jueves, 7 de septiembre de 2017

El héroe que necesitábamos.

-Pues sí-sonrió Scott, pellizcándole la mejilla, aprovechando que ahora no se podía revolver-, la verdad es que ya te hemos visto más feo. Te sienta bien esa barba de vagabundo indigente que te estás dejando-comentó, dándole una pequeña torta en la cara. Alec puso los ojos en blanco.
               -Oye, Al…-susurré, temiendo preguntar-, ¿sientes algo?
               Alec alzó las cejas.
               -No lo sé, Thomas, si me estás haciendo una paja, lo cierto es que deberías mejorar la técnica.
               -No le llames Thomas-protestó Scott.
               -Estoy convaleciente-replicó Alec.
               -Me refiero a que si te puedes mover, coño-espeté-. Le tengo cariño a Sabrae, no me gustaría que se follara a un tetrapléjico.
               Alec soltó un sonido parecido a una carcajada contenida.
               -No he probado aún. La verdad es que me cuesta un poco…-tragó saliva. Parecía cansado de repente. No, por favor. No-. ¿Puedes… levantar la sábana? Voy a ver si puedo mover los pies.
               Todos nos quedamos muy quietos mientras yo tiraba de la sábana hacia arriba, descubriendo sus pies. Tenía cortes y una venda en el mismo lado del cuerpo en que le habían escayolado el brazo. Alec hundió la cabeza en la almohada y tragó saliva, cerrando los ojos.
               Me acerqué instintivamente, queriendo confirmar que había visto una mínima vibración en sus dedos…
               … y, de repente, su pie salió disparado y me dio una patada en la mandíbula.
               -¡YO TE MATO!-bramé, saltando hacia atrás, mientras Alec se descojonaba en el sitio, poniéndose la escayola sobre la tripa y riendo sin parar. Los demás también se reían, incluso Scott había esbozado una sonrisa que intentaba disimular por todos los medios, por eso de que yo era rencoroso y no le dejaría disfrutar de una convivencia tranquila-. ¡Gilipollas de mierda! ¡Voy a decirles a las enfermeras que te inyecten eutanasia!
               -Me echarías de menos a rabiar si me muriera-acusó Al. Arqueé las cejas.
               -Puedo vivir perfectamente sin ti, muchas gracias.
               -Ah, pero T-se incorporó un poco e hizo una mueca. Todos nos inclinamos hacia él, estirando un brazo, prestos a ayudarle-. Estoy bien. Joder. Tranquilos. Os va a hacer falta otro sicario para quitarme de en medio. Reclamadle lo que le pagasteis al del coche, está claro que era un principiante.
               -Nos merecieron la pena las 20 libras por verte esa ridícula perillita-respondió Max. Alec
 levantó el brazo izquierdo, y, recordando de repente que lo tenía escayolado, hizo una mueca y alzó el derecho. Se mesó la barba como haría Albus Dumbledore.
               -Aún no me acostumbro a esta mierda-comentó, señalándose el brazo con la cabeza-. Los diestros sois gente muy rara, lo sabíais, ¿verdad?-inquirió, mirándonos a todos.
               -Sí, Al. Nos lo habrás dicho unas dos mil veces desde que te has despertado-sonrió Bey, balanceando sus larguísimas y tonificadas piernas en la cama de al lado. Tam sonrió, toqueteándose las trenzas.
               -El caso es que me gusta el estilo que me están dejando en el hospital. Me han abierto en canal pero no me han tocado la cara.
               -Uy, sí, menos mal, ¿eh? Que te han tenido que extirpar partes de pulmón, pero te han dejado la cara como antes-protestó Karlie. Alec giró la cabeza y la miró.
               -Para que te sientes a gusto en ella, nena.
               Karlie puso los ojos en blanco y le hizo un corte de manga.
               -¿Te imaginas, Al?-le pinchó Scott-. Si fueras feo, ya no follarías. Nadie se interesaría por ti. Adiós a tus memorias y a tu posible carrera como personaje literario; nadie escribe historias sobre alguien feo. Suerte que aún sigues siendo medio guapo-volvió a toquetearle la cara-, aún puedes protagonizar capítulos y seguir hinchándote a follar.
               -Estás llamando superficial a tu hermana, y tu hermana sabe kick-boxing-advirtió Al-, es un camino por el que ni yo me metería.
               -¿Está Sabrae aquí? Fíjate, Al. Te quiero yo más que ella.
               -Más que Sabrae, sólo me quiere mi madre-zanjó él, chulito. Esbozó una sonrisa, su sonrisa, la sonrisa de Fuckboy® y meneó las cejas-. Pero ya sé lo que te preocupa, S. Tranqui. Te daré sobrinos guapos, para compensar el desastre de jeto que tiene su tío.
               Scott se irguió.
               -Me caías mejor cuando estabas en coma.

               -¿Sí? Una verdadera lástima. He descubierto que aquí soy como un multimillonario, solo que sin los batines de satén que te hacen parecer maricón. Uy. Lo siento, L-se volvió hacia Logan, que hizo un gesto con la mano.
               -Con no dejarte otro en la vida, está solucionado-respondió Logan. Alec se rió.
               -¿Cómo es eso?-pregunté. Alec se encogió de hombros.
               -Me han subido dos macizorras desde la UVI a la planta, sin sacarme de la cama. Si eso no es vivir la vida buena, no sé lo que es-y va, el muy gilipollas, y hace un dab.
               No podíamos con él.
               -¿Seguro que no tienes nada en el cerebro que te tengan que mirar, para aprovechar y que te lo reconfiguren, y que dejes de ser así de subnormal?-preguntó Bey. Alec le sacó la lengua.
               -Entonces, perdería todo mi carisma.
               -¿Qué carisma?-Bey se cruzó de brazos. Alec hinchó los carrillos y se sonrieron con calidez. Dios, tenía la sensación de estar viviendo un sueño. Era increíble que Al estuviera tan despierto y así de bien. Parecía preparado para levantarse de la cama y largarse de fiesta tres días seguidos.
               Era lo que a mí me apetecía, al menos. Irme de fiesta, olvidarme de todo, beber y bailar hasta caer rendido en la cama.
               -¿Te acuerdas de algo?-preguntó Scott. Alec negó con la cabeza.
               -Me acuerdo de recoger el paquete en la oficina, poner la dirección en el GPS y salir del edificio. No me acuerdo ni del coche, ni nada. Aunque estoy seguro de que yo no me salté el semáforo-aseguró-. Me conocéis, tíos. Sabéis que sólo me los salto de noche, cuando no viene nadie. No soy tan imbécil, ¿sabéis?
               -No creemos que te lo saltaras, Al-consoló Tam. Alec asintió. De repente, se le llenaron los ojos de lágrimas.
