martes, 14 de febrero de 2017

Mi inglés.

No sé cuánto tiempo llevo en el baño, pero es mucho menos del que necesito y bastante más del que debería haber utilizado ya.
               Voy a hacer que Keira llegue tarde a clase. Yo tengo prácticas hoy, pero no sé si conseguiré ir.
               ¿Es que nunca va a dejarme tranquila?
               ¿Jamás voy a poder descansar?
               Keira ya se ha puesto las botas, lleva paseando de un lado a otro por casa cerca de 15 minutos, pensando en qué hacer a continuación. No me presiona desde que le conté lo que me pasó, y quiero pensar que no es por miedo, sino porque sabe que necesito espacio.
               Mucho espacio.
               Todo el espacio que ella pueda darme.
               Finalmente, llama a la puerta con los nudillos, tan suave que yo no la oigo debido al rumor del agua. Aún no he cerrado el grifo.
               -¿Layla? Lay, tengo que entrar a lavarme los dientes, voy a…
               Se queda helada, tiesa, con la espalda recta y los ojos abiertos como platos. Es como un búho rubio.
               Y, cuando yo la miro y ve la oscuridad en mis ojos, el vacío en ellos, reacciona.
               -¿Qué te pasa?-inquiere, cayendo hacia mí y olvidándose de su bolso, en el que lleva un ordenador más caro que tres mensualidades del alquiler de la última casa en la que estuvo, antes de venirse a vivir conmigo. Creo que, de la mía, serían dos.
               Pero, claro, ahora ya no pago alquiler.
               Mi casa ardió. Con el cadáver de mi novio muerto.
               Cierro los ojos y me inclino hacia el otro lado, sigo frotándome las piernas. Tengo los muslos en carne viva, no sabría decir cuánto tiempo llevo lavándome sin terminar de hacerlo de verdad. Lo único que estoy haciendo realmente es torturarme.
               -¿Qué te pasa? ¿Te encuentras mal? ¿Qué es? ¿Llamo a una ambulancia?
               -Estoy sucia-le digo, como si no viera la bañera mediada de agua con un ligero tono a tierra. Me coge las manos, intenta quitarme la esponja-. ¡No! ¡Déjame! ¡Tengo que limpiarme!-grito, y me echo a llorar. Me acaricia la cara y pega su frente a la mía.
               -¿Qué es? ¿Es él?-dice con un hilo de voz, como si fuéramos a despertarlo. No podemos despertarlo; está muerto. Yo misma le eché un puñado de tierra encima mientras se caía.
               Está muerto, y sigue viviendo en mí. Keira me limpia las lágrimas, me sostiene la cara entre sus manos.
               -Puedes contármelo, mi vida-me dice, me acaricia el pelo, me aparta mechones de la cara-. Voy a cuidar de ti.
               Niego con la cabeza, es tan horrible que no puedo decirlo en voz alta.
               -¿Quieres que llame a Tommy?
               -No le molestes-le pido, pero ella ya se está levantando, se escapa entre mis dedos, no me deja retenerla-. Keira, por favor, no le molestes, debe de estar en clase.
               Ella corre a mi habitación, abre la puerta, y se lanza derecha hacia mi mesilla de noche. Coge el teléfono y me lo trae. Lo desbloquea con manos temblorosas. Busca su nombre y, finalmente, toca sobre él.
               -Deja a Tommy-le suplico. Me da muchísima vergüenza hablar con él. No se merece esto, bastantes problemas ha tenido ya como para que ahora vaya yo y… y… le diga… Dios, no puede ser. Por favor. No.
               Keira se aparta el pelo de la cara, pasea por el baño, me mira, y vuelve a pasear. Se muerde el pulgar, cierra los ojos, murmura una súplica, y finalmente da un pequeño brinco.
               -¿Tommy?-una contestación al otro lado de la línea-. Soy Keira. ¿Puedes venir? Layla…
               -No le digas que estoy mal-pido.
               -… está mal-dice-. Te necesita-me mira a los ojos-. Sí, está despierta. ¿Quieres que…?-invita, y yo extiendo la mano. No espera a que él conteste. Me tiende el teléfono y se queda quieta, de pie, con las piernas muy juntas, la uña del pulgar en la boca.
               -Tommy-susurro, agotada.
               -Princesa-replica él-. ¿Qué pasa? ¿Te encuentras bien?
               Niego con la cabeza, aunque él no puede verme. Y, entonces, me echo a llorar.
               -Ahora mismo voy. No te muevas de donde estás-dice, y, a pesar de que no quiero apurarlo, le digo:
               -Date prisa.
               -Siempre, princesa-contesta, y cuelga. Ninguno de los dos piensa en que, en teoría, no puede venir, porque tiene clase. Yo sigo metida en la bañera, totalmente desnuda, con la estufa apagada y el agua corriendo, demasiado caliente como para que mi piel pueda soportarla. Keira se queda conmigo, no se separa de mí hasta que suena el timbre.
               Tommy debería tener llaves. Es más, sé que las tiene, pero siempre llama al timbre. Es una muestra de respeto hacia nosotras. Entra en el baño como un torbellino y me mira un segundo. Se acerca a mí, me acaricia la cara, me pone una mano en la mejilla y me pasa el pulgar por los labios.
               -¿Quieres convertirte en una sirenita?-pregunta, y yo le tengo que sonreír. No me puede pasar malo si él está cerca. Le sonríe a mi sonrisa. Tiene la sonrisa más bonita del mundo-. ¿Me dices qué es?

