a fumar, no por culpa mía.
-¿Sabe bien?-insistí. No pensaba hacerlo. Era asmática y estuve gorda, no necesitaba nada más que redujera mi esperanza de vida.
-Sabe a mierda, pero me relajaba.
-¿Podrás dejarlo?
Asintió con la cabeza.
-Es como... un sustituto. Ahora que mi mayor droga ha vuelto a mí, no tendría que ser ningún problema dejarlo.
 Sonreí.
-Gracias, amor.
Se encogió de hombros, y se acercó a mí.
-¿Me dejas probar algo?
Asentí.
-Abre la boca.
-¿Para qué?
-Tú ábrela.
Hice lo que me pedía, y contemplé con curiosidad cómo daba una calada y se acercaba a mí hasta tumbarse sobre mí. Despacio, sopló el aire dentro de mi boca.
No sabía mal.
Pero porque había salido de él.
La bestia que llevaba dentro empezó a retorcerse, y yo tenía mucho calor, a pesar de estar desnuda.
-Joder-murmuré. Él sonrió.
-Siempre he querido hacer eso-dijo, terminándose el cigarro y volviendo a tumbarse entre mis piernas.
Le pasé una mano por la espalda y lo besé.
-Es mentira que los finjo. No lo hago.
-Ya lo sé, Eri. Yo soy un amante excepcional... pero tú no eres tan buena actriz como yo amante.
-Y tú eres gilipollas.
Pero volví a besarlo.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado, JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA lo que me he reído con la escenita de Niall JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAen fin. Jeje, adivina quién soy,
    Un besito ;)
    P.D.: Pista: alguien que te quiere.

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    Respuestas
    1. Me alegro de que te gustara, querido Alguien que me quiere, la verdad es que echaba de menos capítulos como los primeros, con gilipolleces mezcladas con cosas normales. Me identifico mucho, ¿sabes? Como soy gilipollas y vivo entre gente normal... :3
      Otro besito <3

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