               -Odio lo que le he hecho a mi madre. ¿La habéis visto? Está hecha mierda. No parece ella. Mi hermana… joder, mi hermana parece enferma, pero mi madre, parece que está muerta por dentro. Dylan dice que apenas ha dormido. Yo aquí, en coma, y ella despierta a mi lado todo el tiempo. Manda cojones-negó con la cabeza, tragando saliva.
               -No es culpa tuya, Al.
               -Si hubiera sabido que lo estaba pasando así de mal, yo… no sé. Habría luchado más. Habría intentado despertarme antes.
               -No tenías control sobre ello.
               -Es muy frustrante-susurró, mirándose las manos, las vías clavadas en la cara interna del codo, el brazo completamente escayolado. Sacudió la cabeza y cerró los ojos-. Y, encima, me pierdo vuestra puñetera actuación en el desfile de Victoria’s Secret.
               Scott y yo nos quedamos de piedra. Nos miramos el uno al otro un segundo, incrédulos.
               Y, luego, nos empezamos a reír, histéricos. Las comisuras de la boca de Alec se alzaron disimuladamente, mandando a la mierda el momento sensiblero. Nos pidió que le pasáramos el mando de la cama para poder quedarse semi sentado mientras le explicábamos lo que había sucedido. Asintió con la cabeza, escuchando.
               Hasta que, de repente, mientras Scott le contaba cómo se ligaba a una modelo (madre mía, qué fantasma era), Alec clavó los ojos en la puerta y soltó:
               -Debería darte vergüenza, ¿qué hacías, que no estabas al pie de mi cama cuando me desperté?
               No necesité girarme para saber con quién estaba hablando. Sólo había una persona en el mundo con la que Alec hablaría así.
               Pero me giré de todos modos, sólo por la satisfacción de ver la sonrisa de Sabrae intentando contener las lágrimas de felicidad al verlo tan despierto y tan bien. La hermana de Scott se mordió el labio y se puso una mano en la cadera.
               -Mi vida no gira en torno a ti, Alec.
               -¿Acaso no es ésa la mayor de las trolas?-espetó él. Sabrae se echó a reír-. Justo por delante del heliocentrismo y de que el tamaño no importa.
               Sabrae negó con la cabeza, se acercó a él. Estaba seguro de que ni siquiera nos había visto, ni a mí, ni a Scott, ni a los demás, ni a nadie. Sólo a Alec.
               Me sentí como un satélite lejano que tomaba fotografías de un cruce de galaxias, tan lejos que ni siquiera sentiría las ondas gravitacionales, tan minúsculo que el fenómeno no se percataría de su presencia, por muy importante que fuera a la hora de mantener un registro histórico de cataclismos intergalácticos.
               Sabrae se arrimó a la cama, tocó con la yema de los dedos las barras de metal, colocadas para impedir que Alec se cayera, y le acarició la mano, que Alec le cogió a la velocidad del rayo. Necesitaban ese contacto, los dos. Alec llevaba una semana sin verla, y, aunque había estado sumido en la oscuridad más absoluta, aquello no quería decir que sus células no acusaran la ausencia de Sabrae, que no anhelaran el contacto de su piel.
               -¿Cuánto has tardado en venir?-preguntó, sin embargo, como si aquella caricia no fuera lo más íntimo que habían compartido jamás. Sabrae puso los ojos en blanco, cansada de que siguiera con el temita.
               -Como quince minutos desde que terminé el examen.
               -Vale-asintió Al-. Pues descuéntalos de nuestro siguiente polvo.
               Sabrae volvió a reírse.
               -O sea, que nos quedamos en dos, ¿verdad?
               -Cabrona-gruñó por lo bajo Alec. Sabrae alzó una mano y le acarició el mentón.
               -No pasa nada-respondió-. Me gustan los rapiditos.
               -Apuesto a que sí.
               -Qué remedio me queda-Sabrae esbozó un suspiro trágico-, estoy acostumbrada al sexo efímero.
               Alec alzó las cejas, frunció ligeramente el ceño.
               -¿Sí? En cuanto me quiten los puntos, te me sientas encima, ricura; ya te daré yo sexo efímero-sacudió la cabeza-. La madre que te parió.
               Se miraron fijamente un momento en el que se hizo evidente que se estaban inspeccionando las almas, preguntándose y respondiéndose en silencio. Me estremecí.
               De repente, como si mi movimiento repentino hubiera sido un estímulo imposible de ignorar para Sabrae, ella rompió el contacto visual y nos miró. Se le encendieron un poco las mejillas. Alec también nos miró, como reconociendo el terreno.
               Se les había olvidado que la habitación estaba llena de gente. Se les había olvidado que estábamos allí.
               Me fijé en cómo el pulgar de él acariciaba los nudillos de ella.
               Y lo supe. Teníamos que salir, dejar que las galaxias colisionaran.
               Lo hice por Alec, lo hice por Sabrae, lo hice por Scott y lo hice incluso por mí. Necesitaba creer que aún quedaba algo por lo que luchar, algo que celebrar y proteger.
               -Todo el mundo fuera-ordené, y nadie rechistó. Salimos, obedientes y en silencio, de la habitación.
               Nos sentamos en el pasillo, en la sala de espera, cuya puerta daba a la habitación de Alec, que tenía una enorme ventana a través de la cual podíamos verlo todo. Sabrae se quedó a su lado un rato más. Luego, se giró en busca de una silla. Arrastró el sillón que Annie ocuparía cada noche durante la estancia en el hospital de su hijo y lo colocó al lado de la cama de él.
               Tomó asiento, alisando la falda del uniforme del instituto, y siguió con sus ojos fijos en los de Alec.
               Nos inclinamos instintivamente hacia delante, peleándonos los unos con los otros en silencio para poder ver y escuchar mejor. Apenas podíamos verlos entre la maraña de cables y pantallas que rodeaban a Alec, y oír lo que decían era un caso pedido. Aun así, queríamos enterarnos de todo lo que sucediera. Scott se mordisqueó el piercing, contuvo el aliento y se frotó las manos, implorando por suerte. Le toqué el hombro y me miró. Asentí con la cabeza. Los dos sabíamos lo que iba a pasar entonces, todos lo hacíamos, pero no podíamos evitar sentirnos algo nerviosos.
               Alec se quedó mirando a Sabrae, que no apartó los ojos de él. Contempló maravillado su atuendo como el novio que se gira y ve a la que va a ser su esposa camino del altar con su radiante vestido de novia; la diferencia era que Sabrae traía puesto el uniforme del instituto, la falda de tablas azul y la camiseta blanca con el escudo del colegio en el pecho, tan familiar.
               Se fijó en las trenzas, ligeramente despeinadas, como si se las hubiera hecho corriendo o si hubiera venido corriendo con ellas. Alec se mantuvo tranquilo. Las enfermeras habían apagado los pitidos del ordenador que marcaba sus pulsaciones, pero éstas aún podían verse en las pantallas de detrás de la cama. Y sus pulsaciones le delatarían.