               Tommy, no me ha venido la regla desde diciembre. Llego varios días tarde. Creo que estoy embarazada. Tommy, Tommy, Tommy, no me va a dejar marchar nunca. Soy suya. Le pertenezco. Llevo a su hijo dentro. Tienes que sacármelo, Tommy. Tienes que sacármelo, haz que me lo saquen, necesito que me lo saquen… Tommy, por favor, haz que me lo saquen.
               -Tengo una falta-digo, sin embargo, y él alza un poco las cejas. Oigo a Keira coger aire de golpe.
               -¿Y crees que por estar mucho tiempo en el agua, se te van a reblandecer los ovarios y van a empezar a disparar?-pregunta, y en cualquier otra situación, a cualquier otro chico, lo habría detestado en ese preciso instante. Pero a él, no puedo. No lo dice con mala intención. Lo hace para que sonría. Y lo consigue. Y le adoro. Me río entre dientes y apoyo la frente en su barbilla-. Tienes que salir de ahí, venga. ¿Te has hecho un test?-pregunta, inocente-. Porque puedo ir a por uno, y cogerte de la mano mientras lo haces, si lo necesitas.
               -No quiero un test-replico, y él asiente.
               -Está bien… ¿qué quieres que hagamos?
               -No quiero estar embarazada-le digo-. No de él-sacudo la cabeza, agotada-. No me va a dejar marchar.
               -No vas a estar embarazada. Pero, por si acaso, tienes que hacerte un test.
               -Iré a la farmacia, a por unos cuantos-interviene Keira, pero yo vuelvo a negar con la cabeza.
               -No puedo… no… no quiero enterarme así. No quiero enterarme. Punto.
               -Vale, los test son fríos-asiente Tommy, mirando a Keira-. En el hospital también os hacen pruebas de eso, ¿no?
               -Creo que sí. A mí no me mires; ella es la médica, yo soy la arquitecta.
               -Los hacen-asiento, y Tommy se vuelve hacia mí.
               -Está bien, te diré lo que haremos: vamos a sacarte de ahí, a secarte y a ponerte ropa limpia y calentita… y luego nos vamos al hospital. Tú y yo. ¿Qué me dices?
               -Suena a plan-murmuro.
               -Es un planazo-responde él, digno. Me tiende la mano-. Venga, Keira te irá eligiendo la ropa mientras yo te ayudo, ¿te parece bien? ¿O quieres que sea al revés?
               -No me importa-replico. Él me besa la frente.
               -Pues venga, ¡arriba! Yo no te voy a elegir la ropa, me enteré el otro día de que eso de mezclar rayas y cuadros es algo así como un sacrilegio-me explica, y yo me echo a reír-. Venga, vaga, ponte de pie.
               Pero no me responden las piernas. Me cuesta horrores moverlas un poco, ya no digamos conseguir que sostengan mi peso.
               -No puedo levantarme.
               -¿Queréis que os ayude?-se ofrece Keira, pero T niega con la cabeza.
               -Creo que puedo yo solo-dice-. Tú vete a preparar sus cosas. Estaremos bien. Si te necesitamos, te doy un grito, ¿vale?
               -Sí, K. Vete tranquila-la animo, y ella asiente y se gira, insegura. Deja la puerta del baño entreabierta. Tommy cierra el grifo (“será mejor que no le digamos nada a Sherezade”) y quita el tapón. La única razón de que el agua no haya rebosado aún es el agujero que impide que ésta sobrepase las paredes de la bañera.
               A medida que baja el agua, me siento más y más cansada, mil veces más vulnerable. Me cubro los pechos y el sexo con las manos. Me da muchísima vergüenza que él me vea así, sucia, utilizada, rota.
               Tommy se quita el jersey, se desabotona los pantalones, se los quita sin usar las manos (porque mi chico tiene como 2 años, aproximadamente), y a continuación se quita la camisa. Y, luego, se mete en la bañera, con los pies a cada lado de mi cuerpo.
               Me pone muy nerviosa notar el contacto de su piel con la mía. Y darme cuenta de que lo único que separa nuestra completa desnudez es el trozo de tela de sus calzoncillos. Me miro los brazos, entrelazados de una manera muy extraña para cubrir mis vergüenzas.
               -Layla, ya me has visto un montón de veces así-me regaña, y yo asiento, sin poder mirarlo. De repente, la pastilla de jabón que Keira usa para mantener los poros limpios, completamente blanca, me parece interesantísima.
               -Lo sé.
               -No te voy a hacer nada.
               -Lo sé-repito.
               -Princesa-ahora su tono ya no es tan duro-, necesito que te cuelgues de mi cuello. Vamos a levantarte entre los dos. ¿Crees que puedes?
               Trago saliva y me atrevo a mirarlo. Me quedo mirando su paquete, noto cómo me sonrojo hasta la punta de los pies cuando recuerdo lo bien dotado que está, y aparto de nuevo la mirada. Tommy no suspira en ningún momento. Es la paciencia personificada.
               -Lo siento.
               -No tienes por qué disculparte.
               -Perdón.
               -No te disculpes.
               -Vale, disculpa-me oigo decir, mirándolo a los ojos. Él me sonríe, se inclina un poco hacia mí.
               -¿Vamos a seguir así mucho rato? Porque… puedo ir a por comida. Y una peli-me echo a reír-. Así me gusta. Venga, dame un beso. De lo demás me ocupo yo-me incorporo un poco y le doy un beso en los labios-. Buena chica-me dice-. Dame otro-y obedezco. Mis manos se van deslizando poco a poco por mi costado-. Más-me pide, y yo se lo concedo. Le beso los labios, le doy un mordisquito, me apoyo en los codos para poder corresponderle como se merece cuando la punta de su lengua roza la mía, me deshago entre sus dedos, y continúo besándolo en la boca, en la comisura, en la mejilla… él, mientras tanto, me va deslizando muy despacio por la bañera, tanto, que yo no me doy cuenta.
               Me besa en los labios una vez más, y empieza dando piquitos por mi cara hasta llegar al lóbulo de la oreja.
               -¿Ves como eres muy valiente? Venga, cógete a mi cuello. Vamos a levantarte-y me da un suave mordisquito, con exquisita timidez. Cierro los ojos, suspiro, busco su boca y le paso las manos por el cuello. Él se detiene, y yo también lo hago. Exhala profundamente, inhala, vuelve a exhalar, y me empieza a levantar. Al principio, las piernas no me responden. Casi no puedo moverlas. Tommy me arrastra hacia la esquina de la bañera y me cubre con la toalla. Se queda apoyado en la pared cubierta de gotitas de agua. Lo poco que queda en la bañera apenas llega a lamerle los tobillos.
               Me duele el culo de estar sentada tanto tiempo.
               Tommy se pasa una mano mojada por el pelo seco, y el resultado es curioso. Me quedo mirando su pecho húmedo, por el que corren algunas gotitas de agua que me ha robado a mí. Empiezan a darme retortijones. Junto las rodillas automáticamente.
               No porque no me gustaría que se metiese entre ellas, sino porque no quiero ver cómo me rechaza de plano cuando se dé cuenta del efecto que su cuerpo tiene en el mío, usando como excusa lo que llevo dentro.
               -¿Vamos hasta la taza del váter?-inquiere, y yo la miro, y está muy lejos. Me muerdo el labio-. O nos quedamos aquí.
               Al final, nos quedamos ahí un rato. Él me cubre con una toalla, me gira para que mis pies reposen en la alfombrilla de baño, se sienta en el suelo y empieza a masajearme las piernas para que me vuelva la circulación. Lo cierto es que la idea es mía.
               Pero, uf, cómo me acaricia. Me encanta la sensación de sus manos sobre mi piel medio adormecida, reactivando mis neuronas para que se encarguen de transmitir impulsos nerviosos completamente enloquecidos por mi piel.
               Me vuelve la sensibilidad, pero yo no le digo nada porque quiero que siga. Me hace cosquillas en los pies. Y yo intento aguantarme las ganas de reír. Hasta que me mira, me pasa el dedo por la planta del pie, estallo en una carcajada, y me muero de amor cuando me besa la cara interna del tobillo. Oh, dios mío. Tengo un millón de terminaciones nerviosas ahí. Quiero que se pase toda la vida dándome besitos en ese pequeño rincón de mi cuerpo.
               -Alguien quería explotarme-sonríe.
               -Es que masajeas muy bien-digo, mirándome los pies. Me cubro un poco mejor con la toalla y suspiro cuando él se levanta. Coge una, se la pasa por el cuerpo y empieza a vestirse. Supongo que es mi momento.
               Me seco muy, muy despacio. No sé lo agotada que estoy hasta que intento hacer algo. Tommy me mira sin decir nada. Si se siente frustrado por mi lentitud, no lo deja entrever.
               -Siento tardar tanto-le digo, y él niega con la cabeza.
               -No tengo nada mejor que hacer-espeta-. Quiero decir, no es que esté aquí obligado, o sea, tampoco he ido a clase, y estoy encantado de estar contigo, princesa-asegura, y yo sonrío-. Bueno, esto… no tengas prisa. Tómate tu tiempo. No van a mover el hospital de sitio, ¿verdad que no?
               -Eso espero, porque ya he mirado las líneas de bus para la universidad-sonrío, y él también lo hace. Se acerca hacia mí, me aparta un mechón de pelo de la cara y me besa la cabeza. Apoyo la frente en su pecho. Noto los latidos de su corazón contra mi piel. Cierro los ojos. Él me quita la toalla y me acaricia la espalda con ella. Suspiro. Él también suspira. Yo vuelvo a suspirar. Él suspira de nuevo. Se le nota la sonrisa incluso en el respirar. Yo no puedo suspirar sin reírme.
               Me pasa la toalla por el pecho, poniendo muchísimo cuidado en ni siquiera rozar mis senos o mi sexo. La chica que se lo termine llevando no será consciente jamás de la joya de ser humano que va a tener a su lado.
               -Ya estás-anuncia-. Seca y limpia. Vamos al hospital.
               -Me vestiré primero, ¿no?
               -Es buena idea-contesta-. Digo. Puedes coger una pulmonía. Y cargarte a varios ancianos de pena, porque quién fuera joven para poder adorar este cuerpo-dice, dándome un pellizco debajo del ombligo y haciendo que me ría.
               Tommy es la única persona en el mundo que puede conseguir que me sienta vestida con la ropa más bonita, cómoda y elegante sin que lleve puesto absolutamente nada. Me tiende el albornoz y espera pacientemente a que me vista en mi habitación, sentado en el salón.
               Está hablando de mí con Keira. Lo sé porque los dos se callan en cuanto yo aparezco por la puerta del salón. Tommy se pasa una mano por el pelo, se pone en pie de un salto, separando los codos de las rodillas, y examina mi vestuario. Keira se vuelve lo justo para mirarme también.
               -¿Queréis que vaya con vosotros?
               Tommy se vuelve hacia ella, y luego de nuevo hacia mí. Niego con la cabeza, él la mira y niega con la cabeza. Qué tierno es. Quiero comérmelo a besos.
               -Estaré aquí, esperando, para cuando volváis-me avisa. Yo niego con la cabeza.
               -Vete a clase, K. Tienes un examen importante la semana que viene.
               -Sí, y no voy a poder concentrarme, así que prefiero quedarme aquí esperando.
               No pienso discutir con ella, ni decirle que sé que se va a poner a ver la televisión en cuanto me vaya. Es incapaz de estudiar por adelantado, se pega el atracón antes de los exámenes, y de momento le va bien.
               De momento.
               Tommy y yo bajamos en el ascensor sin decir ni una palabra. Necesito que diga algo, quiero que diga algo, me apetece escuchar su voz. Así que le suelto:
               -¿Hacía frío cuando viniste?
               Él se me queda mirando, sus ojos azulísimos brillando como el mar en una noche de luna llena.
               -Bueno, un poco. Vine en taxi. Ya sabes. Para llegar antes.
               -¿Cuánto te costó?
               -No me vas a pagar el taxi, Layla.
               -Bueno, depende. Tengo 20 libras.
               Tommy alza una ceja y la comisura de la boca debajo de ésta; también inclina la cabeza.
               -¿Quieres contratar mis servicios como acompañante? Porque son caros.
               -¿No me haces precio de amiga? Ya sabes, por los shows que te monto. Seguro que te lo pasas bien, y todo, comentándolos con Scott cuando vuelves a casa. Tío, Layla estaba jodidísima. Esta noche me la follo fijo-digo, poniendo voz grave y negando con la cabeza. Estoy de broma, pero a Tommy le parece fatal.
               -Yo no hablaría así de ti en mi vida-se calla lo de que tampoco puede ir a casa y fanfarronear de que ha estado conmigo con Scott.
               -Ya lo sé.
               -Pues no hagas coñas-espeta, y sale disparado del ascensor en cuanto las puertas se abren. Empuja la puerta del portal y sale a la calle, se mete las manos en los bolsillos, se gira hacia mí y me abre cuando yo estoy llegando-. Lo siento, princesa, es que…
               -No pasa nada. No debería haber dicho eso. Ya sé que tú no eres así.
               -Ya, bueno, pero aun así, yo no tengo derecho a saltar como he…
               -No me ha molestado, de verdad.
               -Porque eres una santa. El mundo no te merece-se pone de puntillas y me da un beso en la punta de la nariz. Me toma de la mano y me lleva hasta la primera parada de autobús que encontramos. Nos subimos en el primero que pasa, aprovechando que él tiene bono de transporte y que el mío aún no ha caducado, y atravesamos la capital de nuestro país serpenteando entre coches que nos odian por el mero hecho de tener un privilegio de carril.
               Cuando nos bajamos del bus para coger otro, el que nos llevará al hospital, empiezan a temblarme las rodillas. Tommy me pone la mano en ellas y me dice que no pasa nada, pero yo siento una presión inmensa en el vientre, como si estuviera embarazada de varios meses de un metro que no produce cambios en la parte externa de mi cuerpo.
               Pero la interna, la está destrozando.
               Tenemos suerte y me encuentro a otro profesor de la universidad de guardia. Los pobres están totalmente explotados. Me lleva directamente a su consulta, ignorando las colas de gente que probablemente necesite de sus servicios más que yo, y nos invita a sentarnos a Tommy y a mí en las sillas frías y rígidas de madera. Se inclina hacia delante en su propio asiento y abre las manos, invitándome a continuar.
               No sé cómo voy a hablar de mi posible embarazo ante un hombre que no sabe lo que he sufrido, que piensa que un bebé sería la mayor bendición que la naturaleza puede darme, mientras sostengo la mano del chico al que quiero y hablo del bebé que espero no llevar dentro, perteneciente al monstruo que me ha convertido en la criatura frágil y asustada que ahora soy.
               Pero he de hacerlo. Mi profesor me escucha con atención, me pregunta si me he mareado, le digo que no, si he experimentado cambios en mi olfato, le digo que no, si me apetecen cosas que antes no me apetecían (y aprieto inconscientemente un poco los muslos, porque lo único que me apetece y que antes no me apetecía es tener sexo con Tommy, aunque sospecho que voy a tardar en ser capaz de hacerlo con él), también le digo que no.
               Si mi apetito sexual se ha visto incrementado.
               Y yo miro de reojo a Tommy antes de responder con un leve asentimiento, que hace que él se crezca en su orgullo como 80 veces su tamaño.
               La mayoría de los síntomas no coinciden con los de un embarazo (“es buena señal”, me dice mi profesor), pero eso no quiere decir nada. Hay tantas mujeres en el mundo como estrellas en la galaxia. Y cada mujer es un mundo. Lo que para una es un embarazo para otra puede ser un suplicio, y lo que para otra puede ser un embarazo, para una cuarta será una bendición.
               Lo único que importa es que no me ha venido el período. Así que tengo que hacerme unos análisis. Le paso mi muestra de orina, que relleno sola en un baño apartado, y se la entrego bien limpia por el exterior. Él nos dice que volverá en 15 minutos.
               Los 15 minutos más angustiosos de mi vida.
               Me quedo sentada en la silla, con las temblando de nuevo y los ojos clavados en el infinito. Me estoy preguntando si la sanidad cubre el aborto o me lo tengo que financiar yo, y en tal caso, cómo les voy a decir a mis padres que quiero abortar un bebé por el que antes habría matado, especialmente sabiendo lo mucho que llegué a querer a Chris, hasta el punto de plantearme seriamente si no estaría siendo egoísta poniendo por delante mi carrera a lo nuestro y estando dispuesta a marcharme a Londres aun incluso de que eso nos costara nuestra relación. Menos mal que Chris consiguió compatibilizarlo todo y se vino conmigo. Y luego se convirtió en un monstruo. Y luego, yo lo maté.
               ¿Cómo voy a contarle a mi pobre madre que mis manos están manchadas de sangre y que ya he quitado una vida, antes de poder ponerme a salvarlas, como llevo soñando desde que era una niña?
               Estoy mordiéndome el labio con fuerza, con tanta que estoy a punto de hacerme sangre, cuando Tommy me pregunta:
               -Si al final lo estás, ¿qué vas a hacer?-me lo quedo mirando, asustada-. Quiero decir… vas a abortar, ¿no?-inquiere, y yo me estremezco ante la facilidad con que pronuncia esa palabra. Sí, claro, tengo que abortar, no quiero tener este niño, no quiero tenerlo, mirarlo y verlo a él, no quiero pasarme el resto de mi vida echando tierra sobre una tumba que no se termina de cerrar, y que para colmo se abre cada vez que sale el sol y tengo que despertar a mi hijo y prepararlo para ir al cole y cogerlo de la mano y fingir que no me repugna su contacto y luchar por quererlo a pesar de que una parte de mí siempre, siempre va a recordar cómo me violaba, cómo su padre me humillaba y me utilizaba y me denigraba y…-. O si quieres tenerlo, por mí está genial-se apresura a añadir-. Es decir, eso… él… ¿ella?-sacude la cabeza, ponerle género a literalmente un festival de células que no tienen ni el tamaño de una haba en mi útero no es cosa menor-… no tiene la culpa de lo que te hizo su padre. Y tú siempre has querido ser madre. ¿Te acuerdas de cuando nos secuestrabas a mí y a Scott?-dice, y yo sonrío. Hay un brillo nostálgico en sus ojos. Puede que por todo aquello, cómo lo cogía y trataba de llevármelo a mi casa (aunque era demasiado pequeño como para acordarse), cómo me ponía yo cuando nos decían que nos marchábamos… o cómo de feliz y unido estaba con Scott.
               -Yo… no quiero tenerlo-digo, y él asiente con la cabeza, alzando las manos.
               -Me parece estupendo-dice, y no necesito su aprobación, pero no es su aprobación lo que me está dando, sino su apoyo, lo cual le agradezco mucho.
               -Es que… ¿y si se parece a él?
               -Sí, claro, no podemos arriesgarnos a que te recuerde a él-asiente. Me gusta que hable en plural. Como si él fuera parte de esto.
               -Además, soy tan joven… no puedo sacarme la carrera criando a un hijo yo sola.
               -No estarías sola. Yo te ayudaría-suelta, encogiéndose de hombros. Me lo quedo mirando.
               -No puedes decirlo en serio, Tommy. Tienes 17 años, no puedes comprometerte a criar un hijo que ni siquiera es tuyo.
               -Bueno, no tendríamos por qué decírselo mientras fuera pequeño. Me han llamado peores cosas que “papá”.
               -¿Lo dices de veras?
