martes, 21 de octubre de 2014

Góndolas en Venecia.

Sientes un nudo en el estómago, y no puedes dejar de sonreír como si te fuera la vida en ello y las comisuras de tus labios no quisieran tomarse unas vacaciones nunca. Por fin, esa espera que se ha hecho tan eterna ha merecido la pena: están ahí, son reales, son de verdad. "No son píxeles, son células", escribiste una vez, y qué razón tenías.
La habitación, esa habitación en la que llevas esperando tanto tiempo pero en la que, a la vez, no recuerdas haber acudido, se llena con un murmullo expectante. Ellos empiezan a hablar. Varias chicas lloran, otras luchan por llenar sus pulmones con aire y conseguir seguir viviendo aunque sea un minuto más.
Y las palabras entran en tus oídos deslizándose como góndolas en Venecia. Y lo entiendes todo, y respiras ese lenguaje y bebes de cada pausa en las frases, a pesar de que no naciste con él, sino que tuviste que aprenderlo.
El más alto termina de hablar, y llega el turno de las intervenciones, que nadie abre, pero que todo el mundo sabe que ya se ha iniciado. Varias chicas luchan por sacar de sus bocas frases comprensibles. Y luego tú, te levantas, y, como si llevaras tus dieciocho años de vida meditando cada sílaba, les das las gracias, les dices que han sido geniales, que han sido los mejores, que serán los mejores, que serán geniales... y algo más, que más tarde no vas a recordar, pero que va a ser la clave.
Porque el más alto sonreirá, y se acercará a ti, y tu corazón se parará, y tu boca se ensanchará un poco más (¿acaso era posible?), y, en un segundo, estás entre sus brazos. Te está abrazando .Y tú cierras los ojos, y te dejas llevar; registras en tu memoria cada sensación, por si no se repite. Como si necesitaras guardar copias de seguridad, no vaya a ser que se te olvide.
Se acaba el abrazo, y se suceden otros. Y llega el último, el más especial, porque no te lo crees, porque está ahí de verdad, porque ese alguien que te anima a luchar te está mirando con sus ojos azules como el cielo, la piel cubierta de tatuajes que puedes contemplar hasta el más mínimo detalle. Y te sonríe como hicieron los otros, el rubio, el que se está rebelando, y el que se rebeló, según dicen, hace ya tiempo.
El más bajo te sonríe, y también te abraza, y tú aprietas un poco más fuerte, porque no puedes evitarlo, porque es todo lo que deseabas, todo a lo que dedicabas las 11:11 de cada día, deteniéndote en el patio del recreo, esperando que el universo también se detuviera a escuchar. Qué bien huele. Qué suaves tiene las manos. Qué alto es, a pesar de ser tan pequeño. Qué fuerte es.
Sientes su respiración bajando por tu espalda, y una parte de ti sabe, lo intuye, que ha cerrado los ojos. Y no te podría hacer más feliz.
-Sé fuerte, Louis. Sé valiente-le dices. Y él detiene un momento ese balanceo en el que os había sumido a ambos, y sabes que ha abierto los ojos, aunque sea por un segundo. El hechizo se ha roto un sólo instante, luego, él vuelve a alzar la varita hacia el cielo y a proteger a Hogwarts con su magia.
Os separáis, porque "lo bueno, si breve, dos veces bueno". Aunque sea mentira. Pero os miráis un instante. Y constatas que sus ojos sonríen aún más. Te acaricia el brazo, y se va. Y tú te dices "se va a acordar de esto". Y te apetece bailar. Y piensas "puedo poner un 5/5 en la biografía", y no hablas de la que tiene 160 caracteres.
Casi podrías echarte a reír.
Qué gran equipo forman la almohada, la sábana, la manta, el colchón y el corazón, ¿verdad? Cuando se unen, lo único que necesitas es dejar constancia de esa pequeña unión. No puedes perderla. No puedes perderla.
No vas a perderla.
Porque ya está aquí.

3 comentarios:

  1. erika que sepas que te odio por hacerme llorar con cosasd como esta

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  2. Holi
    Pues hoy he descubierto que EL James es tocaya tuya jajaj
    Por cierto, me encanta el emoticono de "no he hecho nada productivo hoy", se parece mucho a mi :P
    Conozco al fin las sensaciones que describes en el texto, así que me ha gustado jeje
    besitos

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