               Siguió mirando sus trenzas, como si en ellas se encontrara el secreto del universo. Y vio que estaban despeinadas desde un principio, que no se habían ido deshaciendo por el uso.
               Se las ha hecho deprisa, pensó con un deje de satisfacción, porque Sabrae nunca daría el brazo a torcer. Y eso que estaba a punto.
               -¿Estás bien?-inquirió Sabrae con un hilo de voz, estirando la mano y acariciándosela a él, que asintió con la cabeza. El cansancio y la incertidumbre de aquella semana se reflejaba en sus ojos, en círculos que la hermana de Scott no se había molestado en disimular. Lucía sus ojeras como un crespón de guerra o heridas obtenidas en la batalla más gloriosa de su vida, como si su sufrimiento le hubiera traído algo.
               -Bueno, menos por los cables, los tornillos, y tal…-Alec sonrió, agotado-. Pero… sobreviviré.
               -Yo… Scott no me había dicho nada. Me enteré por Bey. Pero tenía un examen. Siento no haber venido antes.
               -¿Cómo te fue?
               -Lo entregué en blanco. No podía concentrarme. Y no quería esperar una hora más para venir.
               Alec sonrió.
               -Doña Estudios, sacando un cero. Vivir para ver-Sabrae sonrió, sus ojos húmedos-. Lo que importa es que estás aquí.
               Sabrae le cogió la mano.
               -Alec…-empezó, y la sonrisa de él se ensanchó un poco más.
               -Me gusta ese tono. Me invita a pensar que voy a disfrutar de esta conversación.
               Sabrae puso los ojos en blanco, desconcentrada un momento. Luego, recuperó la línea de sus pensamientos y comenzó a tirar de ella, hablando atropelladamente.
               -Cuando me enteré de lo de tu accidente, yo… vine a verte nada más saberlo. No me separé de ti hasta que tu hermana me mandó a casa, a dormir un poco. Luego, las enfermeras no me dejaron entrar. Sólo había una que era amable y me dejaba pasar unos minutos.
               -Me querían sólo para ellas. Entiéndelas, bombón-sonrió Al, señalando con un gesto su cuerpo tendido en la cama, como si no estuviera destrozado por el accidente-. ¿Puedes culparlas?
               -Se me paró el corazón. No podía respirar-gimió Sabrae, a quien se le rompió la voz. Alec cogió su mano y se la llevó a los labios, conteniendo una mueca de dolor al chocar la vía que le habían puesto en la cara interna del codo con el borde de la cama.
               -Si llego a saber que tenía que estamparme con la moto para que me hicieras ese caso, habría ido derechito hacia un muro hace mucho tiempo-bromeó, intentando tranquilizarla. Sabrae se pasó una mano por el pelo, recolocándose las trenzas, deshaciéndoselas un poco más. Se llevó una mano a la boca y se quedó callada un momento, reordenando sus ideas.
               -El caso es que… estoy asustada, ¿vale? Por mí… por lo que me ha hecho saber que estabas aquí, y no por la calle, intentando ponerme celosa con alguna otra chica…
               Alec sonrió, chulo.
               -¿Funcionaba?
               Sabrae lo miró de soslayo un momento, como diciendo ¿a ti qué te parece? Alec se mordió el labio para no soltar una carcajada, celebrando su brillante plan.
               -Pero sobre todo, tenía miedo por ti-confesó Sabrae, y Alec parpadeó en su dirección-. Pensaba: “joder, me he hecho demasiado la dura, y si él quería… no sé, una oportunidad, y yo no se la di…”-volvió a toquetearse el pelo-, “y estaba pensando maneras de conseguirla cuando se le echó encima el coche…”. Se me cruzaron un montón de cosas por la cabeza, cada cual peor que la anterior. Y, ¿sabes cuál es la más graciosa?
               -Me la vas a decir-atajó Alec, que era incapaz de abandonar esa fachada chula, o que la valoraba más que nadie.
               -Que te iba perder. Y eso que no eres mío.
               -Sabes que eso no es verdad, Saab.
               -No puedes ser de nadie.
               -A no ser que yo me entregue-discutió en tono dulce Alec, pasando el pulgar por los nudillos de ella.
               -Me eché a llorar. No he llorado en mi vida por un chico, y desde luego, no tenía pensado romper ese hábito con un fuckboy como tú, pero…-sonrió, triste.
               -Pero estoy muy bueno-respondió Alec, y los dos se rieron en silencio. Estiró las manos y le acarició la mejilla-. Lo siento, bombón.
               -Da igual-respondió ella, acunando su cara contra los dedos de él, pestañeando lentamente-. No importa, de verdad. Dios-jadeó, limpiándose una lágrima-, todo esto es tan difícil, las demás hacen que parezca tan sencillo…el caso es que… ha tenido que pasar esto para que me dé cuenta de que me lo paso mejor los fines de semana desde que tengo algo fijo y disfruto de ese algo… porque ese algo eres tú, Al. Siento una… especie de conexión contigo. No sé cómo explicarla. Apenas tiene sentido. Es bonita, y a la vez duele. Me da mucho miedo y me hace valiente. Y me siento una imbécil por haberme dado cuenta ahora.
               Sabrae se quedó callada. Sus mejillas se encendieron un poco, lo suficiente como para que Alec pensara que no había visto algo tan hermoso en toda su vida.
               -Yo…-Sabrae se puso un poquito más roja-. Me preguntaba si… cuando salgas de aquí… querrías… o sea…-se apartó un mechón de pelo rebelde y huido de la cara, colocándoselo tras la oreja-. Si te parecería bien que yo aceptara tu oferta.
               -¿Qué te hace pensar que sigue encima de la mesa?-preguntó Alec, cuyas pulsaciones se habían disparado hasta llegar a prácticamente el doble. Sabrae sonrió con timidez, ignorando las montañas aceleradas e irregulares de los monitores, avisando de que algo no iba bien, o de que algo iba perfectamente bien.
               -Que eres más listo que yo-susurró. Al le dedicó su típica sonrisa torcida.
               -Tu hermano me dijo que como no te esperara, lo lamentaría toda mi vida. Y que sería gilipollas si intentara pasar página y olvidarme de esto, Saab.
               Ella se lo quedó mirando, expectante. Oh, venga, Saab, pensé. Alec no puede decirte que no. Si le dijeras que se tirara por un acantilado, incluso te dejaría escoger de cuál.
               -Por suerte, en todas las familias hay un hermano guapo y un hermano listo. Y, en la mía, yo resulto ser los dos.
               Alec sonrió. Sabrae sonrió.
               -Claro que sigue en pie, nena. Seguirá en pie por siempre.