               -Oh, joder, yo sólo espero tener críos algún día-se frota la cara-. Todo chicos. No puedo con vosotras. Os tengo que decir a todo que sí. Me pasaba con Eleanor y me pasa todavía más con Astrid. Yo creo que me estoy volviendo blando con la edad-sonríe.
               -Seguro que eres un padre genial.
               -Gracias, princesa.
               -Pero no de este feto-añado, señalándome el vientre-. Se tiene que ir.
               -Pues adiós, feto-dice, saludando con la mano a mi tripa. Y yo me echo a reír. Él sonríe, escuchando mi risa-. Oye, Layla, ¿dejan entrar a gente al sitio donde se practican los abortos?
               -¿Por qué?
               -Bueno, me gustaría estar contigo. Si a ti te parece bien, claro. Es que no quiero que lo pases sola.
               Alzo una ceja.
               -Quieres mirar cómo es un feto a esa edad, ¿eh?
               -Me gusta ver CSI-dice, sonriente.
               -Pues llévate una lupa.
               -Tengo el microscopio que Eleanor pidió para Reyes en el trastero, todo es buscarlo-replica, y yo vuelvo a echarme a reír.
               Justo en ese instante, se abre la puerta y entra mi profesor. Lleva un par de papeles en la mano. Los dos nos lo quedamos mirando.
               -Buenas noticias, Layla-anuncia, y, sabiendo de su filosofía de vida, yo me temo que, efectivamente, Tommy va a tener que buscar el microscopio de su hermana. Pero no-. No estás embarazada. Lo malo es que no sabemos por qué te vienen esas faltas. Según esto… tomas anticonceptivos hormonales, ¿no?
               -Sí.
               -¿Tienes pareja estable?
               Miro a Tommy. Él me sonríe, se le encienden un poco las mejillas, y yo me pongo rojísima cuando contesto con un hilo de voz.
               -Sí.
               -Pues entonces, vas a tener que empezar a enfundártela, chaval-mi profesor le da una palmada en el hombro a Tommy, es la imagen más surrealista que he visto en mi vida-. Vale, tienes algunos desajustes hormonales, bastante inusuales para tu edad, pero creo que podrán solventarse. ¿Has sido regular tomándola?
               -A veces… bueno, me pasaba con las dosis-mi profesor alza las cejas, Tommy me mira, sorprendido-. Es que no quería quedarme embarazada. Bajo ninguna circunstancia-mi profesor mira a Tommy-. ¡No! ¡Por favor, no piense eso! Es decir, no de él. Llevamos poco tiempo. Es de otro chico.
               -Layla… ¿tienes… algún tipo de… problema?-inquiere, despacio, como si me hubiera vuelto sorda y tuviera que vocalizar mucho para que yo consiga entenderlo. Niego con la cabeza.
               -Está solventado. De veras. Así que, ¿las píldoras me han hecho esto?
               -Están pensadas para unas dosis muy determinadas y espaciadas en el tiempo; si aumentas la cantidad, es muy posible que se produzcan los desajustes de que me hablas. Alteraciones en el ciclo, principalmente.
               -¿No se puede saber en qué punto está exactamente?-inquiere Tommy.
               -Podemos decir en qué punto está ahora mismo, pero no el momento en el que se le empezará a regular otra vez. Y supongo que eso es lo que más te importa ahora mismo, ¿verdad?-yo asiento con la cabeza, Tommy me acaricia la rodilla.
               -Y esto… no tiene efectos a largo plazo… ¿verdad?-añade él, y yo me lo quedo mirando un momento. Es como si supiera del nudo que tengo en la garganta, y su cerebro se pusiera en contacto con el mío para darles voz a mis miedos. Mi profesor niega con la cabeza.
               -No tiene por qué, pero estaremos pendientes de cómo se desarrolle todo, ¿de acuerdo, Layla?-asiento y sonrío. Es lo mejor que puede darme, lo único que puede hacer por mí-. Si necesitas tomarte unos días libres de la universidad, yo puedo…
               -Estaré bien-digo, intentando cruzar las piernas y descruzándolas a los dos segundos-. Sólo necesito… distraerme-me encojo de hombros, mi profesor me dice que es lo mejor, que cuanto menos piense en ello más fácil será que se solucione. Nos acompaña hasta la puerta y Tommy y yo nos quedamos mirando la parada del bus, de la que brotan a intervalos regulares un montón de personas, cada una con su propia historia y sus propios problemas.
               Tommy se acerca a mí, me ofrece su mano, que yo le acepto mucho más relajada de lo que se la cogí antes, y echamos a andar por la calle. Conozco las paradas de bus más cercanas, y más o menos tengo una idea de qué línea pasa por cada una, por lo que lo llevo directamente a la que más cerca le queda para volver a casa.
               Él no se detiene. Así que seguimos caminando. Echo cuentas y me percato de dónde está la siguiente, así que nos dirijo hacia allá.
               Y Tommy tampoco hace amago de despedirse de mí. Así que sigo caminando, y estoy devanándome los sesos pensando dónde se encuentra la siguiente parada que a él le venga bien, cuando me dice:
               -Me ha encantado que me miraras antes de decir que tenías pareja.
               Yo me pongo rojísima, noto cómo se me encienden las mejillas hasta pasar al más luminoso de los rojos.
               -¿Sí?-pregunto, mirándome los pies. Él da zancadas mucho más largas que las mías, que son más cortitas. Estoy acostumbrada a ir despacio para que los demás no se queden muy atrás. Pero no parece que eso le moleste-. No estaba segura de si te parecería bien.
               -¿Por qué lo dices?
               -Bueno… ya sé que estamos así, como… empezando, pero yo te considero estable.
               -Yo también, princesa-me dice, y lo miro, y él me está mirando, y los dos sonreímos.
               -Pues… eso-me aparto un mechón de pelo de la cara, detrás de la oreja; él observa cómo lo hago en silencio-. También sé que no estamos saliendo “oficialmente” todavía, porque no hemos hablado de eso, aunque yo ya me considero tu novia después de todo lo que ha pasado, lo que hemos vivido juntos, y…
               -¿Crees que no somos nada porque no te he pedido salir?-me corta. Y yo me pongo aún más roja.
               -Ha estado un poco feo que lo soltara así delante del médico, lo enti…
               -Layla-me dice, en un tono que no sé si me gusta o me encanta. Yo lo vuelvo a mirar.
               -¿Qué?
               -¿Quieres salir conmigo?
               Me duelen las mejillas de tanto sonreír. Me aparto otro mechón de pelo de la cara, noto sus ojos clavados en mis manos. Está esperando con la paciencia de quien ya sabe la respuesta. Asiento, sin atreverme a mirarlo a los ojos. Hace tanto tiempo que no escucho esa pregunta de labios de nadie… y, sinceramente, pensaba que iba a tardar muchísimo más en volver a oírla…
               -Pues claro que sí, Tommy.
               -Pues ya somos una pareja estable-me dice, y me da un beso en la mejilla, para lo cual tiene que ponerse de puntillas. Lo siento incluso tiempo después de que sus labios se posen en mi piel. Me coge la mano, entrelaza sus dedos con los míos, y yo le acaricio los nudillos con el pulgar.
               Seguimos paseando, hasta que  yo me doy cuenta de que él no va a subirse a ningún bus sin que yo le dé permiso y le diga que voy a estar bien, así que me detengo en una marquesina y él también se para.
               -Aquí es donde nos separamos.
               -¿No quieres que te acompañe?-inquiere, mirándome a los ojos, y yo doy un brinco, como si me hubieran pinchado en la parte baja de la espalda.
               -¡Claro, T! Pero… no quiero que te demores más. Tendrás cosas que hacer.
               -La verdad es que no.
               Intenta echar a andar, pero yo me lo quedo mirando. Sumo dos más dos, y de repente, el resultado es cuatro.
               -No quieres volver a casa-digo, y él se detiene, se vuelve y se mete las manos en los bolsillos. Hunde los hombros, derrotado.
               -Es que… me siento un poco solo-admite, dándole una patada a una piedrecita. Me acerco a él.
               -¿Y eso? ¿Es por lo de Diana?
               -Bueno, sí. En parte. No te lo conté todo el domingo, cuando viniste a verme.
               -¿Qué es todo?-lo animo, aunque ya me lo ha dicho Diana, pero sé que lo que necesita es decírmelo él. No necesita confirmar que la gente conoce de sus errores, sino admitirlos él mismo para poder subsanarlos.
               -No me hablo con Scott-dice por fin, y en su voz escucho cómo le duele decirlo por primera vez en voz alta. No ha tenido que reconocerlo delante de nadie salvo de mí.
               -¿Por qué?-digo, cogiéndolo de la mano y llevándolo a un banco. Nos sentamos el uno al lado del otro, vueltos hacia el otro, con las rodillas pegadas.
               -Está saliendo con mi hermana-Tommy juega con sus manos, no sabe muy bien cómo ponerlo por palabras sin parecer un capullo o un animalito asustado; debe encontrar el término medio-. Se liaron a mis espaldas.
               -Son felices juntos-replico yo. Él me mira.
               -¿Tú lo sabías?-pregunta, y ya no lo hace con la dureza en que se lo pregunta a sus amigos, sino… agotado. Como si le doliera que Scott se lo haya contado a todo el mundo menos a él.
               -Sí-admito-, y me alegro por ellos. Creo que el amor es algo que debe celebrarse-le sonrío un poco, acariciándole la mano. Ahora soy yo la que le está consolando a él, y no al revés. Creo que podré acostumbrarme a la dinámica de nuestra relación.
               -A mí me han hecho una cabronada, Lay-dice-. No sé de qué lado me pondré cuando rompan. No sé a cuál voy a consolar en detrimento del otro. Y se han hecho una putada mutuamente-se pasa una mano por el pelo-. Dios, de toda la gente a la que podrían… y van y se eligen el uno al otro.
               -Los dos sabemos que nadie manda sobre su corazón, Tommy-él suspira, se pasa una mano por el pelo.
               -Supongo.
               -¿Y con Diana, qué tal?
               -Pf-bufa-. Peor. Por lo de Scott, en parte. Y por lo que te conté. Bueno, que tampoco te lo conté todo. Seguramente me odies, si acabamos de empezar y ya voy arrastrando secretos. Me acosté con una chica, ¿recuerdas?
               -Sí.
               Junta las palmas de las manos delante de la cara, como si rezara.
               -Vale. Pues resulta que esa chica es mi ex.
               -Vaya.
               -Y eso le duele-admite. Es bueno saber que él se da cuenta de las cosas que ha hecho mal.
               -Me imagino.
               -No lo hice para haceros daño-añade-. Es lo último que quiero. Tienes que creerme, Lay.
               -Te creo. Pero también entiendo a Diana. Se siente traicionada.
               -Ella me dio permiso-protesta.
               -Sí, pero para hacerlo conmigo. Aunque puede que tuviera que ser más explícita.
               -Lo fue, créeme.
               -De todas formas, no creo que sirvo de nada torturarte. Bastante mal lo estamos pasando todos como para empezar a hacernos daño los unos a los otros.
               -¿Sabes lo peor? No hacemos más que discutir. Y yo sé que la culpa la tengo solo yo, pero es que ella no parece terminar de explotar. Lo único que nos decimos sin gritarnos desde la movida con Scott es “¿te apetece follar?”.
               Se me empañan los ojos un poco. Él me mira.
               -No llores-me pide, y yo asiento con la cabeza, aparto la cara, dejo que un par de lágrimas se deslicen por mis mejillas y me las limpio rápidamente. Vuelvo a mirarlo. Parece que tiene treinta años más de los que en realidad tiene.
               -Es que… te veo tan mal, T. Tú que siempre has sido tan… feliz. Verte así. No sé. Me duele-susurro, y él asiente.
               -Se me ha venido todo encima.
               -¿Por qué no lo hablas con Scott?
               Se lleva un mano inconscientemente al costado, y yo lo miro.
               -Nos hemos bloqueado. No sé si has visto que me he cambiado el usuario de Instagram-añade.
               -¿Qué tienes ahí?-pregunto, señalando el punto de presión en el que su mano se ha concentrado durante un segundo. Él se pone pálido.
               -Nada.
               -Tommy.
               -Nada.
               -¡Tommy!-repito, y él suspira, mira en derredor, se asegura de que no haya nadie por la calle (aunque los londinenses están acostumbrados a ignorar a los demás), se quita el jersey, se abre la camisa y me muestra su costado.
               Contengo una exclamación cuando mis ojos se posan en la inmensa herida rojiza, marrón y negra en los costados que le come medio costado. Incluso sigue el camino de sus costillas. Me muerdo el labio.
               Los bordes parecen antiguos, pero el centro, de un color rubí brillante, no se corresponde con lo de fuera.
               -¿Te la has hecho tú?-pregunto con un hilo de voz. Él niega con la cabeza, luego, la inclina a los lados y, por último, se encoge de hombros.
               -Yo… bueno. Me la hizo Scott-me quedo helada-. Pero yo me la hurgo-añade, para quitarle culpas-. Sienta bien, ¿sabes? Sentir el frío clavándosete en la piel. El que te duela el cuerpo y no tener que concentrarte en lo que te duele el alma. Entiendo por qué se lo hizo mamá-medita, y ya no me mira, sino que mira el pavimento. No está hablando conmigo, yo soy el canal con el que se pone en contacto con lo demás-. Dios, la única razón por la que no tengo huevos a hacérmelo como ella es porque veo cómo se mira las cicatrices cuando nosotros las miramos. Bastante sufre teniéndolas, como para que también las tenga yo.
               -No puedes dejar que eso te sobrepase, Tommy.
               Se me queda mirando. Sus ojos están vacíos. Sin brillo. Sus océanos se han secado, ahora sólo queda el lecho marino una vez rico en vida, pero actualmente yermo.
               -Te entiendo, Lay. Ahora… sé lo que es querer estar muerto-dice, y a mí se me rompe el corazón-. Sé lo que es sentirte vacío y con tanto dolor que no quieras seguir viviendo. Los he perdido a todos. A mi madre, a Diana, a Scott. Sólo te tengo a ti.
               Me muerdo el labio, esperando a que siga.
               -Pero, a veces… ni siquiera tú eres suficiente. Intenté suicidarme esta noche-dice, tragando saliva, mirándose las manos. Yo no puedo respirar. ¿Él? ¿Haciéndose daño? ¿Muriéndose? No. No, por favor, no-. De no ser por mi hermana y Alec… yo estaría… ya sabes cómo.
               -Lo cual demuestra que no estás solo.
               -Diana se marcha. Scott no me habla. Para mí, eso es estar solo.
               -¿Qué crees que te tiene peor?
               -Scott-contesta sin dudar, antes de poder siquiera pensar su respuesta. Pero es que es la verdad-. Sé que suena fatal, porque adoro a Diana, pero… ella no hace más que recordármelo. Que no tengo a Scott. ¿Me explico?
               -A Scott vas a tenerlo siempre.
               -Ya, bueno-estira las piernas-. Aunque eso fuera verdad, no va a ser así con Diana, y yo no voy a poder ser feliz sin ella. Ya no concibo mi vida sin vosotras, ¿sabes?
               -Pues no lo hagas-le digo. Él frunce el ceño.
               -¿Cómo? No puedo evitar que se vaya, yo soy la razón de que se quiera marchar.
               -Pero puedes hacer que eso cambie.
               -Me detesta por lo que le hice con Megan, pero lo de Scott es la gota que colmó el vaso.
               -Vacía el vaso-le digo entonces. Vuelve a fruncir el ceño.
               -Pero… eso no tiene sentido.
               -Yo creo que lo entiendes. En el fondo, lo entiendes. Sabes a dónde quiero ir a parar. Lo de Scott es posterior, es la guinda del pastel. Puedes quedarte sin pastel.
               Se me queda mirando, algo hace clic en él.
               -Scott es la excusa-dice, y yo asiento con la cabeza. Dios, por fin lo ve.
               -Exacto.
               -Es por lo otro-dice, pensativo-. Pero, aun así, ella también…-se queda callado. Y me mira-. No le molestó que me acostara contigo hasta bastante después de estar enfadados-yo le sonrío y asiento despacio. ¡Lo está entendiendo!-. ¿Es por… Megan?
               -¿Tú que crees?
               -No me jodas, Layla, ¿Diana está celosa de Megan? Pero si… estoy enamorado de vosotras. No de ella. ¿En serio me estás diciendo que se marcha porque me enrollé con Megan?
               Yo sonrío.
               -Joder. Joder, Layla-dice, pasándose las manos por el pelo-. Tu novio es subnormal.
               -Es uno de sus encantos-replico, y él sonríe.
               -Tienes que ayudarme a conseguir que se quede.
               -Es fácil. Pídele perdón.
               -¿Y me perdonará, así, sin más? 
               -Si le pones ojitos…
               -¿Debería comprarle unas flores?-me quedo a cuadros-. ¿Qué pasa? ¿No os gustan las flores? Mi padre se las compra a mi madre cuando tienen una bronca gorda, y…
               -¿De verdad le quieres comprar una flor a Diana?
               -No, mujer. Una docena. Qué cutre eres, chica. Una flor. Manda huevos-resopla, y yo me echo a reír. Es monísimo, se lo digo, él se sonroja, me dice que ya será para menos, y me pregunta si conozco alguna floristería cerca. Lo llevo al centro y lo meto en la mejor tienda de flores que conozco. Chris me compró una aquí, y todavía está viva, en la casa de los padres de Tommy. Fue poco antes de mudarnos, antes de convertirse en un monstruo. Me arrastra por entre las estanterías, me mira con muchísima atención para deducir qué flores serán las más bonitas para regalarle a Diana, y cuando el dependiente se acerca a nosotros, Tommy pasa a prestarle toda su atención, le cuenta toda su vida y le explica su situación.
               El hombre, un anciano al que le debe de quedar poco tiempo para jubilarse, se me queda mirando. Yo digo que sólo somos amigos (no me apetece que Tommy se vea obligado a explicar nuestra situación, y yo no soy la importante ahora), él asiente y empieza a mostrarle diferentes flores.
               -Layla-me llama, y yo me giro, abandonando por un instante unas peonías preciosas-. ¿Y si le llevo dos docenas?
               -¿Quieres que te perdone, o que abra una floristería?-le pregunto, y él sonríe.
               -Sería pasarse, ¿eh?
               -Pues… un poco-admito, el señor me sonríe, a pesar de que acabo de hacerle perder dinero. Tommy elige las flores, le pide que las envuelva lo mejor que pueda y que le ponga un lazo azul, a lo que el hombre accede. Salimos a la calle y él quita una peonía rosa, de bordes blanquecinos, del centro del ramo y me la tiende. Frunzo el ceño y lo miro-. He cogido 13-explica-. Una es para ti.
               -Oh-replico, cogiéndola, oliéndola y plantándole un besazo en la mejilla. Él sonríe, me acaricia la espalda-. Ya me contarás cuánto tarda Diana en derretirse.
               -¿Crees que debería pillarle unos bombones? Al fin y al cabo, ya ha comprado los billetes.
               Alzo las cejas.
               -Tommy-le digo, señalando el inmenso cartel de Diana sonriendo con muy poca ropa a los paseantes que la ven con la perspectiva de una diosa-. ¿A ti te parece que a ella realmente le causará mucho trastorno perder un par de miles de dólares en unos billetes que al final no va a usar?
               Tommy levanta la vista, recorre el cuerpo de la americana con los ojos, y sonríe.
               -Espero que salga ganando con el cambio-dice. Yo sonrío, le doy un beso en los labios y hundo la nariz en el ramo.
               -Seguro que sí.
               Él me mira, me sonríe. Y sus ojos brillan como el océano en el amanecer de un nuevo día.