               -Pues la acepto-sonrió Sabrae, exultante. Su cuerpo era demasiado pequeño para la cantidad de felicidad que atesoraba en ese instante. Me sorprendió que no explotara para convertirse en la nebulosa más brillante-. Aunque no sé si se me dará bien eso de estar en pareja, ni a ti ser monógamo, pero…
               -Venga, amor. Si estamos casados-sonrió Alec, acariciándole la mejilla. Ella se echó a reír-. Además, yo soy como un perrito. Leal a muerte. Soy un Golden retriever-se jactó Alec. Sabrae alzó las cejas, torció la boca en una sonrisa traviesa.
               -A mí me recuerdas, más bien, a un chihuahua.
               -Mira, Sabrae-Alec se incorporó un poco en la cama-. Si queremos que esto funcione, vamos a tener que admitir que soy masculino como un Golden retriever. Un chihuahua no me sirve.
               -Los chihuahuas son monos. Los puedes llevar en el bolso.
               -Los chihuahuas son ratas-sentenció Alec. Sabrae se echó a reír, puso los ojos en blanco y asintió.
               -Está bien. Puedes ser un Golden retriever, si quieres.
               -Guay.
               Sabrae le cogió la mano libre entre las suyas, le acarició los nudillos. Alec esperó a que ella pronunciara las palabras mágicas.
               -Entonces, sí-dijo por fin, sin hacerse de rogar en exceso-. Quiero… salir contigo-Sabrae se sonrojó un poco. Alec le acarició el mentón.
               -Eres una reina, Sabrae Malik-murmuró Alec, admirado, contemplando sus facciones.
               -¿Por qué?
               -Porque me lo dices precisamente en el único momento en que no podemos echar un polvo de celebración-soltó Al-. Eres la reina, chica.
               Sabrae se echó a reír, sacudiendo la cabeza. La cara de Alec lo decía todo. Ni siquiera necesitábamos que se girara para mirarnos para saber que su rostro era la manifestación de la pura felicidad.
               -En la boca no tengo puntos, ¿sabes?
               Sabrae se inclinó hacia él y le besó despacio, poniéndose de pie. Les sentó bien, extremadamente bien a los dos. Alec se separó, en busca de aire, no acostumbrado a que sus pulmones trabajaran más despacio de lo normal, que no pudieran contener tanto en su interior. Sabrae apoyó la frente sobre la de él y luchó por contener también su aliento. Miró por el rabillo del ojo las pantallas con las constantes vitales de Alec, y se mordisqueó la sonrisa al ver que el corazón de él latía descontrolado.
               -Cuando salga de aquí-le prometió Alec, jugando con una de sus trenzas-, te llevo a la costa en moto.
               -Gilipollas-contestó Sabrae, envarándose-. No vas a volver a subirte a una moto en tu vida.
               -¿Quién te crees que eres para decirme lo que puedo y no puedo hacer?
               -No lo sé, ¿tu novia?-sugirió ella. Alec sonrió, paladeando esa palabra.
               -¿Sabes, nena? Creo que podría acostumbrarme a que me dieras órdenes-le dio una palmada en el culo-. Pero la moto es sagrada. La monté antes que a ti.
               -Ya lo veremos.
               -Sí, ya lo veremos, reina mora-sonrió él. Se giró y nos miró, hizo un gesto con la cabeza para que volviéramos a la habitación. Así lo hicimos, una marea humana que regresaba a las orillas después de un vendaval. Nos desperdigamos por la habitación; Scott y yo, a los pies de la cama; las chicas, sentadas en la cama de al lado, los pies colgando y balanceándose. Jordan, sentado en el borde de la ventana. Logan y Max, en el sofá del fondo de la habitación, justo debajo de la televisión.
               -¿Algo que contarnos, Al?-preguntó Max, viéndolo sonreír como nunca antes lo había hecho.
               -Scott puede añadir un nuevo cuñado a su colección.
               -Ogh-replicó Sabrae, poniendo mala cara, sentándose en el sillón de al lado de Al y negando con la cabeza.
               -Pues menos mal-contestó Scott-, porque la colección se estaba quedando un poco solitaria.
               Alec frunció el ceño; las chicas nos miraron, Jordan vaciló y oí a Logan y Max revolverse en el sofá a nuestra espalda.
               -Explica eso, que me he dado un golpe en la cabeza y no estoy tan lúcido como siempre.
               Scott suspiró, me miró, como pidiéndome que hiciera esto por él.
               -Eleanor ha roto con Scott.
               Todos contuvieron la respiración. Vi que el pulso de Alec se volvía arrítmico un segundo.
               -¿Por…?
               -Me acosté con Diana-confesó Scott. Todos abrieron la boca. Scott se volvió hacia Jordan-. Y con Zoe.
               -Con Zoe especialmente.
               Jordan asintió con la cabeza, como resignado, un poco dolido, pero mucho menos de lo que me esperaba.
               -Te lo puto dije-acusó Alec-. No te fíes de las jodidas pelirrojas.
               -Tu madre y tu hermana son pelirrojas.
               -Más razón para que me escucharas, tronco. Hablo con conocimiento de causa.
               -De menuda perlita te has venido a prendar, Jor-bufó Scott-. Nos dio cocaína y básicamente nos ató a la cama.
               -No nos ató a la cama, Scott-repliqué-. Sabíamos lo que hacíamos y aun así lo hicimos. He mirado en internet los efectos de la cocaína. Te sube la libido. Estábamos cachondos como monos.
               -¿Qué le pasará a Alec si se toma cocaína?-meditó Bey.
               -Que revienta-respondió su gemela, y las dos chicas se echaron a reír.
               -¿No os da vergüenza reíros de un moribundo?-ladró Alec, cuando Sabrae se echó a reír, medio histérica-. Venga, bombón. No ha tenido tanta gracia.
               -No me río de eso, aunque sí que ha tenido su punto-respondió Sabrae, limpiándose las lágrimas-, sino de lo otro. Qué ironía, ¿eh, Scott? Toda tu vida puteando a papá por lo de Perrie y compañía, y ahora vas tú y haces lo mismo que él. Dios mío, el karma es real y es una verdadera perra, ¿no te parece?-Sabrae volvió a reírse.
               -Igual es genético-se defendió Scott.
               -O igual es que eres un chulo perdonavidas de mierda a quien le ha caído el escupitajo por fin en la cara-Sabrae se encogió de hombros.
               -No necesito que me sermonees, ¿vale, pava? Bastante me odia ya mamá.
               -¿Mamá? ¿Odiarte? Por favor-puso los ojos en blanco-. Le ha robado la sudadera de la Nasa a Shasha y se pasea por casa con tus gorras y aferrada a tu almohada como un alma en pena. Incluso se sienta en el sofá y se pone a llorar viendo tus puñeteras ecografías. Y quiere quedarse embarazada otra vez-espetó-. Le habrá sacado el tema a papá como unas 20 veces.
               -¿Y él qué dice?
               -Pues que no pueden ponerse a tener más hijos mientras no sepan si Duna va a salir normal como Shasha o como yo o se va a convertir en una cabra loca cuando cumpla los 13, como te pasó a ti.
               -Se muere por reemplazarme, ¿no es así?-escupió Scott-. ¿Tan vergonzoso soy?
               -Eso también se lo dijo papá. Y ella le respondió que la culpa de que te hubieras ido es suya, que había estado en una banda y eso te dio la idea a ti.
               -La idea fue mía-intervine yo. Sabrae meneó la mano.
               -Da lo mismo. El caso es que a mamá poco le falta para sacarse una ley de sabe dios dónde y conseguir arrastrarte de vuelta a casa.
               -¿Podemos, por favor, centrarnos en el asunto que nos concierne? Ya pasaremos a los dramas familiares cuando terminemos con el primer punto del orden del día-protestó Bey.
               -Scott Malik, niño traicionero-canturreó Alec. Scott tuvo que controlarse para no ir allá y asfixiarlo con una almohada. Se conformó con un corte de manga-. ¿Cuándo fue eso?
               -A los dos días de tu accidente, aproximadamente.
               Ahora fue Alec quien se rió mientras Sabrae se mesaba el pelo, pensando en qué decirle.
               -Os agradezco de corazón que hubierais esperado para decírmelo, ¡no me FUERA A DESPERTAR DEL PUTÍSIMO COMA DEL SUSTO!-bramó de repente, haciéndonos dar un brinco a todos. Se inclinó hacia atrás para recuperar el aliento, y cerró los ojos un momento.
               -¿Cómo pasó?
               -¿Qué más da cómo pasara, Logan? Se tiró a Zoe y a Diana, yo también me las tiré, pero, de alguna manera, Layla me ha perdonado y Eleanor a Scott, no.
               -Bueno, es que no parece muy arrepentido-acusó Sabrae. Scott se volvió hacia su hermana.
               -¿Que yo no parezco arrepentido? ¡Las puñeteras americanas se pasean por ahí como si nada, y yo soy quien debería parecer arrepentido!
               -Zoe y Diana no le pusieron los cuernos a Eleanor. Fuiste tú-espetó Sabrae, y aquellas palabras cayeron como un jarro de agua fría sobre Scott.
               -Me queda el consuelo de que podremos estrangularlas con las rastas de Jordan-comentó Alec.
               -Cállate, Alec.
               -¿Sabíais que se las va a quitar? Hizo una promesa: si yo me despertaba, Jordan se rapaba las rastas. Joder, vaya día: Sabrae me dice que sí y Jordan se va a quitar esas mierdas.
               -¿A que no lo hago?
               -¿A que te pego una paliza por no cumplir con tu palabra cuando salga de aquí?
               -¿A que te mando de vuelta como intentes tocarme…?
               -Chicos-llamó Bey-. Recordad. Punto uno del orden del día.
               -¿Que es…?-bufó Alec, cansado.
               -Hacer que Scott recupere a Eleanor-comentó Tam.
               -¿Has probado a comprarle flores?-quiso saber Logan.
               -No.
               -Eso es porque no estás del todo arrepentido.
               -Sabrae, en serio, como no cierres ya la boquita, te cuelgo de la azotea con las trenzas.
               -Ven a tocarla, si tienes cojones-replicó Alec, pasando un brazo alrededor de los hombros de su chica. Como si Sabrae necesitara que la defendieran o algo.
               Scott y Alec se midieron con la mirada. Como si Alec pudiera hacerle daño a Scott, o Scott fuera a tirarse encima de Alec estando él en aquel estado.
               -Quizás, si nos dierais más detalles, se nos podría ocurrir un plan…-aventuró Bey, mirándome. Negué con la cabeza.
               -Estábamos borrachos y colocados, Bey. Apenas nos acordamos de nada.
               -¿Nada?-repitió ella, un poco decepcionada. Me pasé una mano por el pelo, mirando a Scott.
               -Bueno… creo, y sólo creo, que yo estuve más tiempo con ellas.
               -¿Te importaría ser más específico?
               -Que hizo un trío, coño-saltó Scott. Yo le miré-. Aunque estoy bastante seguro de que yo también.
               Alec esbozó una sonrisa socarrona.
               -¿No te digo yo, Jordan, que hay gente que nace con suerte? Es el primero en hacer un trío, y ahora encima lo repite con una modelo-se volvió hacia Scott-. ¿A ti no te da puta vergüenza? Con la madre que tienes, y vas y te tiras a Diana. Yo me conformaría con pasarme el día rezando para verla en bikini.
               -¿Qué cojones tiene que ver mi madre en todo esto, Alec?
               -TU MADRE ESTÁ DE TOMA PAN Y MOJA, SCOTT. NO TIENES DERECHO A FOLLARTE A UNA MODELO, ¿ES QUE NO HAY JUSTICIA UNIVERSAL EN ESTE MUNDO, O ALGO POR EL ESTILO?-Alec jadeó-. Llamad a las enfermeras-soltó de repente-, que me estoy mareando. ¡Ah, no, que es LA IRA!
               -A ti te falta un hervor-susurró Sabrae, sacudiendo la cabeza.
               -¿Sólo uno?-respondió Bey, alzando las cejas. Alec puso los ojos en blanco.
               -Sólo estoy diciendo que no me parece ni medio normal que, con la vida que se pega, todavía se queje porque ha hecho un trío.
               -Para empezar, no me quejo de haber hecho un trío. Ni siquiera me acuerdo.
               -¿Y Tommy?
               -Tengo lagunas.
               -Menudo desgraciado estás tú hecho.
               -Estás postrado en una cama, ¿de verdad quieres hacer esto, Alec?
               -Yo estaré postrado en una cama, pero me acuerdo perfectamente de todos y cada uno de los polvos que eché. Y, si hubiera hecho un trío, lo recordaría perfectamente. Me das hasta pena, fíjate lo que te digo, ¿quieres tumbarte a mi lado, y que te dé mimos?
               -Esto es surrealista-Karlie se masajeó las sienes.
               -¿Max? Tú eres el experto en relaciones. Llevas casado como dos milenios con Bella-constató Tam-. ¿Algún consejo?
               -Disculpad, ¿qué? Sigo en shock, todavía estoy asimilando que Scott le haya puesto los cuernos a nadie. Que es Scott, por el amor de dios. Que no hay animal más fiel que él en todo el universo.
               -Gracias, Max-respondió Scott.
               -Pues estamos jodidos-dijo Sabrae a la vez que él. Scott la fulminó con la mirada.
               -Tú podrías ponerte de mi parte, ¿no? Eres mi puñetera hermana.
               -Se me ha caído un mito contigo, S, ¿qué quieres que te diga? Seguramente ya sabrás que lo has hecho mal, no tengo necesidad de darte una palmadita en la espalda.
               -¡Estaba drogado!
               -¿Y? Todas las acciones tienes consecuencias. ¿Perdonarías tú a alguien que me violase en un callejón oscuro sólo porque iba puesto de coca?-inquirió. Scott se quedó callado-. No, ¿verdad? Pues esto es lo mismo. Has metido la pata, asume las malditas consecuencias.