Tommy.

Lo primero que pienso al subirme al metro es que se me van a estropear las flores. Y a la mierda el regalo de “perdona por ser un gilipollas” para Diana.
               Y, lo segundo, es que debería haberle cogido también unas a mamá. A ella le dan lástima cuando se empiezan a marchitar, pero seguro que el gesto le hace ilusión.
               Recuerdo, con el corazón en un puño, cómo se sentó a mi lado en la cama. Me daba tantísima vergüenza mirarla a los ojos por lo que acababa de intentar que no sabía dónde meterme. El cariño y la comprensión que había en su mirada no hacía más que empeorar las cosas. Hubiera deseado que me gritara, hubiera matado porque me gritara. Todo mejor que lo que me dijo a continuación, acariciándome el pelo.
               -Quiero que sepas que no tienes que seguir sufriendo-susurró con un hilo de voz, como si la aterrara escuchar sus palabras.
               -¿Qué?-pregunté yo, agotado.
               -Sé por lo que estás pasando-me dijo, con sus dedos todavía bailando en mi melena-. Lo sufrí en mi piel. Y quiero que sepas que no estás solo. Que yo voy a estar contigo siempre, Tommy. Te di la vida, te di el pecho… pero no me pidas que te entierre-dijo con la voz rota, los dos tragamos saliva. Se le empezaron a humedecer los ojos, y yo me odié por ser la causa de esa crecida-. Es lo único que no voy a hacer por ti, Tommy. Te cuidaré allá donde vayas, aunque tenga que dejar atrás a los demás. No voy a dejarlos solos nunca, y a ti tampoco-me costaba respirar, no podía imaginar lo duro que fue para ella decirme esas palabras-. Quiero que no tienes por qué seguir haciéndote el fuerte para no disgustarme. Ya soy mayorcita para saber cuidarme sola.
               -Mamá…-susurré, en el mismo tono bajo-… ¿me estás… dando permiso?
               -No para eso-mamá negó con la cabeza, cerró los ojos, y un par de lágrimas se deslizaron por su piel-. Pero sí para que dejes de sufrir. Sé que no te gusta estar solo. Y no lo estás. Nunca vas a estarlo. Viva yo o muera-añadió. Dije su nombre, el nombre que mis hermanos y yo usábamos para llamarla, y ella me abrazó, sin decir nada más. Jamás en mi vida me odiaría por algo tanto como me odié al sentir las lágrimas de mi madre cayendo sobre mí-. Pídele perdón, Tommy-me ordenó, me pidió, me suplicó, me instó, todo en una frase, en tres palabras de mierda-. Necesitas a Scott.
               -Pero él ya no me necesita a mí-no me habría bloqueado, no habría elegido a mi hermana, no se habría peleado conmigo como se peleó de no ser eso verdad.
               -Siento muchísimo que creas eso, mi amor.
               -Mamá…
               -Dime, mi vida.
               -No quiero ir a clase-dije, y me eché a llorar a lo bestia-. No quiero volver a ver su asiento vacío. No me obligues a ir a clase, mamá. Por favor.
               Mamá asintió, me cogió las manos, me las besó y dijo con un hilo de voz:
               -Claro, mi rey. ¿Podrás perdonarme?
               -¿Por qué?
               -Por haberte dado esos gentes que te impulsan a intentar lo que intentaste ayer.
               -Mamá…
               -No habría nada en el mundo que me hubiera gustado más que el no habéroslos transmitido a ninguno-le caían unos lagrimones del tamaño de Siberia-. Lo siento muchísimo, Tommy. Perdóname, por favor-me pidió, y me besó en la frente.
               Bueno, puede que, si cojo una flor del ramo, Diana no se dé cuenta. Aunque también es bastante miserable darle sólo una flor a mi madre. Me las quedo mirando y no me entero de cuando entra una compañera de mi clase, que se acerca hasta mí, me señala, y me pregunta si son para Megan.
               Cómo cojones van a ser para Megan. ¿En qué cueva vive? Llevo meses sin salir con Megan. Y hace minutos que me he dado cuenta de que estoy mejor sin ella. De que soy mejor persona ahora que estoy partido a la mitad entre dos chicas maravillosas a las que yo no me merezco, pero que, por extrañas circunstancias, se han enamorado de mí.
               Nos bajamos del metro, caminamos un poco juntos, me dice que se alegra de que vaya a arreglar las cosas con Diana (bueno, eso voy a intentar), que le gusta más para mí que Megan, que es una zorra de campeonato de la que nadie se fía. ¿Por qué todo el mundo me dice lo mala que es Megan después de que salga con ella? Lo mejor sería hacerlo antes, menuda cantidad de movidas me habría evitado si alguien me hubiera dicho claramente “Tommy, no. Megan es basura”.
               Ni siquiera Scott fue capaz de verla venir. Y Scott conmigo tiene un ojo increíble, las ve a leguas.
               Scott…
               Lo echo tantísimo de menos. Miro el ramo de flores y me quedo plantado en la calle en la que elijo rumbo. Pero no, mi americana está primero. Discutí con ella antes y tengo que solucionarlo con ella antes. Ya, si eso, mañana, voy a hablar con Scott. Espero que me escuche. Espero que no haya hecho planes para el fin de semana. Yo ya sé que no quiero pasar otro fin de semana sin él. Ya he borrado la foto, la borré en cuanto me levanté porque me había llamado Layla, antes de avisar a mi madre de que iba a verla y de que ella, sorprendentemente, no me discutiera mi decisión. Todo vale con tal de tenerme entretenido y hacer que no me entregue de nuevo a esa bestia de largas garras que destruya hasta el más mínimo retazo de felicidad que queda en mí.
               Entro en casa y doy una voz, avisando de que ya he llegado. Me he perdido la hora de comer, pero no pasa nada. Voy derecho a la habitación de la americana, subo la escalera, poniendo cuidado de no estropear las flores, y llamo a la trampilla. Meto la cabeza en la habitación, y me encuentro con sus ojos.
               Diana está tirada en la cama, sobre su vientre, chupando una piruleta con forma de corazón que hace que los labios tengan un color rojo muy apetecible, los pies cubiertos con unos calcetines de los que te llegan hasta media pierna, muy típicos de las animadoras, y una camiseta gris. Cierra la revista que está ojeando en cuanto me ve, y la tira a un lado.
               Me quedo esperando a que me invite a pasar. Y ella lo hace sentándose sobre sus piernas cruzadas y acariciándose la cola de caballo en que se ha domado el pelo rubio. No dice nada, y yo tampoco. Está esperando a que diga la frase mágica para quitarse la ropa y abrirse de piernas. Quizá fantasee con la posibilidad de hacer lo mismo que hicimos el otro día, no quitarse la coleta y dejarme que le tire de ella mientras la embisto.
               En sus ojos no hay más que una pizquita de curiosidad, pizquita que crece un montón cuando me saco las flores de detrás de la espalda y se las tiendo.
               -Son para ti-le digo. Ella se muerde el labio, muy confusa. Quiere pegarme y perdonarme a la vez. Es mi oportunidad. Así que intento inclinar la balanza hacia el lado del perdón.
               He ensayado mentalmente mi discurso desde que me separé de Layla, pero no soy capaz de recordar nada de lo que he pensado en cuanto me encuentro con esos preciosos ojos suyos.
               De modo que dejo que mi corazón hable por mí.
               -Entiendo que me odies-empiezo-, y que te vayas de aquí porque no aguantas la bestia en que me he convertido, y sólo puedo darte las gracias de que te hayas quedado y no te hayas marchado antes. Sé que me he comportado como un verdadero gilipollas, especialmente con el tema de Scott, y que eso te molesta porque, aunque digas que él no lo hace, Scott te importa, porque él es él, y porque le importa a mi hermana, y… bueno, porque él también me importa a mí. Pero también sé que no estás realmente molesta con lo de Scott. No todo lo que quieres hacerme creer, al menos-ella me está escuchando con toda su atención-. Yo… entiendo perfectamente que lo usaras como un arma. Me dolía que me lo sacaras a relucir. Pero no he protestado, y ahora me alegro de haberlo hecho, porque si a mí me hacía daño que me sacaras a mi mejor amigo para que yo lo pasara mal, no puedo imaginarme lo mucho que has tenido que sufrir viéndome cerca de Megan. Siento muchísimo lo que hice con ella. Me avergüenzo muchísimo de lo que hicimos los dos. Sé que te dije cosas horribles cuando nos peleábamos, y espero que sepas que eran todo mentira. Lo que tenemos no es sólo sexo para mí. Nunca ha sido sólo sexo. Llevo queriéndote desde la primera vez que te vi, en el aeropuerto, con tus gafas de sol y tus piernas larguísimas y tu pelo rubio y tus ojazos de tigresa-Diana sonríe, creo que voy por buen camino. Me siento en la cama, a su lado, y ella coge las flores, cierra los ojos, las acerca a su cara e inhala su aroma-. No quiero volver a decepcionarte-le aseguro, y ella vuelve a levantar la cabeza-. Te prometo que no lo haré. Pero te necesito para ser fuerte, Didi-me atrevo a apartarle un mechón de pelo de la cara, y ella inclina inconscientemente la cabeza hacia ese lado, para disfrutar un poco más del contacto de mis dedos en su piel-. Por favor, vuelve a aceptarme en tu cama-no sé por qué le suelto esa gilipollez, si es precisamente de su cama del único lugar del que todavía me ha echado-. Y en tu corazón. Sobre todo, ahí. Déjame ser tu amante, tu amigo, y tu novio. Estaré a la altura esta vez. Te lo prometo.
               Diana se muerde los labios. Está intentando no sonreír. ¿Que por qué lo sé? Porque han vuelto sus hoyuelos. Me apetece ponerme a dar saltos de alegría y tirar cohetes. ¡Hola, chicos, cuánto os he echado de menos! ¡Qué genial volver a veros!
               -Quédate conmigo. O compra dos billetes. No voy a dejar que te vayas a Nueva York. No voy a volver a dejarte sola. Y tú no vas a volver a dejarme solo.
               Ella se echa a reír, deja con cuidado las flores en su mesilla de noche, me mira a los ojos, y ninguno de los dos dice nada. Yo quiero que rompa el silencio y, a la vez, no quiero que nadie diga una palabra. Tengo la sensación de que se lo estoy diciendo todo. Y ella me lo está contando a mí.
               Después de lo que me parece una eternidad, ella se quita la camiseta, quedándose sólo con las bragas y los calcetines. Intento no hacerlo, pero mis ojos se escapan irremediablemente a sus pechos. Es lo que busca. Que le dé esas atenciones que tanto le gustan, que le dan literalmente de comer. Siento el impulso de estirar la mano y acariciarla, pero tengo que dejar que decida.
               Didi sonríe, complacida de mi autocontrol y del deseo que podría probar en mi boca si quisiera. Se quita los calcetines. Y se acerca un poco a mí. Me coge de la mano, sigue con sus ojos fijos en los míos.
               Me lo está poniendo muy difícil para que no me la coma con la mirada.
               Y, después de lo que me parece un millón de años, deja mi mano sobre su cintura.
               Y siento un chispazo que me recorre entero, iniciado en las yemas de los dedos, cuando por fin me permite tocar su piel.
               -¿A qué esperas para volver a acariciarme como lo hacías antes?-pregunta, sonriendo, y ahí están de nuevo sus hoyuelos, Dios, cómo los he echado de menos. Yo también le sonrío, ¿cómo no hacerlo, si soy el tío con más suerte del planeta?
               -¿Tengo tu permiso?-replico, y ella se echa a reír, menuda risa tiene, alguien debería grabarla para conseguir un récord de Grammys. Se inclina hacia mí, se le achinan tanto los ojos que las junglas prácticamente desaparecen, pero el brillo de felicidad se entrevé en sus larguísimas pestañas. Sube mi mano hasta sus pechos, sonríe, se inclina y me besa cuando yo le acaricio el pezón con los pulgares, nos besamos las sonrisas de alivio, dios, menos mal que ya lo hemos pasado, menos mal que sólo ha sido esto, menos mal que hemos terminado por ceder.
               -Y mis ganas-dice-. Siempre, mi inglés.
               Me quita la ropa despacio, me besa todo el cuerpo, incluso la herida, juntos terminamos de desnudarla y ella me acaricia la cintura con la cara interna de sus muslos. Tira de mí suavemente para que la bese. La acaricio, le doy mordiscos, le digo que la quiero, que no me haga esto, no voy a poder parar para ponernos un condón.
               -No quiero que te lo pongas-me dice, acariciándome las mejillas con los pulgares y la nuca con el resto de los dedos-. Tú me has traído flores. Éste es mi regalo.
               -¿Estás segura?
               -Sólo te concedo este deseo a ti-ronronea, borracha de felicidad. Me acaricia la espalda y asiente-. Por muy descompensado que esté.
               -Sí, teniendo en cuenta que yo te he traído 12 flores, y tú sólo me vas a dejar hacerte el amor sin protección.
               Ella se echa a reír. Le beso la sonrisa.
               -Así que, ¿hoy toca hacer el amor?
               -Ya hemos follado bastante, ¿no te parece? Además, no voy a poder hacerte otra cosa en los próximos… no sé. Dos siglos.
               -Qué ganas de que inventen la cura de la mortalidad-dice, con ese suave acento suyo que me haría ir gustoso al infierno-. Hazme el amor entonces, Thomas.
               -Siempre, mi americana.
               Mis manos recorren su cuerpo como sólo pueden hacerlo las manos de un chico que tienen que hablar por él, decirle a la chica a la que ama todo lo que no puede decirle con palabras. Y le digo todo lo que un chico no le puede decir nunca a una chica.
               Que la amo.
               Que la deseo.
               Que la he añorado muchísimo.
               Y que lamento con todo mi corazón haberle hecho daño.
               Y ella sonríe mientras la hago mía, pensativa, disfrutando de nuestros cuerpos. Es unas sensación agradable, esta de importarle a alguien hasta el punto de contagiarle tus sentimientos.
               Lo hicimos de la típica manera que me imagino todo el mundo quiere hacerlo en un momento determinado, para generar descendencia. Si la hubiera dejado embarazada en ese instante, nuestro hijo sería fruto del amor más puro, nunca conocería el sufrimiento, sería todo bondad.
               Utilizo todo mi cuerpo para decirle cuánto la quiero, cómo no voy a poder vivir sin ella y lo mucho que le agradeceré que decida quedarse conmigo. Ella no se queda atrás; me perdona con sus piernas, pasándomelas por las mías, paseando sus pies arriba y abajo por éstas; me adora con sus manos, que no despega de mi piel ni un solo segundo; me vuelve loco con su boca, que utiliza para besarme, mordisquearme y decirme cosas tan preciosas que hace que se me encoja el corazón.
               -Te quiero. Juntos. Eres mi primer amor. Te deseo. Ninguno me ha hecho sentir lo que me haces sentir tú. Mi inglés. Tú eres mi hogar.
               Me dice algo que me rompe el corazón, y a lo que tengo que contestarle.
               -Venir a Inglaterra ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida.
               -Que tú nacieras ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida.
               No es exactamente así, pero ella sonríe, y a mí me da igual mentirle cuando veo lo feliz que le hace que le entregue mi pedacito de alma libre que aún tengo disponible. Es entonces cuando pienso en Scott. Y la miro. Y tengo que preguntárselo.
               Porque Layla me ha conducido hasta Diana.
               Lo lógico es que Diana me conduzca hasta Scott.
               -¿Crees que debería ir a hablar con Scott?
               -Sí-dice sin duda, acariciándome la nuca-. Pero ahora no, por favor.
               -No-asiento-. Ahora no. Ahora soy tuyo.
               Pensé que me aceleraría pensando en que tengo que ir a ver a Scott, pero me lo tomo con la misma calma, puede que incluso más. Me encanta cómo la acaricio con mi cuerpo y cómo ella lo hace con el suyo, cómo sus manos pasan por mis brazos y mi espalda y cómo sus piernas se pasean por las mías mientras yo la embisto suavemente, le acaricio el costado, los glúteos, el pelo, todo.
               Y adoro cómo me pasa la punta de los dedos por la mejilla mientras me besa y me sonríe, y suspira cada vez que yo empujo más dentro. Está brillando, es como si le estuviera haciendo el amor a la galaxia entera, y no sólo a ella.
               Jamás voy a poder renunciar a tenerla así. Lo sé. Por mucho que ella quiera irse, o yo que se vaya, no voy a poder empujarla.
               Sus hoyuelos vuelven a aparecer, como las estrellas cada noche. Ha sido un día increíblemente largo, pero por fin están ahí de nuevo las constelaciones.
               Y me prometo a mí mismo que nunca, jamás, me dejaré ser tan gilipollas como para arriesgarme a perderlas. Necesito dibujar figuras en el cielo cada vez que el sol se pone. Soy un animal nocturno, el primero de una generación de artistas. Tengo un gran don y una inmensa responsabilidad.