               -¿Me vas a decir algo que no sepa ya?
               -¿Qué estás haciendo para que Eleanor te perdone?-quiso saber Bey.
               -No mucho-respondí yo. Scott se volvió hacia mí.
               -¿De parte de quién estás tú?
               -A ver, S. Es la verdad.
               -Es que no tengo tiempo-se disculpó Scott.
               -Pf. Ya estamos. La excusa estándar del machito herido-Karlie sacudió la cabeza.
               -Pues no duermas-sentenció Alec.
               -Llevas literalmente una semana sin hacer otra cosa que no sea dormir-peleé yo, viendo cómo acorralaban a Scott. Ellos no habían estado allí, no entendían a qué nos habíamos enfrentado. Podrían ser un poco más comprensivos.
               -Te aseguro que no fue por gusto, Tommy.
               -¿Zoe o Diana le han pedido disculpas?-preguntó Jordan. Scott negó con la cabeza.
               -La americana… bueno, las dos lo son. Diana lo intentó. Eleanor la mandó a la mierda, naturalmente. No tenemos noticias de Zoe. Lo dudo. Para las personas como ella, los que les rodean no son seres humanos. Fijo que le da igual cómo esté.
               -Se marchó sin preocuparse de que Diana se quedaba aquí sola.
               -No se fue sin preocuparse-respondió Jordan-. Me pidió que cuidara de ella y luego apagó el móvil. No he vuelto a saber de ella desde entonces.
               -Qué delicia de criatura-soltó Alec, irónico. Scott y yo intercambiamos una mirada.
               -¿Cómo se supone que ibas a cuidar de Diana, si ella está en el programa con nosotros?-bufó Scott.
               -Por lo que me escribió, no parecía muy segura de que Diana fuera a continuar en el programa durante mucho más tiempo.
               -Quizá sabía que le iba a hacer la vida imposible y confiaba en que Diana no aguantara y decidiera marcharse-respondí yo, cavilando. Scott clavó la mirada en mí. De repente, la imagen del rostro de Layla, concentrado en lo que me decía, inundó mi mente. No podemos dejarla sola.
               ¿Y si era eso lo que quería Zoe? ¿Y si por eso se había marchado? Para que Diana se sintiera sola, se fuera del programa, y se alejara de mí.
               ¿Por eso se había acostado conmigo en el principio? ¿Por alguna absurda reclamación que estaba intentando ejercer sobre Diana?
               -Menuda movida-escuché decir a Logan, frotándose la cara y negando con la cabeza. Yo asentí. Sí, vaya movida.
               -¿Qué habéis probado?-preguntó Tam. La miramos-. Con Eleanor-aclaró-. ¿Qué habéis intentado?
               -Le pedí disculpas cuando se lo conté.
               -¿Quieres que te diga por dónde se pasa Bella las disculpas de éste?-inquirió Alec.
               -Las palabras se las lleva el viento, Scott-respondió Bey.
               -¿Sabes qué, reina B? Yo sólo… estoy cansado. No siento nada. No siento nada desde que ella me mandó a la mierda. Me apetece tirarme en la cama y dormir y dormir y dormir y no despertarme. Así es como me siento. No tengo fuerzas para hacer nada. Además, aunque lo intentara… Eleanor no quiere ni que me acerque. No me dirige la palabra.
               -¿Y contigo, Tommy?
               -Conmigo habla. Monosílabos, básicamente. Pero habla. En fin, soy su hermano, yo no le he hecho nada, ¿no es así?
               -Quizás deberías interceder por Scott.
               -No quiero que Tommy tenga también una bronca con ella por mi culpa, Tam.
               -Entonces, ¿qué vas a hacer? ¿Quedarte sentado mientras todo esto pasa? Porque eso no es una opción.
               -¿Acaso tengo otra alternativa?
               -¿Has probado a comerle el coño?-espetó Alec de repente. Todos nos lo quedamos mirando. Sabrae incluso enarcó las cejas y parpadeó, aturdida, segura de que no había escuchado bien.
               -Que no me dirige la puta palabra-repitió Scott, tenso.
               -Chico, Scott, de verdad. Pareces subnormal. Ella no tiene que mover la lengua, se trata de que la muevas tú. Un buen cunnilingus te da la razón, aunque no la tengas-sonrió con picardía y miró a Sabrae de reojo, indicando en su dirección con un gesto de la cabeza-. Anda que no habremos solucionado broncas en Barcelona, Sabrae y yo, así.
               -A mí no me convences de nada comiéndome el coño, fantasma.
               -Podrás engañarme a mí, Sabrae-respondió Alec, girándose para mirarla. Le dedicó su mejor sonrisa de Fuckboy®-, pero no puedes engañar a Dios.
               Levantó un centímetro la escayola en dirección al cielo. Sabrae suspiró y negó con la cabeza, recostándose sobre su espalda y cruzando los brazos.
               -Creo que te prefería cuando estabas en coma y no te dedicabas a decir gilipolleces.
               Alec se echó a reír y le dio un beso en la sien. Scott bufó, captando la atención de todos de nuevo.
               -Eleanor no me habla-dijo por fin-. Y, si os soy sincero, me lo merezco. Me merezco cada puto segundo de su vacío y cada gotita del odio que siente hacia mí. La he traicionado. He sido una mierda con ella. No podría hacerle nada peor.
               Alec se incorporó un poco.
               -¿No te estarás resignando?-escupió, como si aquella palabra fuera el peor de los insultos. Scott le miró, derrotado, los hombros hundidos, la cabeza gacha. Le mostró las palmas de las manos.
               -Es lo que me merezco. Es mi castigo. Si encuentra a otro, pues… me alegraré por ella.
               -¿Qué putísima gilipollez es esa de que te resignas a que ella encuentre a otro? Eres Scott Malik, por el amor de dios. Tú eres su novio. Eres el puto amor de su vida. Ella es tu novia. Ella es el amor de tu vida. Y Tommy, tú, y yo, hacemos lo que sea por estar con el amor de nuestras vidas. Nos arrastramos por el fango, nos metemos en la más absoluta mierda, lo que sea. Si tenemos que volver de entre los putos muertos-soltó una risa-, joder, que se preparen en los cementerios, porque volvemos, ¿está claro?-rugió Alec.
               Todos nos lo quedamos mirando. Respiró un poco, intentando tranquilizarse, recuperar el aliento.
               -Quiero un hijo tuyo-soltó Sabrae de repente.
               -Me lo suelen decir-respondió Al, como si tal cosa-. Ven, sube aquí-añadió, dando una palmada a su lado en la cama. Sabrae escaló hasta tumbarse cerca de él, poniendo cuidado de no tocar la vía de su codo ni los vendajes de su pecho-. Jordan-exigió, y Jordan se acercó y se sentó en el sillón de a su lado.
               -No hay nada que yo pueda hacer, Al-respondió Scott.