               -No voy a volver a mirarla-le prometo.
               -No quiero hablar de ella ahora, Tommy-me dice, pero no hay rastro de enfado en su voz. No va a permitir que estropee este momento.
               -Te lo juro, Diana. No voy a volver a mirarla, ni a tocarla. Sé que te hace sufrir. Y yo sólo quiero hacerte feliz.
               -Te quiero tantísimo, Tommy.
               -Mi americana preciosa, si eso fuera la millonésima parte de lo que yo te quiero a ti, estaríamos perdidos.
               -Ya lo estamos, mírate.
               Seguimos haciéndolo despacio, es como si el tiempo se hubiera echado a nuestro lado y nos contemplara con envidia. No he sido tan feliz en toda mi vida. Diana me mordisquea el lóbulo de la oreja.
               -Nunca voy a olvidarte, T.
               -Como si pudieras-bromeo, y ella suspira, porque estamos demasiado cerca del cielo como para que unas turbulencias no resulten fatales.
               -Ojalá mi primera vez hubiera sido contigo.
               -Tienes que contármela algún día.
               -¿Para qué? Si no es mejor que esto… nada es mejor que esto.
               -Calla, Didi; tu novio está intentando que le perdones.
               -Está perdonadísimo-susurra. Se tensa a mi alrededor. Y yo también lo hago, en cuanto ella lo hace. Terminamos a la vez. Lo hacemos en silencio, saboreando nuestras respiraciones. Me quedo dentro de ella un poco más-. Cuando más horribles eran nuestras peleas, te imaginaba sonriéndome, haciéndome esto, y se me pasaba-confiesa, y se sonroja un poco-. Eres mágico, T.
               -¿Sí? Pues te voy a hacer un truco. Necesito que me beses, y haré aparecer mariposas en tu estómago-ella se echa a reír, me besa y suspira. Cierra los ojos y estira los brazos. Salgo de ella y me tiendo a su lado, momento que aprovecha para tumbarse encima de mí. La rodeo con los brazos y le beso el pelo. Huele increíblemente bien.
               -¿Cuándo vas a ir a verlo?
               -Dentro de un poco. Quiero quedarme un rato más contigo.
               -Dios, gracias-susurra, y yo me echo a reír.
               -¿Crees que me dirá algo?
               -Es Scott. Te echa de menos. Lo sé. Deberías ir cuanto antes, arreglarlo y ya está.
               -Pero, ¡yo quiero quedarme un rato más contigo!
               -Te gusta mi cuerpo, ¿eh, Tommy?
               -Adoro tu cuerpo. Tienes un cuerpo precioso; pero, si fuera tan bonito como tu corazón, todo el mundo tendría que mirarte con gafas de sol.
               Ella sonríe, se inclina, me coge la cara entre las manos, me besa y me da la sorpresa de mi vida diciendo:
               -Te quiero-en el idioma de mi madre, de mi tío, de mis abuelos, del país al que le robo la gastronomía cada vez que vienen mis amigos a comer a casa.
               -¿Hablas español?-pregunto ilusionado, y ella sonríe.
               -Un poco. Yo preguntó Eleanor…-bueno, no está mal para una primera lección, ya le explicaré lo de las personas y los tiempos verbales personalmente-. To teach me. How d’ya say that?
               -Que me enseñe. Yo le pedí-hago énfasis en la palabra, y ella asiente-, que me enseñe.
               -Goddamn-susurra-, please keep talking to me in Spanish, you sound, like… so, so, sooooooooooo hot-me pide, bufando. Yo le doy un beso en la frente.
               -Mi americana-le digo, frotándole la nariz, y ella sonríe y se incorpora un poco.
               -Hey! I got that! That’s me, right? My am er i can ah-silabea, y yo me echo a reír.
               -Aha.
               -Sounds nice. How do I call you?
               -Mi inglés.
               -Mi ingl-esh-sonríe de nuevo, y yo me la quiero comer-. I like it better in English.
               -Really? I like it how you say that in Spanish. Your accent’s cute.
               -I must sound soooo wrong, for Christ’s sake.
               -Nope. You sound cute.
               -Oh God, stop it!-me da una palmada en el hombro-. So. Tell me anything, and I’ll try to make out what it means.
               -Creo voy a empezar a darte clases de español a partir de ahora.
               Diana me mira.
               -Maybe we’ll stick to short sentences for a while, kay?
               -Kay-sonrío, y ella también sonríe-. ¿Quieres que te diga cómo suena tu nombre en español?
               -¿Suena diferente?
               -Diana.
               -Di ah nah-silabea ella, alzando las cejas-. Vaya. No se parece.
               -Me gusta más en español que en inglés.
               -A mí al revés.
               -Te empezaré a llamar en español, entonces.
               -No te contestaré. ¿Tommy? ¿Cómo llamas a Layla en español?
               -Princesa.
               Se me queda mirando un segundo, y luego espeta:
               -Creo que voy a empezar a añadir vocales a diestro y siniestro al final de todas las palabras en inglés para poder hablar en español.
               -Y puede que la mayoría las aciertes-añado yo, y nos echamos a reír. Se pega un poco más a mí, me besa el pecho y me dice:
               -Vete a ver a Scott.
               -¿Y si él no quiere que lo arreglemos?
               Ella alza una ceja.
               -Yo estaba que me moría porque me pidieras perdón, y te conozco de hace literalmente dos meses. Scott estará ansioso.
               -¿Tú crees?
               -Estoy segura.
               Y, como ve que no me muevo, me empuja de la cama hasta conseguir echarme, contempla cómo me visto y me sonríe cuando me giro para mirarla.
               -Deséame suerte.
               -Es Scott. No la necesitas. No os deis muchos besos-me pide, y yo pongo los ojos en blanco-. Adiós-dice, y se echa por encima la manta. Sacudo la cabeza.
               -Tonta.
               ­­-¡Sé lo que significa tonta!
               -Adiós, te quiero-canturreo, cerrando la puerta y zumbando escaleras abajo. Estoy a punto de torcer la esquina de la calle de Scott cuando doy la vuelta y vuelvo corriendo a casa. Mamá me mira.
               -¿Qué te pasa?
               -Eh… se me ha olvidado lavarme los dientes.
               -¡Vete a casa de Scott ahora!-me exige mi augusta madre, y yo me apoyo en la puerta.
               -Voy a terminar dando la vuelta.
               Mamá, ni corta ni perezosa, se gira, orienta la cabeza hacia las escaleras, y brama:
               -¡ASTRID! ¡DAN! ¡TOMMY OS VA A LLEVAR A JUGAR CON DUNA!
               Y mis hermanos bajan corriendo a toda velocidad por las escaleras, hasta el punto de que Astrid tropieza y se cae encima de Dan que, gracias a Dios, le frena la caída.
               Entiendo a mis hermanos, la verdad es que yo también estoy bastante extasiado por ir a casa de Scott. Los niños corretean delante de mí, se cogen de las manos, dan saltos, se separan y se juntan de nuevo.
               Tengo un nudo increíble en el estómago cuando llamo a la puerta. Astrid y Dan la atraviesan apenas se abre.
               Sabrae se me queda mirando un rato, como si no me conociera. Luego, esboza la sonrisa más resplandeciente del universo y trona:
               -¡SHASHA! ¡HA VENIDO TOMMY! ¡SE VA A DISCULPAR ÉL! ¡ME DEBES CINCUENTA LIBRAS!
               -¡ME CAGO EN MI MADRE, NO PODÍA NUESTRO PUÑETERO HERMANO DAR EL PRIMER PASO, SI ES QUE TODO ME SALE MAL EN ESTA VIDA, ME VOY A PEGAR 84 NAVAJAZOS!
               -Esto… ¿está…?
               -Sí sí, sí, sí, sísísísísí-asiente Sabrae, haciéndose a un lado y haciendo una profunda reverencia. Dios, te adoro, necesitaba la pasta para…
               -No cantes victoria, culo gordo, igual Scott se echa a llorar nada más verlo y se disculpa primero.
               Subo las escaleras con las rodillas temblando; Zayn y Sherezade me observan desde distintos lugares de la casa. Los dos parecen felices de que esté ahí.
               La puerta de la habitación de Scott está entreabierta, pero yo llamo con los nudillos, por si acaso.
               -Vete a tocarle los cojones a otro, Shasha-gruñe Scott, con el brazo por encima de la cara y la otra mano en el vientre.
               -No soy Shasha-digo yo, y él se quita el brazo de la cara, levanta la cabeza, me mira y se incorpora de un brinco-. ¿Puedo pasar?
               -Hostia, Tommy-tengo que darle las gracias a mi madre por haberme puesto ese nombre, porque me encanta cómo Scott hace que suene-. Claro, claro. Espera, que quito la mierda de por en medio para que te sientes… eh… pues donde quieras-dice sin mirarme, coge la ropa que tiene tirada en la silla del escritorio y la traslada al armario. Abre la puerta y la mete de a hecho. Y se le caen varias camisetas. Cuando se agacha a recogerlas, se le caen más-. Me cago en dios-susurra, empujándolas y tratando, sin éxito, de cerrar la puerta.
               -Eh… puedo sentarme en la cama. Si quieres.
               Él se gira y me mira, con sus ojos verdosos chispeantes de sorpresa.
               -Claro. Sí. La cama. Espera, que estiro las…
               -Te ayudo-le digo, y los dos tiramos de las mantas para dejarlas lo más lisas posible.
               Si con Diana las musas vinieron a visitarme y fueron generosas en sus dones, con Scott me pasa todo lo contrario. Casi se me olvida hasta cómo se respiraba. Menos mal que de eso no se ocupa mi parte consciente; de lo contrario, estaría tirado en el suelo, boqueando como un pez, asfixiándome en un entorno hostil.
               Y no ayuda la puta rapada que se ha pegado el cabrón. Le ha faltado tiempo para ir a la peluquería. Sinceramente, de lo primero que me entran ganas en cuanto me doy cuenta de que está calvo es de pasarle las manos por la cabeza y meterme con él porque parece Pitbull. Quiero pedirle que me cante algo. Ya tú sabe.
               Así que nos sentamos en la cama, cada uno en un extremo, mirándonos los pies. Yo los míos, y él los suyos.
               Es el momento más incómodo de mi vida, y sé que él no se siente especialmente cómodo en esta situación. Pero es que no se me ocurre nada que decirle.
               -He visto que has terminado de construir tu mina en la granja-suelta, y yo me lo quedo mirando. No sé cuál de los dos es más subnormal. Toda la vida he creído que era yo, por lo bueno que es él con las Mates, pero ahora ya no estoy tan seguro.
               -Eh, sí. ¡Sí! Bueno, pagué unas gemas extra. Total, las tenía ahorradas, y no me daba para la estación de tren, así que…
               -Es una buena inversión.
               -Pues sí.
               Scott se enreda y desenreda los dedos, mientras yo pienso en cómo abordar la situación.
               -Escucha, T…-empieza él, y Shasha pega un grito.
               -¡JÁ! ¡TE LO DIJE! ¡SUELTA LA PASTA, PERRA DEL AVERNO!
               -¡ESO NO ERA LO QUE HABÍAMOS ACORDADO! ¡APOSTAMOS QUIÉN IRÍA A CASA DE QUIÉN!
               -¡LO TENGO POR ESCRITO!
               -¡IDOS A LA MIERDA, PUTAS CRÍAS DE LOS COJONES!-ladra Scott, y yo no me espero que dé ese bramido, así que doy un brinco y me lo quedo mirando-. Lo siento.
               -No pasa nada.
               -Dame el dinero-exige Shasha.
               -No te voy a dar un penique.
               -¡Se acaba de disculpar!
               -¡Por sobresaltarlo!
               -¡Os juro por dios que en cuanto me saque el carnet os meteré en el maletero del coche y os abandonaré en alguna cuneta de Sicilia!
               -¿Y cómo piensas llevarnos a una isla, listillo?
               -¿Con un barco?-espeta Scott.
               -Pero si no…
               -¡MAMÁAAAAAAAAAAA!
               -¡NIÑAS! ¡DEJAD A SCOMMY QUE HABLEN!
               Scott y yo nos miramos un momento, y sonreímos, y nos miramos las manos. Scommy. Es como nos llamaban nuestras madres cuando éramos pequeños. Éramos un pack indivisible. Voy a llevarme a Scommy al zoo. Tengo un juicio, ¿puedes cuidar tú de Scommy? ¿Qué tal si llevamos hoy a Scommy a la playa? Hoy Scommy están revolucionados, me han entrado ganas de darlos en adopción.
               Shasha y Sabrae se marchan dando pisotones, y Scott suspira.
               -Te han echado de menos.
               -Pues me veían en clase-digo, mirándolo.
               ¿Scott ha sido así de guapo toda la vida, o es ahora que tiene sexo regular también entre semana?
               -Me refiero a tenerte aquí.
               -Ya. Yo también lo he echado de menos-digo, mirando la habitación. Las fotos de nosotros siguen por ahí. Un poco apartadas, porque duele mirarlas. Pero siguen por ahí-. Siento habértelo puesto tan difícil. Si hubiera sabido que lo estabas pasando mal por nuestra culpa, yo… habría sido más… no sé cómo. Sensible-digo, y Scott me mira, y sonríe.
               -¡Shasha!
               -¡Qué!
               -¡Dale la pasta a Sabrae!
               -¡No me lo puedo creer!
               Yo sonrío.
               -Supongo que ahora Shasha me odiará, ¿no?
               -Terminas acostumbrándote-Scott se encoge de hombros-. Yo también te tengo que pedir perdón. No estuvo bien eso de no contártelo. Y lo de decir que estaba con Trixie… fue una sobrada. No debería haberlo dicho.
               -Sí, la verdad es que eso me tocó los cojones más que el que hubieras estado con Eleanor en sí.
               -¿Y te crees que a mí no me jodía compartirlo contigo, Tommy? Eres mi mejor amigo. Bueno, ¡qué coño mi mejor amigo! Eres mi hermano, el hermano que mis padres no han podido darme-yo sonrío, la verdad es que sienta bien escucharlo decir eso otra vez. Tenía miedo de que Scott hubiera renunciado a esa faceta de nuestra amistad-. ¿No piensas que a mí también me dolía estar con ella, y tener miedo de que nos descubrieras? ¿Que no me dolía en el alma pensar que no podía contarte lo que hacíamos, compartir con la persona más importante de mi vida cada detalle, cada cosa que me hacía sentir?
               -Scott-advierto.
               -Tommy-replica él-. Nos sabemos nuestros nombres. Lo que siento por tu hermana va mucho más allá del sexo. El sexo es genial, sí, literalmente la han hecho para mí y todo es rollo, pero no sabes cómo me mira, cómo me toca, cómo me hace sentir cuando estoy con ella o cómo me besa. Ni siquiera Ashley me hizo sentir así. No sabes el ansia que me daba de que tuviéramos que cambiar de aula en el instituto, porque puede que la viera, aunque fuera unos segundos. Dos segundos son suficientes. Yo sólo necesitaba os segundos para conformarme, pero ella… ella me daba ganas de suplicar por siglos, Tommy.
               La pregunta del millón.
               -¿Cuánto lleváis?
               Scott se queda callado.
               -Malik-digo, en tono de advertencia, y él contesta:
               -Dos meses. Y pico.
               -Joder, Scott.
               -Desde la noche en que…
               -Ya, Scott, ya. Sé contar-gruño, pasándome una mano por la cara y bufando.
               -No fue a propósito. Sucedió sin más. Es como si llevara una venda y de repente me la quitaran. Y la vi. La vi, Tommy-me dice, y yo suspiro, pongo los ojos en blanco y suspiro. Me miro las manos.
               -Dime que la quieres-él se queda callado, no sabe si esto es una trampa o no-. Dime que la quieres, Scott. Necesito escuchártelo para creer que eres bueno para ella.
               -Ya sabes que lo soy-contesta, duro. No, no, no, tú no puedes ponerte chulo, eres el calmado de los dos, ahora es cuando…
               -¿La quieres con todo tu corazón?
               -La quiero con todo mi cuerpo-responde, porque es un Malik, y lo será hasta el día en que se muera-. Mi corazón no abarca para lo que siento por ella.
               -Si le rompes el corazón, te mataré-él asiente-. Si juegas con ella, te mataré-él vuelve a asentir-. Un paso en falso y te destrozaré como tendríamos que haber destrozado al hijo de puta que se atrevió a tocarla sin su permiso.
               Scott asiente, muy serio.
               -No vas a necesitarlo.
               -Eso espero, Scott, porque no sé si podré soportar no digamos una vida, sino otra semana como ésta.
               -Para mí también ha sido bastante horrible-conviene-. ¿Tommy?
               -¿Sí?
               -Siento haber sido yo. Pero no siento que sea ella. Es maravillosa. Es genial. La quiero con locura.
               -Está bien-murmuro, y me vuelvo a mirar las manos-. Yo… me voy a ir yendo.
               -¿Tan pronto?
               -Sí, bueno, es que… necesito tiempo para reposar. ¿Estamos bien?
               -Estamos bien-asiente, me tiende la mano y yo se la choco. Entrelazamos los pulgares y nos miramos a los ojos.
               -Guay, bueno… mañana vendré a verte, ¿te parece bien?
               -Me parece genial.
               -Guay-digo, y me levanto, y Scott también se levanta, y se me queda mirando mientras voy a la puerta. Me giro y le pregunto-: Somos amigos otra vez, ¿no?
               Él se mete las manos en el bolsillo trasero del pantalón.
               -Sí, claro. Amigos otra vez-asiente.
               -Te he echado de menos.
               -Joder, y yo a ti, T-sonríe. Su sonrisa es triste, la mía también. Me como la cabeza durante todo el trayecto a casa, pensando en cómo puedo mejorarla. Y se me ocurre cómo.
               Cojo a Diana y a mi padre, los hago acompañarme al centro, compro un montón de comida y me encierro en la cocina con mi americana. Le cocino su plato favorito y la pongo de pinche a ayudarme a preparar una especie de bizcocho, que en realidad no es un bizcocho, sino todas las rosquillas que consigo hacer. Las relleno de cremas diferentes: nueces, avellanas, avellanas y chocolate, chocolate negro y chocolate blanco, mermelada de fresas…me quedo con Diana mientras enfría la masa y ella se come el pollo que le preparó por primera vez mi padre, y me sonríe, y me ayuda a colocarlo todo bien bonito en una caja, a decorar los donuts para que estén como a él le gustan, y me da un beso y me dice que no esté nervioso, que sé que a Scott le encanta cómo cocino.
               Eleanor se está preparando también para salir. Me mira muy seria, se queda quieta y se le empañan los ojos. Está viendo mi cuerpo tendido en el suelo, inerte y frío, no lo que soy ahora.
               -Tommy…
               -Siento lo de ayer. No se va a repetir, te lo prometo-le digo, apartándole un mechón de pelo detrás de la oreja-. Gracias. Fuiste muy valiente. Estoy orgulloso de ti. Y de que seas mi hermana.
               -Lo que te dije sobre mamá… no lo decía en serio.
               -Tranquila, princesa. Lo sé-le beso la frente y ella suspira, aliviada.
               -Tommy… Scott me quiere. Tienes que creerme; lo hace de verdad, no sabes lo que me dice…
               -No es lo que te dice. Es lo que él hace.
               Eleanor se queda callada, mirándome sin atreverse a hacerlo.
               -¿Y qué hace?
               -Estar una semana sin hablarme porque yo digo que no está enamorado de ti.
               Eleanor sonríe, y el sol pierde un poco de su brillo en detrimento de mi hermana. La estrecho entre mis brazos, haciendo que peligre la caja con los donuts, pero me da igual. Mi niñita es feliz con mi mejor amigo y tengo que aprender a aceptarlo. Ella se pega a mí, cierra los ojos y suspira cuando le doy un beso en la cabeza. Me pasa las manos por la espalda y no se me despega aun cuando se nota que yo quiero marcharme.
               Por fin, cuando se separa, le levanto la mandíbula y le beso la punta de la nariz.
               -¿Me prestas a tu novio esta noche?
               -¿Qué quieres hacer?
               -Cebarlo-explico-. Y luego, me lo comeré.
               -¿Y si digo que no?
               -Me lo voy a pasar por el forro, porque antes de ser tu novio, Scott era mi amigo.
               Eleanor sonríe.
               -Que os divirtáis-responde, y se quita los zapatos, se pone las zapatillas de pies de garra y se marcha al salón, a sentarse al lado de Diana.
               Yo recorro en silencio las calles iluminadas por la luz de las farolas, con la bufanda ocultando la sonrisa de subnormal que soy incapaz de quitarme de la boca. Troto por las calles hasta llegar a la de Scott, me acerco al porche y llamo al timbre. Escucho movimiento en casa, voces que discuten, y finalmente pasos apresurados que se acercan a la puerta.
               Y me abre él. ¡Me abre él! Joder, es el mejor día de mi vida. Lleva una mascarilla colgada del cuello, se ha puesto una camiseta de tirantes y unas bermudas que le llegan hasta la rodilla.
               -Tenía la esperanza de que fueras tú-sonríe, y yo levanto la caja de los donuts.
               -¿Tienes hambre?
               Scott abre muchísimo los ojos, luego, me mira a mí.
               -No lo sé, Thomas, ¿el agua moja?
               Dentro de casa, Zayn sonríe. Odia que Sher o él digan esa frase, pero ya la echaba de menos: una semana sin oírla de labios de su hijo es muchísimo tiempo. Le paso la caja a Scott y él la abre.
               Se da un tortazo a sí mismo al pegarse la mano a la cara y tirarse de la mejilla antes de soltar:
               -Madre mía, no serán caseros.
               -No, Scott, le pedí a la dependienta el único donut del monstruo de las galletas bizco que se ha hecho en la puta historia de los donuts del monstruo de las galletas. ¿A ti qué coño te parece?
               -¿Que qué me parece? Que Eleanor me va a matar, porque estoy a esto-me dice, enseñándome dos dedos muy juntos- de ponerme de rodillas y hacerte la mamada del siglo.
               -¿Qué te lo impide?
               -Que seguro que me pegas el sida.
               Alzo las cejas.
               -¿Sabes qué? Ahora no te voy a decir en qué donut he escupido, para que te comas mis babas. Espero que te gusten-digo, dándome la vuelta sobre los talones y echando a andar hacia la puerta. Pero Scott me agarra del hombro.
               -Quédate a comer.
               -¡Scott Malik! ¿Qué forma de invitar a alguien a cenar es esa?
               -No te estoy invitando, es una putísima orden-responde Scott, y yo sonrío.
               -¿Es para que te diga en qué donut he echado el japo?
               -En parte. Y porque quiero enseñarte una cosa-dice, cogiendo la caja y tirando de mí por la casa. Sher me sonríe al vernos pasar.
               -Es bueno verte, T.
               -Es bueno estar de vuelta, Sher.
               -Vale, así que, he tenido unos días de mierda-me explica Scott-, no podía pintar, a tu hermana casi le entra depresión porque no era capaz de dibujarla y… ha sido irte tú, y me han empezado a picar las manos. Así que he cogido un cubo de pintura extra rápida, lo he echado sobre una de las paredes de la habitación de los grafitis de papá-continúa, abriendo la puerta y los brazos para que observe su gran obra-, y he hecho esto.
               Me vuelvo para contemplar el mural mejor hecho en la historia de los murales en el que se puede ver a Diana y Layla sentadas mirando al cielo, ambas en la misma actitud que tenía mi americana en la foto que salió a la luz de ella en el partido de su equipo de béisbol favorito. Las dos sonríen, felices, y Scott ha conseguido que sus ojos brillen con la intensidad que yo veo en ellos.
               No puedes ver a qué estaban mirando las chicas, pero parecen tan felices que te da igual. Te regodeas en su belleza y tranquilidad. Y son perfectas. Copias perfectas de mis chicas perfectas. Me vuelvo hacia Scott.
               -Me da lástima que ese dibujo se pierda.
               -¿Te gusta?-pregunta él, ilusionado, como si no me encantaran todos los dibujos que él hace.
               -Es genial.
               -Guay, porque es un regalo. Como tus donuts-dice, sacando uno de la caja y dándole un mordisco.
               -¿Un regalo que se queda en tu casa?
               -Le he puesto una sábana debajo. Está pintado sobre una sábana. No se lo digas a mamá, todavía no se lo he contado. Así que te lo puedes llevar cuando lo termine.
               -Y, ¿eso cuándo será?-no tenía sitio en mi habitación para poner el dibujo, pero me daba igual. Ya encontraría la forma de colgarlo de algún sitio en el que se viera cada día, y se admirara como artista y retratadas se merecían.
               Buckingham Palace, por ejemplo.
               -No me metas prisa-bufa Scott-. Tengo pensado hacerlo en los ratos libres en que tú no estés rondando.
               -O sea, nunca-sonrío, y él también sonríe.
               -Siempre sabes lo que tienes que decirme, T.
               -¿Tú crees? Pues espera. He estado pensando lo que hemos hablado antes. Y he decidido que no tengo por qué meterme entre Eleanor y tú, así que…
               -te prometo que voy a hacer lo que sea para hacerla feliz. Lo que esté en mi mano-me asegura-. Incluso lo que no, también lo voy a hacer.
               -¿Te quieres callar, que estoy hablando yo?-protesto, y él alza las manos, cierra los ojos-. Sé que vas a hacer lo imposible por hacerla feliz. Te conozco desde que nací.
               -Tenías un día.  
               -Mira, chaval, si tantas ganas tienes de camorra, me lo dices, nos pegamos, y cada uno a su casita.
               -Yo ya estoy en mi casita.
               Me lo quedo mirando, con los ojos entrecerrados.
               -Recuérdame por qué nos hemos perdonado.
               -Porque nos amamos fervientemente-contesta, dándole otro bocado al donut y alzando las cejas en actitud sugerente.
               -Eso está por ver. Depende del día.
               -¿Del tuyo o del mío?
               -Pero, ¡mira que estás tocapelotas, eh, tío!
               -Es que te he echado mucho de menos.
               -Ahí quería llegar yo. El caso es que voy a intentar asimilar lo tuyo con Eleanor. Pero ni de coña vas a pasar más tiempo con ella que conmigo. Ya podéis echar polvos rapiditos.
               -Se hará lo que se pueda.
               -No, Scott, lo vas a hacer, porque antes de ser de Eleanor, eras mío, y yo no voy a renunciar a ti así como así.
               Scott sonríe, y me guiña el ojo.
               -¿Quieres fiesta esta noche, bribón?
               -No. Quiero otra cosa. He estado pensando mientras cocinaba-Scott asiente, ya sabe que le doy mucho al coco o absolutamente nada cuando cocino; no tengo término medio-. No quiero ser tu amigo.
               Scott se pone pálido. Total y absolutamente pálido.
               -¿Qué? Pero… ¿por qué?
               -Porque tú y yo nunca hemos sido amigos, Scott. Y, sinceramente, a mí no me basta con ser tu amigo-le paso una mano por el cuello y lo pego a mí, junto nuestras frentes y le digo, mirándolo a los ojos-. A mí no me basta con que seamos amigos; yo necesito que seamos hermanos, S.
               Scott me sonríe con una sonrisa feliz, nada de lo que hace que medio Londres pierda las bragas, sino que todo el mundo, absolutamente todo el mundo, se enamore de él. Y me estrecha entre sus brazos, y yo a él.
               Nos abrazamos tan fuerte que nos hicimos crujir mutuamente las espaldas, nos estremecimos sintiendo ese torrente de energía que siempre nos inundaba cuando llevábamos tiempo sin vernos y nos reencontrábamos una vez más, dimos saltitos, nos acariciamos las espaldas, y borramos de un plumazo esa semana horrible. No nos habíamos dicho nada, no nos habíamos peleado, no nos habíamos pegado, sino que habíamos pasado esa semana separados en un bucle temporal que ninguno de los dos olvidaría, porque nos había enseñado que éramos mucho más que Scommy y Scommy era mucho más que nosotros dos.
               Yo siempre llevaría a Scott dentro de mí, y él siempre me llevaría a mí dentro de él. Y nos dijéramos lo que nos dijéramos, nos hiciéramos lo que nos hiciéramos, siempre seríamos hermanos, aunque no compartiéramos sangre. Nos habíamos dado algo mucho más importante.
               Nos habíamos dado lo que éramos, nuestra esencia. Y no la podríamos recuperar.
               Yo no quería recuperarla.
               Y Scott, tampoco.
               -Te he echado tantísimo de menos-me dijo al oído, y yo me estremecí, le dije que yo a él también. Le acaricié la cabeza, pegándolo más a mí, y le di un beso en la mejilla.
               -Dime que te quedas a dormir.
               -¿Que si me quedo a dormir? Voy a pasarme pegado a tu culo lo que nos quede de vida.
               -Pues tendremos que ir a comprar pantalones más grandes-bromeó, y yo me eché a reír.
               -Te quiero un montón, Scott.
               -Ya lo sé, Tommy.
               -Y, por lo mucho que te quiero, te tengo que preguntar por qué cojones te has rapado-solté, y él se echó a reír, se pasó una mano por el pelo.
               -Me apetecía un cambio.
               -Pareces un monje budista, ¿sabes en qué te vas a reencarnar ya?
               Scott suspiró.
               -Déjame tranquilo, Tommy.
               -O Bruce Willis. Pero no te brilla la calva. Bruce Willis en El sexto sentido.
               -Que te calles, Tommy-le pasé la mano por la cabeza, disfrutando del ruido de la ficción de mis manos con su pelo.
               -¡Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyy, cómo pinchas!
               Y Scott sonrió. Con su sonrisa de Seductor™.
               -¿Sí? Pues a tu hermana no le molesta cuando le como el coño.
               -¡Me cago en tus muertos, Scott!-troné, dándole un empujón y un puñetazo, pero no fui a matar, así que él tampoco. Nos quedamos tirados en el suelo, yo mirando su obra, y él mirándome a mí-. ¿Por qué me miras así?
               -Porque eres hermoso.
               -Tengo novia-respondo, y él se echa a reír.
               -Tienes dos.
               -Vamos a cerrar el cajón de mierda, porque no te conviene que yo me ponga a revolver en él.
               -Mientras sigas cocinándome donuts así, te dejo que revuelvas donde te dé la gana-dijo, mordiendo otro donut, el tercero que se comía. Le iba a dar un empacho y se iba a quedar tieso en el sitio. Yo sonreí-. Oh, señor, Tommy, me quiero casar con tus putas manos.
               Oh, señor, Tommy.
               Oh, señor.
               Oh.
               Sonreí. ¿Quería camorra? La iba a tener.
               -Scott.
               -Mmf-dijo, mirándome.
               -Di “oh”.
               Scott frunció el ceño.
               -¿Para qué?
               -Dilo, coño, o no te hago más donuts.
               -Oh.
               -Buen chico. Otra vez.
               -¿Oh?
               -Y ahora di que es probable que suene mal.
               -Es probable que suen…-abrió mucho los ojos-. ¿¡No me estarás haciendo cantarte Like I Would!?
               -HEEEEEEEEEEE WON’T TOUCH YOU LIKE I WOULD-grité, toqueteándole la cara. Él me dio un manotazo y ladró:
               -No quiero que estamos reconciliados-se puso de morros y todo, el tío.
               -¿O qué? ¿Qué me vas a hacer? ¿Arañarme con la calva?
               -Vete a la mierda. Déjame la calva.
               -Si no querías que me metiera con ella, no haberte rapado.
               -¡Me estaba buscando a mí mismo!
               -¿Y te ibas a encontrar en tu cuero cabelludo? ¿Cómo se te ocurrió semejante tontería? ¡Hola!-grité, golpeándole la cabeza-. ¿Hay alguien en casa?
               Scott me pegó un empujón para alejarme de él. Me miró con odio.
               -Thomas, desde luego, dices cada gilipollez, que muchas veces me quedo dos años preguntándome dónde las cultivas.
               -En la huerta de la granja-expliqué. Scott puso los ojos en blanco, negó con la cabeza y se terminó el donut.
               -Te hago un puto mural con tus dos novias y vas y me lo pagas metiéndote con tu pelo.
               -¿Qué pelo, Scott, si ni tienes?
               -¡Cállate ya con mi puto pelo, Tommy, joder!
               -Bueno, es que, ¿qué quieres que te diga? ¡Te intentaría decir algo bonito, pero es que no puedo dejar de mirarte la calva!
               -Qué pesado eres, dios mío-bufó, metiéndose otro donut en la boca.
               -Es que, ¿a quién se le ocurre? Seguro que tienes ahora más pelos en los huevos que en la cabeza.
               -¿Quieres que llamemos a tu hermana y le preguntemos?-sugirió, y yo me lo quedé mirando. Tal era mi expresión de estupefacción y asombro que Scott se echó a reír.
               -A mí no me hace ni puta gracia; ¿te faltó oxígeno al nacer?
               -Me parece evidente; de lo contrario, no serías mi mejor amigo.
               -A tomar por culo; se acabaron los donuts-dije, quitándole la caja y echando a correr, pero él se abrazó a mi pierna, me tiró al suelo y se enroscó a mi alrededor. Se comió las miguitas que quedaban de los donuts de la caja y estuvo llorándome al oído, diciéndome lo guapo que era y lo buena persona y lo bien que cocinaba hasta que accedí a prepararle más.
               No me dejó cocinar tranquilo, y varias veces estuve a punto de escupir en serio en los donuts, pero Scott me mordía el moflete y me decía que me encantaba que me prestara esa atención, y yo lo mandaba a tomar por culo y le preguntaba si no podía llamar a mi hermana para que lo entretuviera (“como sea, es que me da igual lo que le hagas, pero no me toques más los huevos, porque cojo la puerta y me voy”, “tú vete si quieres, pero la puerta, la dejas ahí”), y él me decía que no, que sabía que me ponía celoso de Eleanor. Y yo me descojonaba en su cara.
               Pero sí. La verdad es que un poco de celos de Eleanor, sí que tenía.