               -Sí: vas, y la recuperas. Y si ya la tiene otro, pues coges, y te lo cargas. Y no estoy de puta coña. La mitad de los tíos del programa son unos jodidos subnormales. Mi hermana no los soporta, y ya sabéis cómo es Mimi: le encuentra excusas hasta al demonio.
               -Pues está tonteando con Jake-informé. Alec puso los ojos en blanco.
               -¡Hala! ¿No tenía otro? Menudo subnormal, con gusto le pasaría por encima con la moto.
               -Nada de motos-bufó Sabrae.
               -Ella me odia, Alec.
               -¿Te ha dicho eso?
               -Es evidente.
               -Las tías te dicen lo que sea con tal de ponerte a prueba para ver si insistes y mereces la pena, Scott. Se nota un huevo cuándo no quieren nada contigo, y las que son más ambiguas, te lo terminan dejando claro soltándote una hostia. Si Eleanor te rechaza, tú insiste e insiste, hasta que ceda, o te suelte un bofetón.
               -Eleanor es más de bofetón-comenté yo.
               -Joder, Tommy, gracias por los ánimos. Menos mal que las animadoras no son un deporte olímpico, porque de lo contrario, tendrías más oros en tu casa que un puto faraón.
               -Vale, tío duro, experto en novias, ¿qué me sugieres que haga, listillo?-espetó Scott, molesto.
               -Lo que te he dicho: si tienes que arrastrarte, te arrastras. Si tienes que sufrir, sufres. Si tienes que dejar que se pisotee, te dejas pisotear. Y si te tienes que dar una hostia como una catedral con una moto, te la das-miró a Sabrae-. Nunca falla-Sabrae sonrió y entrelazó sus dedos con los de él.
               Scott asintió, despacio.
               -¿Saab?-preguntó.
               -Mentiría si dijera que no me ha cogido por sorpresa. Pero eres mi hermano, S. Estoy enfadada contigo, estoy muy disgustada, pero te quiero, y quiero que seas feliz. Eleanor es lo que te hace feliz. Así que estoy de acuerdo con Al. Haz lo que sea por recuperarla.
               -Me sorprende que te lo tomes tan bien, Saab-comenté. Ella se encogió de hombros.
               -Es mi hermano. Seguro que tiene una actitud de mierda últimamente.
               -La tiene. Los dos la tenemos, de hecho. No estamos pasando por nuestro mejor momento, la verdad.
               -Pues es ahora cuando os toca demostrar que sois buenas personas. Hacerlo cuando las cosas os van bien no tiene ningún mérito.
               -Tienes 14 años-admiró Karlie-, ¿cómo puedes hablar así?
               -Mi padre es Zayn Malik, ¿has visto las canciones que escribe?
               Todos se rieron un poco.
               -O sea, que crees que debería luchar por ella-quiso zanjar Scott. Sabrae asintió.
               -¿Sabes, S? Yo nunca creí que odiaras a papá por lo que le hizo a Perrie, sino por cómo lo llevó después. Todos cometemos errores, sí, y papá está lejos de ser perfecto, incluso yo puedo verlo, con lo que le quiero, pero… lo decepcionante, lo que a ti te molestaba realmente, no era lo que hiciera o dejara de hacer. Era que nunca pidió perdón. Es lo único que lamenta, y tú lo sabes: no se disculpó con Perrie, no se disculpó con nadie cuando debía hacerlo. Tú tienes la oportunidad de ser mejor que él ahora. Consigue que Eleanor te perdone. Aunque no vuelva contigo. Entonces, serás mejor que él. Es tu deber. Nos lo debes a todos. Especialmente, a ella y a papá. No cometas los mismos errores que él, S. No la dejes escapar.
               Scott tragó saliva.
               -Te echaba de menos, enana.
               Sabrae se incorporó un poco y abrió los brazos. Scott se apresuró a estrecharla entre ellos. Cerró los ojos y hundió la cara en su pelo, inhalando el aroma que despedían sus trenzas.
               -¿Chicos?-preguntó. Todos asintieron, y menos mal. De no haber obtenido unanimidad, Scott jamás habría creído que se merecía levantar cabeza. Se volvió hacia Jordan el último, que asintió con la cabeza.
               -Siento que lo tuyo con Zoe no funcionara. No me gustaba para ti, pero sé que ella era importante.
               -Estaba condenado a fracasar-respondió Jordan, cansado-. Vive al otro lado del océano.
               -De hecho-intervino Bey-, creo que sería buena idea que intentarais perdonarla. Si no asumes tu culpa, la de los dos-nos miró a ambos un segundo-, nunca podrás arrepentirte de verdad.
               -¿A qué te refieres?
               -No puedes conseguir que Eleanor te perdone si primero no perdonas tú a Zoe y a Diana. Las tenéis que perdonar ambos.
               -Para vosotras es fácil decirlo. No estabais allí-intervine yo.
               -Me jodieron la vida-dijo Scott.
               -Y tú se la jodiste a Eleanor-replicó Tam-. Los tres habéis hecho lo mismo. A los tres se os tiene que perdonar.
               Scott reflexionó sobre aquello. Vi en sus dudas que no iba a conseguirlo, no si perdía a Eleanor. Jamás perdonaría a Diana si Eleanor se alejaba de él para siempre.
               Me descubrí deseando que la recuperara, pues, de lo contrario, yo tampoco podría vivir con aquella culpa, ni con el rencor hacia la americana.
               Scott tragó saliva y se encogió de hombros, como diciendo “lo pensaré”. Se apoyó en la cama de Alec, que ya no nos prestaba atención. Miraba el contorno de Sabrae a su lado, la forma en que sus piernas se pegaban instintivamente a las de él.
               -Cambiando radicalmente de tema-anunció Al, y todos le miramos-. Sabrae y yo llevamos diez minutos siendo novios.
               -Por favor, Al, dime que no vas a ser ese tipo de novio-suplicó Max en tono hastiado, mientras Logan fingía una arcada.
               -Los diez mejores de tu vida, ¿eh?-respondió Sabrae, reclinándose contra él, que le dio un beso en la frente.
               -Ew-Jordan fingió un escalofrío-. Se me va a hacer eterna, esta puta relación.
               -Ni un cuarto de hora llevan-protestó Tam-, y yo ya quiero vomitarles encima.
               Una presencia detrás de mí me hizo volverme. Annie nos miraba a todos, agradecida por estar apoyando a su hijo, un poco sobrepasada. Observó a Sabrae y Alec, tirados en la cama.
               -¡Sabrae! Ten cuidado, por favor. Le están soldando las costillas.
               -Ups. Lo siento, Annie. Se me olvidaba.
               -Ni se te ocurra moverte. Mamá, ¿sabes que Sabrae y yo ahora somos novios?
               -¿Es que se lo vas a decir a todo el puñetero mundo, Alec?