               Aunque tendría toda la vida para acostumbrarme a eso.

Te recuerdo que puedes hacerte con una copia de Chasing the stars en papel (por cada libro que venda, plantaré un árbol, ¡cuidemos al planeta!🌍); si también me dejas una reseña en Goodreads, te estaré súper agradecida.😍

Feliz San Valentín, bellas flores. Si me dejáis 50 comentarios, os recompensaré el día de los Enamorados con una sorpresita en el siguiente capítulo relacionada con el Spinoff de Sabrae

102 comentarios:

  1. DESPUÉS DE TANTOS CAPÍTULOS POR FIN ESTOY LLORANDO DE LA FELICIDSD Y DE LA EMOCIÓN!!
    Probablemente ha sido uno de los capítulos más bonitos que has escrito nunca y después de esto podemos confirmar que LAYLA NOS BENDICE A TODOS. LAYLA OSTIA ES EL FARO EN LA OSCURIDAD. LAYLA LO ES TODO Y GRACIAS A ELLA VUELVE SCOMMY. Viva Layla y que poco valorada está me cago en todo.
    Lo que no puedes hacerme es ponerme en un mismo capítulo unas escenas preciosas de Lommy y unas escenas preciosas de Tiana PORQUE MI PUTO CORAZÓN SUFRE. YO ASÍ ES QUE NO PUEDO ME CAGO EN TODO JODER
    Y ahora vamos con la parte más importante del capítulo: RECONCILIACIÓN SCOMMY. La verdad es que cuando vi que Tommy se iba de la casa de los Malik me dije:"más le vale a esta mujer no dejarme esto así después de lo mucho que me ha hecho sufrir" PERO ME ALEGRO QUE ME HAYAS CERRADO LA PUTA BOCA Y SUPERARAS MIS EXPECTATIVAS. SON TAN BONITOS JUNTOS Y AAYYYYYYYYY ES QUE ME LOS COMO JODER. NECESITO UN BLOG ENTERO PARA COMENTAR LO MARAVILLOSO QUE SON SCOMMY PORQUE NO HAY ESPACIO SUFICIENTE EN EL MUNDO PARA HABLAR DE ESO.
    Es tan increíble y bonico ver como se vuelven a putear, como poco a poco Tommy acepta lo de Scott y Eleanor (empezando por el abrazo que le ha dado a ella) y como se dan mucho por saco.
    Pd1: GRACIAS ERIKA POR REGALARNOS UN CAPÍTULO TAN MÁGICO Y BONITO COMO ESTE
    PD2: MENCIÓN especial a Tommy haciendo que Scott cante Like i would
    Pd3: Viva Tiana hablando en español e inglés
    Pd4: ERES UN BUÑUELO DE CREMA

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    1. TENÍA TANTÍSIMAS GANAS DE SUBIROS ESTE CAPÍTULO DE VERDAD aunque, si te soy sincera, estoy un poco "decepcionada" porque no me ha quedado como tenía intención en un primer momento. Me apetecía que la reconciliación de Scott y Tommy ocupara un poco más de espacio pero, como siempre, me he enrollado más de la cuenta al principio y ha sido al final donde he tenido que recortar. En fin.
      También tenía muchísimas ganas de que volviera a narrar Layla porque hace como UN MILLÓN DE AÑOS DE QUE ELLA NO HABLA DE VERDAD YA ESTÁ BIEN.
      Tiana y Lommy, lo mejor de la novela. Un día tengo que hacer un capítulo con las dos narrando sobre Tommy para ver los dos puntos de vista y decidir cuál le quiere más.
      DESDE EL PRINCIPIO ME IMAGINÉ SU RECONCILIACIÓN ASÍ, ES QUE LITERALMENTE DESDE QUE LIÉ A ELEANOR CON SCOTT ME DIJE QUE IBAN A SER ASÍ: TOMMY LLEGA A CASA DE SCOTT, MOMENTO DE TENSIÓN, SE MEDIO RECONCILIAN, TOMMY SE VA, VUELVE DE NOCHE, SE DICEN QUE SE QUIEREN Y SE BESAN Y SON AMIGOS Y HERMANOS Y NOVIOS Y SDFGHJKLÑ´
      Pd1: A VOSOTROS POR LEERLO.
      Pd2: lo mejor es si te lo imaginas, en plan Tommy agarrándole los mofletes a Scott y apretándolos y Scott en plan "te odio"
      pd3: EL MOMENTO MÁS CUQUI DE ESTA PUTA NOVELA GRACIAS POR TANTO PERDÓN POR TAN POCO.
      pd4: awwwwwwwww y tú un melocotón en almíbar❤

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  2. mira,, es que yo esto te lo tengo que decir por aquí: me ha encantado. Lo has escrito genial, perfecto joder SCOMMY VUELVE Y MÁS VIVO QUE NUNCA LES HE ECHADO DE MENOS, por fin vuelven a ser hermanos pOR FIN !!! enserio y la reconciliación con Diana también y oooh la conversación en inglés de diana y tommy te juro que mi corazón no podía con tanto pero buaah definitivamente scott y tommy son lo mejor de este mundo. He acabado llorando y riendo te lo puedes creer ????? Mira enserio te amo por escribir tan fantásticamente y por hacer esta reconciliación tan bonica enserio, deseando saber qué pasa en el siguiente capítulo de verdad, quiero ver como scott le toca de nuevo los cojones a tommy y tommy a scott es que de verdad es maravilloso, me río muchísimo con tu historia y también lloro mucho, dios me encanta. Sigue escribiendo hasta que tengas 90 años y sigas quejándote de que Amy Adams se merecía la nominación a los Oscars '17 !!!

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    1. asdfghjklñ muchísimas gracias de verdad, no sabes el alivio que siento sabiendo que os gusta, AY, estaba muy tensa escribiendo y pensando que había creado demasiado hype y que al final me iba a pasar factura, menos mal que vosotras sois buenas conmigo❤.
      ESTE CAPÍTULO HA SIDO PRECIOSO EN TODOS LOS SENTIDOS, es que vuelven todos a estar juntitos y felices y ayyyyyy madre mía qué ganas de seguir escribiendo y que veáis cómo avanza la historia, no os lo esperáis, lo sé.
      Scott le va a tocar MUCHO los huevos a Tommy, no sólo en general sino con Eleanor, y Tommy va a saltar a la mínima y se van a pelear muchísimo pero no pasa nada porque es la forma que tienen de decirse que se quieren AY MIS NIÑOS MIS HIJOS MIS PEQUEÑOS ME DUELE EL ALMA.
      ¿Te imaginas yo como una ancianita poniendo frases en plan OSCAR A AMY ADAMS allá por el 2086? Buah❤❤❤❤

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  3. MIS HIJOS HAN VUELTO. QUIERO REVOLCARME EN LA FELICIDAD QUE SIENTO AHORA PARA SIEMPRE. TODO ESTÁ BIEN OTRA VEZ JODER

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    1. NO TENÉIS NI IDEA DE LO QUE OS ESPERA DE VERDAD LOS SIGUIENTES CAPÍTULOS VAN A SER TODO MIMOS Y FELICIDAD AYYYYYYYYYYY cómo os voy a compensar el haber sufrido tanto tiempo ❤

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  4. TE ESTOT QUERIENDO CON TODA MI ALMA AHORA MISMO. TE JURO QUE ME HA SUBIDO MOGOLLÓN EL AZÚCAR Y CASI SE ME PARA EL CORAZÓN CON LO DE LAYLA

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    1. Layla es tan preciosa de verdad Oscar a Layla como Mejor Bizcocho Relleno de Praliné, década de los 2000.

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  5. ME HE IMAGINADO TODA LA ESCENA DE MIS NIÑOS PIDIENDOSE PERDÓN Y CASI ME ECHO A LLORAR. SON LO MÁS BONITO DE ESTE MUNDO. QUIERO QUE EXISTAN.

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    1. LO MEJOR ES CUANDO TE LOS IMAGINAS EN PLAN COMO SI LOS TUVIERAS DELANTE MADRE MÍA ME DA UN SÍNCOPE MIS HIJOS PRECIOSOS

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  6. OOOHHHH DIOOSSSS MIIIOOO!!!
    JODER ERI REALMENTE TENGO UNA FELICIDAD ENORME EN EL CUERPO. Es que macho porque escribes tan puto bien? Pffff es que estoy jodidamente enamorada de Scommy y joder Scommy no existe así que tenemos un putísimo problema porque necesito reproducirne con ellos y repoblar el universo con millones de miniscommys.

    Como te digo siempre, benditos sean esos deditos que Dios te dio.

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    1. AY MADRE MÍA NO ME DIGÁIS ESAS COSAS QUE ME PONGO ROJITA. Deberíamos hacer una carrera benéfica para que la NASA haga que Scommy existan de verdad, porque cada vez que pienso que son producto de mi imaginación y nada más, me pongo muy triste :(
      Muchas gracias bonita ❤

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  7. Cuando Scott se entere de que Tommy se ha intentado suicidar el si que se va a querer pegar 84 navajazos....

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    1. Las ganas que tengo de ponerme con el siguiente y que os enteréis de la reacción de Scott no son ni medio normales. Siento no haber publicado este fin de semana, tenía que descansar y preparar más ideas ❤

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  8. POR FIN CHAVAL, POR FIN. QUÉ PUÑETERA FELICIDAD DE VERDAD YA SIENTO QUE PUEDO RESPIRAR BIEN DUDE ES QUE HA SIDO PRECIOSO Y SON TAN CUCOSOS ENTRE ELLOS QUE NI TODO EL MERENGUE DEL MUNDO.
    Deberíamos abrir un culto a Layla de verdad que es nuestra salvadora. Eso sí estoy muy muy muy preocupada por ella y a ver cómo le va a Tommy con ellas dos ¿habrá salseo?
    P.D. Soy tremendamente repetitiva pero ME HA ENCANTADO MUCHÍSIMAS GRACIAS POR CREAR ESTO

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    1. LES BESO LA CARA DE VERDAD ES QUE NO HAY ANIMALES MÁS TIERNOS Y LINDOS Y CON NECESIDAD DE PROTECCIÓN QUE SCOMMY DE VERDAD QUIERO MONTARLES UNA SECTA EN LA QUE NOS REGALEMOS FLORES MUTUAMENTE.

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  9. A veces me preocupa mucho el hecho de pensar que la felicidad de unos personajes ficticios mejora o empeora la mía propia. Te juro que cuando he leído la reconciliación he chillado muy fuerte. Son lo más bonito que ha existido en los ultimos diez siglos.

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    1. ¿Te preocupa que Scommy te influyan, Sara? No te preocupes, yo vivo #literalmente para escribirlos. Así que te entiendo. No estás sola. Sé fuerte.

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  10. Mis hijos vuelven a ser hermanos y yo vuelvo a ser una madre feliz.

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    1. ¿He escrito yo este comentario y no me acuerdo, o algo? Te entiendo TANTÍSIMO.

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  11. Si alguien me encuentra una relación tan preciosa como la de Scommy, ya sea real o literaria que me la muestre porque yo creo que no existe

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    1. Es que son monos con ganas, yo creo que se entrenan o algo, si no, no es ni medio normal.

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  12. Me he partido el culo con el momento de Sher llamándoles Scommy, he soltado una lagrimilla mientras vomitaba carcajadas.

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    1. RECORDEMOS CÓMO FUE SU MARIDO EL QUE LOS LLAMÓ SCOMMY POR PRIMERA VEZ ES QUE
      LA FAMILIA MALIK>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>> LA FAMILIA TOMLINSON.

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  13. "Está brillando, es como si le estuviera haciendo el amor a la galaxia entera, y no sólo a ella." TIANA SON MIS PADRES VALE VALE

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    1. Thomas Louis Tomlinson
      (・_・)っ
      (っ / No será usted
      Lノ┘
        ___
      ⊂(・_・ )
       ヽ ⊂二/ un pelín
       (⌒) /

      /     \ 
      |  ●   ● | POETA
      \  __ /

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  14. Casi me da un soponcio con lo de Layla joder Erika.

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    1. LA PRIMERA VEZ QUE LEÍ TU COMENTARIO ENTENDÍ "SOPOR" Y ME PUSE MUY TRISTE PERO LUEGO LO LEÍ BIEN Y ME PUSE MÁS TRISTE AÚN LO SIENTO MUCHO TOMA UNA GALLETA 🍪

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  15. Eres magia pura escribiendo Erika. Magia. Prometeme por Dios que nunca dejarás de escribir.

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    1. AY MIRA PORFA TE COMO LA CARA, no te puedo prometer un "nunca" pero lo cierto es que ya no concibo mi vida sin escribir; tendrás que conformarte con "voy a tardar bastante en dejarlo, si es que lo hago", ¿hay trato? ❤

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  16. Te como toda la caraa de verdad.
    Me he metido por si de casualidad habias subido algo y tomaa💥💥
    Prometeme que nunca dejaras de escribir.
    Soy tu fan namber 1 jjajaajaa 🤗🤗❤️❤️❤️

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    1. Cómemela a gusto, Angela ☺
      ¿Sabes? Si sigues el blog, ya no tienes que meterte todos los días, en teoría te llega una notificación cada vez que publique algo *guiño guiño*
      Tardaré mucho en dejar de escribir, eso te lo garantizo ❤

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  17. EN EL ANTERIOR HOLAAAAAAAAA???? Y EN ESTE HASTA LUEGUISIMO
    He muerto al final con tommy y scott cuando tommy se ha ido ya me pensaba que hasta el proximo no se iban a volver a ver que angustia
    Scott poniendose nervioso cuando t ha llegado a la habitación mira que risa
    Iba a darle +1 puntito a diana por haber hecho que t fuera a ver a scott pero creo que mejor se lo doy a layla ??? O BUENO MEJOR A LAS DOS
    "Thomas, dices cada gilipollez que muchas veces me quedo dos años preguntandome donde las cultivas" YASSSSSS SCOTT

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    1. BARBARA POR FAVOR CREO QUE VOY A CREAR UNA SECCIÓN EN EL BLOG DONDE TÚ REACCIONES A COSAS DE VERDAD ES QUE YA CON LA PRIMERA FRASE ME DESPOLLO NO CAMBIES NUNCA
      Soy muy perra mala, me va el coitus interruptus para que os penséis que os voy a decepcionar y luego tiraros la bomba atómica en plan TOMAAAAAAAAA AHÍ LO TIENES
      Recordemos que Scott se puso igual de nervioso cuando estaba empezando con Eleanor y ella fue a verlo a su casa POR FAVOR, APRECIEMOS CÓMO SÓLO UN TOMLINSON PUEDE PONER NERVIOSO A SCOTT MALIK.
      ¿Tú apreciando a Diana? Madre mía qué cojonuda soy escribiendo, que me lluevan los Nobeles de literatura YA.
      ¿Y la ilusión que te ha hecho que Scott diga tu frase, eh? Se lo vas a contar a tus nietos

      lo sé

      te he cazao
      (╭☞ ͡ ͡° ͜ ʖ ͡ ͡°)╭☞

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  18. BUA BUA BUAAA EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO VA A VER ALGO DE SABRAE IM NOT READY!!!
    DIOS MÍO TE JURO QUE ME HA ENCANTADO ESTE CAPÍTULO POR FIN DIOS MÍO POR FIN SCOMMY VUELVE PERRAS

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    1. EFECTIVIEWONDER MI QUERIDA AMIGA, sólo espero que os haga ilusión lo que os estoy preparando ❤
      Y ya verás los siguientes, va a haber más Scommy que en un maratón de Scooby Doo.

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  19. MI NIÑA VUELVE A SER FELIZ CON EL CHICO QUE QUIERE Y MIS HIJOS SE QUIEREN OTRA VEZ. En serio me he puesto a chillar con Scommy los quiero

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  20. POR FIN!!!!!!!!!!!!!!!

    Madre mía tenía tantas ganas de leer esto que casi lloro al abrir el enlace... Ha sido genial Eri, este capítulo me ha transmitido muchísima calma (aunque al principio con Layla he sufrido un poco), y muchísima ternura como bien dijiste por twitter, ha sido precioso. El momento de Sher llamándoles Scommy me ha encantado y todo el momento Tiana, cuando T se ha dado cuenta de por qué Didi estaba cabreada y cuando ha pensado lo de las flores, mira me he reído mucho.
    Ayer me pasé todo el día deseando llegar a casa y terminar de estudiar para ponerme con el capítulo y dios, la espera ha merecido la pena totalmente, sabía que nos recompensarías por todo lo que hemos llorado durante la pelea.
    El momento Tommy-Eleonor también lo necesitaba muchísimo porque odiaba cada vez que se peleaban, (aunque la pelea entre ellos en el capítulo anterior y Eri en medio regañándoles me hizo reír bastante)
    La última frase me ha llegado "Aunque tendría toda la vida para acostumbrarme a eso." ya no sé quiere morir, Scott vuelve a ser su hermano (aunque realmente nunca había dejado de serlo) y todo vuelve a estar bien, y de verdad que me no puedo estar más enamorada de esta relación.
    pd: Haz que Tommy y Diana se casen de una vez porque son súper soulmates, tía.
    pd: Si hace falta te dejo yo los 100 comentarios pero por dios danos un poquito del spioff de Sabrae en el próximo cap.

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    1. Me alegro muchísimo de haber cumplido tus expectativas cosa guapa, precisamente calma era lo que buscaba después de la tensión con los demás ❤
      LO DE LAS FLORES DE TOMMY FUE UNA VENADA QUE TERMINÓ DE PONERLE LA GUINDA A ESTE CAPÍTULO DE VERDAD ME DUELE EL PECHO DE TANTO SER FELIZ.
      Pues en un pricipio no iba a haber momento Teleanor porque quería que ella los viera reconciliados por sí misma y se echara a llorar y ellos la abrazaran pero creo que he acertado haciéndolo así, especialmente porque Eleanor va a respetar el espacio de los chicos porque entiende que ellos se necesitan ahora mucho más que a ella.
      Y la última frase, uf, es una reconciliación de Tommy no sólo con Scott sino con la vida en general, ten en cuenta que Tommy NUNCA ha estado sin Scott y eso para él no es vivir, menos mal que todo ha quedado en un susto horrible y ya sale el sol.❤
      pd: me apunto tu petición
      pd2: NO HAY HUEVOS A DEJARME 100 COMENTARIOS EN UN CAPÍTULO JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

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  21. ME TIENES LLORANDO EN EL SUELO CON LA RECONCILIACIÓN. SON HERMOSOS JODER.

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  22. Ha sido una reconciliación preciosa.
    Scommy es preciosa ay.

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    1. Ay Fatima de verdad, menos mal que os ha gustado, estaba tan tensa por si no era así...

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  23. "-¿Y qué hace?
    -Estar una semana sin hablarme porque yo digo que no está enamorado de ti."
    HE SHIPPEADO A NIVELES EXTREMOS QUIERO MOMENTOS DE SCOMMY CON ELEANOR YA DE YA Y DE EL CELOSA O DE TOMMY CELOSO

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    1. SIGUIENTE CAPÍTULO QUERIDA, SIGUIENTE CAPÍTULO, PEDID Y SE OS DARÁ.

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  24. "Y me abre él. ¡Me abre él! Joder, es el mejor día de mi vida. Lleva una mascarilla colgada del cuello, se ha puesto una camiseta de tirantes y unas bermudas que le llegan hasta la rodilla." TOMMY ESTÁ ENAMORADO DE SCOTT A NIVELES EXTREMOS E INSOSPECHADOS.
    LOS QUIERO TANTO. EL SUFRIMIENTO HA TERMIANDO POR FIN

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    1. SE AMAN
      SON NOVIOS
      VAN A TENER HIJOS
      MUCHÍSIMOS HIJOS
      TODAVÍA TIENEN QUE DECIDIR QUIÉN LOS PARE

      PERO LO DECIDIRÁN

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  25. Menos mal que se han reconciliado ya joder el sufrimiento era real. Son los dos tercos como mulas me han dado ganas de hacerlos reales y darles de hostias.

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    1. Son muy necios y encima muy orgullosos, menos mal que el echarse de menos es superior a todo eso

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  26. Mis niveles de shippamiento han superado los limites en este capitulo. De verdad Erika de mi vida nunca dejes de escribir.

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    1. MIRA SE ME CAE LA BABA CUANDO ME DECÍS ESO EN SERIO

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  27. ESTOY LLORANDO SON PRECIOSOS COJONES

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    1. QUIERO QUE SE LOS LLEVEN A ALGÚN MUSEO PARA PODER PAGAR Y ADMIRARLOS

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  28. Había esperado la hostia por el capitulo de la pelea pensando que sin duda sería el peor pero estos últimos me han dejado en la absoluta mierda. Menos mal que este me ha devuelto el alma al cuerpo

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    1. "Menos mal que este me ha devuelto el alma al cuerpo" ME HA ENCANTADO ESA FRASE

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  29. Scommy is back bitches.

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  30. Los echaba tanto de menos... Necesito un capítulo de solo ellos dos. Metidos en cama y dándose mimos diciéndose lo mucho que se aman.

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    1. MARÍA DE VERDAD DEJA LOS SPOILERS, NO TIENE GRACIA QUE ME DESTRIPES LA NOVELA.

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  31. "-Porque tú y yo nunca hemos sido amigos, Scott. Y, sinceramente, a mí no me basta con ser tu amigo-le paso una mano por el cuello y lo pego a mí, junto nuestras frentes y le digo, mirándolo a los ojos-. A mí no me basta con que seamos amigos; yo necesito que seamos hermanos, S." EN REALIDAD ESTÁN CASADOS DESDE HACE UN MILENIO Y TIENEN 50 HIJOS

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    1. Tenía la esperanza de que alguien copiara esa frase de verdad Nuria te amo en silencio

      ahora ya no lo hago en silencio porque lo acabo de decir
      pero bueno

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  32. ESTOY LLORANDO EN SUECO. NECESITO QUE EL PROXIMO CAPITULOS SEA SOLO DE ELLOS DOS JODER

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  33. Me gustan tantisimo la relación de Tommy Diana y Layla que da pena saber que en un futuro Tommy tendrá que elegir

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    1. Creo que Tommy va a encontrar una manera de hacernos felices a todos siéndolo ellos tres también. Confiad en mi hijito.❤

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  34. "Yo siempre llevaría a Scott dentro de mí, y él siempre me llevaría a mí dentro de él. Y nos dijéramos lo que nos dijéramos, nos hiciéramos lo que nos hiciéramos, siempre seríamos hermanos, aunque no compartiéramos sangre. Nos habíamos dado algo mucho más importante.Nos habíamos dado lo que éramos, nuestra esencia. Y no la podríamos recuperar.Yo no quería recuperarla" ASÍ EMPIEZA LA BIBLIA JODER. SON LA RELACIÓN MAS BONITA QUE HE VISTO EN MIS 18 AÑOS DE EXISTENCIA

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    1. OTRA FRASE QUE QUERÍA QUE COPIARAIS EN LOS COMENTARIOS ES QUE NO DECEPCIONÁIS ❤❤❤❤❤❤

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  35. Scommy es lo más bonito que existe y punto en boca hombre ya.

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  36. HABEMUS RECONCILIACIÓN. MAS DE DIEZ CAPITULOS HA DURADO ESTA AGONÍA. MERECEMOS UN PREMIO ERIKA.

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    1. En mi defensa diré que en un principio la reconciliación iba a durar 10 capítulos pero claro, no contaba que iba a narrar Scott una parte de ésta y que yo con Scott me explayo sobremanera.
      Así que sí, merecéis un premio.

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  37. Son tan hermosos de verdad. Quiero darles el pecho. Bendita reconciliación.

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    1. Me dan envidia Sher y Eri porque ellas les dieron el pecho, no saben la suerte que tienen

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  38. A caso Scott no se va a enterar de que Tommy se intentado suicidar o que El ha querido dejarle??

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    1. Claro que sí ☺ lo que pasa es que no quería meterlo aquí, sino que Tommy se lo diga en un ambiente más tranquilo. No quería estropear el capítulo con eso

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  39. Me veo llorando cuando Scott se entere que Tommy se ha intentado suicidar

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  40. Llorando con la reconciliación estoy

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  41. QUE SE HAN RECONCILIADO LOCO SUBELOOOOO

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  42. "Nos abrazamos tan fuerte que nos hicimos crujir mutuamente las espaldas, nos estremecimos sintiendo ese torrente de energía que siempre nos inundaba cuando llevábamos tiempo sin vernos y nos reencontrábamos una vez más, dimos saltitos, nos acariciamos las espaldas, y borramos de un plumazo esa semana horrible." HE LLORADO MUCHO SEÑOR AY

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    1. PODEMOS APRECIAR CÓMO TOMMY PASA DE HABLAR EN PRESENTE Y SIN JUSTIFICAR EL TEXTO
      A HABLAR EN PASADO
      Y JUSTIFICANDO EL TEXTO
      ME PARECE MUY SIMBÓLICO LA VERDAD

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  43. SOLO PIENSO EN LO JODIDO QUE LO HEMOS PASADO Y EN LO BIEN QUE HEMOS SOBREVIVIDO

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  44. SCOMMY SIGUE PETANDOLO ME CAGO EN DIOOOS

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  45. Menos mal que estos dos idiotas se han reconciliado ya

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    1. Lo bueno se hace esperar, pero madre mía, cómo se han hecho de rogar los cabrones

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  46. No vuelvas a hacernos pasar por este sufrimiento otra vez Erika, por Dios. Otra vez más y no sobrevivimos

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    1. No creo que sea capaz de soportar la presión emocional que es tenerlos separados, así que no tengo pensado hacernos sufrir así de nuevo, tranquila ❤

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  47. MADRE MIA MADRE MIA LLORANDO
    SCOMY SON LA OTP DE ESTA NOVELA

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    1. VERDAD QUE SÍ, NO SÉ QUÉ ES UN SCELEANOR, TIANA, LOMMY O SABRALEC, SCOMMY MANDA Y EL RESTO OBEDECE

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  48. Eri, por favor no dejes nunca de escribir. Todo lo que escribes es oro puro y personajes como Scott y Tommy son obras maestras.

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    1. ESTOY GRITANDO INTERNAMENTE EN REALIDAD
      ( ˘͈ ᵕ ˘͈♡)

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  49. JODER JODER JODER ESTO ES MARAVILLOSO LES ECHABA DE MENOS DIPS MÍO HE SUFRIDO MUCHO

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  50. dios mío de mi vida gracias por esta obra maestra de verdad cuando he visto que habías subido el capítulo he dejado de estudoar economia y HE EMPEZADO A LEER EL CAPÍTULO PORQUE NO PODIA ESPERAR MAAAAS

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    1. AY DIOS MÍO QUÉ ILUSIÓN MÁS GRANDE ABAJO LA ECONOMÍA ARRIBA CHASING THE STARS

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  51. "NIÑAS DEJAD A SCOMMY HABLAR" y los dos se miran con sonrisas de bobalicones porque "JODER SOMOS SCOMMY" MIRA ESTOY A PUNTO DE DAR SALTITOS DE TANTA FELICIDAD  SCOMMY IS BACK Y ESO ES TODO LO QUE IMPORTA
    "A mí no me basta con que seamos amigos; yo necesito que seamos hermanos, S."PERO ES QUE SON LO MÁS BONITO QUE HAY NUNCA HE VISTO UNA RELACION TAN INTENSA Y BONITA COMO LA SUYA DE VERDAD
    TOMMY HACIENDOLE DONUTS CASEROS Y SCOTT PINTANDOLE UN MURAL MIRA SI SE LLEGAN A QUERER MÁS REVIENTAN ❤❤
    La reconciliación con Diana también ha sido maravillosa y me alegra que Eleanor y Tommy vuelvan a estar bien ❤
    Y vaya susto me has dado con lo de Layla, menos mal que al final no estaba embarazada BUENO Y HAY 100 COMENTARIOS ESTOY CHILLANDO PORQUE VAMOS A TENER SORPRESA SABRALEC
    -Ana

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    1. Se miran como si fueran bobos porque son NOVIOS y ADORAN tener un nombre conjunto quiero CHILLAR y morderles los mofletes dios mío
      ME VOY A PUTO TATUAR LA FRASE DE AMIGOS-HERMANOS DE TOMMY ANA DE VERDAD, es que desde que supe que se iban a pelear también SUPE que iba a suceder eso con ellos y AY mi coraçao sufre.
      HABLEMOS DE LOS REGALOS ES QUE ES LO QUE TÚ DICES, SI SE AMAN MÁS ESTALLAN LOS POBRES.
      Si te soy sincera, tengo la sensación de qe la reconciliación con Diana le hace sombra a la de Scott porque es TAN bonita y Tommy está TAN feliz en ese momento, sufro y todo fíjate
      Ese plot twist de Layla, no os lo esperabais eh, cómo os cacé.
      MIRA DE VERDAD OJALÁ OS GUSTARA LA SORPRESA DE SABRAE PORQUE ES QUE ME HACÉIS MÁS FELIZ OCN LOS COMENTARIOS QUE GRITO EN SERIO

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