               -Pues sí-replicó él-, y si no te gusta, déjame; aunque recuerda que estoy en el hospital. ¿Vas a ser tan hija de puta de romper con tu novio mientras él está en el hospital?
               Todos nos reímos, incluida Annie, que lucía machacada por un cansancio que tardaría en borrársele. Se sentó en el sillón que ocupaba Jordan y le cogió la mano a su hijo mientras nosotros no parábamos de hablar y de reírnos.
               Nos hizo bien estar fuera y no pensar en nada, a Scott y a mí. Por un momento dejamos de tener todos aquellos problemas y perdones pendientes, y sólo podíamos ser nosotros. Nos las apañamos para conseguir un ordenador y ponerle a Alec el programa que se había perdido (lo cual nos granjeó miradas insidiosas de Alec, y murmullos de no me puedo creer que os la tirarais y no os acordéis, cabrones con suerte o a mí me meten en un desfile de esos y voy derechito a la cárcel).
               Scott seguía meditando las palabras de nuestro amigo cuando salimos por la puerta del hospital. Apenas cruzamos palabra en el bus.
               -T-musitó, como cuando éramos pequeños y estábamos preparando una trastada y teníamos que sugerírsela al otro para terminar de pulir el plan.
               -Mm-le animé, mirándole. Levantó la vista con timidez.
               -No te he preguntado a ti. Y eres quien más me importa. ¿Qué opinas de lo que me dijo Alec… sobre arrastrarme? ¿Sobre tu hermana?
               Le di un toquecito en el hombro.
               -Creo que te mereces ser feliz, y que Eleanor puede hacértelo.
               -Ya, pero, ¿qué opinas de lo de Alec?
               Hice una pausa dramática.
               -Opino que Alec no es el héroe que merecíamos-dije por fin-, pero sí el que necesitábamos.



Le había prometido a Layla que intentaría parar. Pero es que no podía. Era superior a mí. Sospechaba que, incluso si las cosas hubieran ido bien, y mi vida no se estuviera desmoronando mientras yo no podía hacer más que mirar, no habría conseguido desengancharme.
               Y las cosas iban a peor.
               Nos habían pedido de nuevo que hiciéramos un número exclusivamente las chicas, todas unidas en la misma actuación, y practicábamos mientras los chicos ensayaban el suyo un par de salas más allá. Ellos habían elegido una canción de Mulán, nosotras habíamos ido más por las de las musas de Hércules, creyendo que nos podríamos lucir más.
               Las demás eran amables conmigo, pero ya no existía ese compañerismo y la camaradería de antes. Cuando me giraba, podía verlas en el espejo lanzándome miradas envenenadas, juzgándome, buscando pruebas de unos remordimientos que no estaban allí, según ellas. Ninguna se había enfrentado a mí, pero tampoco ninguna me había tendido la mano.
               Eleanor no me hablaba. Para ella, era como si yo no existiera. Ojalá pudiera culparla, y ojalá me importara poco lo que pasaba entre nosotras. Pero, cada vez que yo aparecía por su campo de visión y ella se giraba rápidamente para no tener que verme, yo sentía una sensación de pérdida indescriptible en mis entrañas. Había un vacío en mí que era imposible de llenar, especialmente ahora que Tommy apenas me dirigía la palabra.
               Les echaba de menos, a ambos. Al final iba a terminar siendo verdad que los Tomlinson y los Styles estamos destinados a estar juntos, porque cada vez que uno de ellos se giraba, notaba la tensión manando de su cuerpo, aún rencoroso y aún acusando el dolor, mientras su corazón quería perdonarme. Y yo me quería morir, porque el corazón nunca ganaba.
               Sé que se lo había prometido a Layla.
               Pero es que no podía dejar de meterme en la habitación y esnifar toda la coca que encontraba, que, desde luego, no era poca.
               Por lo menos había tenido la decencia de contarle a Layla cómo habían sido las cosas. Después de que Tommy cerrara la puerta aquel fatídico día para ir detrás de Scott, Layla se giró hacia mí y me pidió que le contara qué había sucedido, por qué estaba tan mal.
               Yo estaba agotada. Nunca pensé que tantos sentimientos malos pudieran dejarte así de machacada por dentro; me sentía como si hubiera estado corriendo una semana entera, sin parar para comer, o dormir, o tomarme cinco minutos, aunque fuera, de descanso.
               Les conté lo que había sucedido. Les dije que había tomado las suficientes copas y drogas como para olvidarme de que podía hacer daño. Chad escuchaba con atención, como una especie de juez que media entre dos partes dispuestas a no llegar a juicio.
               Me dolió cómo Layla me cogía de las manos y me susurraba que estuviera tranquila y que me tranquilizara. Me eché a temblar y ella me pidió que me quedara con ella, que no me levantara y tomara más cocaína, precisamente lo que mi cuerpo más deseaba.
               -Te juro por dios que yo no quería hacerte esto, Lay-le dije, con los ojos empapados en lágrimas-. Entendería si no quisieras volver a hablarme ni mirarme, pero tienes que entenderlo. Tienes que saber que yo no te haría daño a propósito. Te quiero. Quiero a Tommy, y no quiero que tú estés mal, porque entonces él estará mal, y yo estaré mal. Eres mi amiga. No se me da bien tener amigas-gemí, limpiándome los ojos.
               -No pasa nada, tesoro-respondió Layla, besándome la cabeza, atrayéndome hacia ella, pero yo me aparté. No me merecía sus mimos, no me merecía su comprensión, no me merecía su cariño, no me merecía vivir.
               -Quiero dejar de ser ella-sollocé, poniendo distancia entre las dos-. No puedo seguir siendo ella. Todo lo que toco, lo destruyo. Todo, todo, absolutamente todo…-susurré, tapándome la cara con las manos-. Soy como el rey Midas, pero al revés.
               -No puedes ser tan dura contigo misma.
               -Me merezco que Tommy me odie. Ojalá dejara que Scott me pegara una paliza y me matara. Lo prefiero a esto. Layla, haz que Scott…
               -No seas ridícula, Didi-negó con la cabeza-. Escúchame. Tú y yo vamos a superar esto.
               -Tienes que enfadarte conmigo-le pedí-. Me merezco estar sola. No me merezco a nadie. Voy a seguir haciéndote daño, es lo único que sé hacer bien.
               Layla me cogió de las manos, ignorándome. Miró un momento a Chad, buscando su aprobación. Él asintió con la cabeza, como diciendo que aquel era el camino correcto.
               -Mira, tienes que escucharme. Sí, me duele un montón lo que ha sucedido. Pero, eh-me limpió la cara, me tomó del rostro-. No es culpa tuya, ¿vale? No es culpa tuya. Tú no me has sido infiel, tú no le has sido infiel a Eleanor, ni Zoe. Han sido Tommy y Scott. Tú no tienes control sobre ellos.
               -Yo les di las drogas. Les quité la ropa-me lamenté. Layla sacudió la cabeza.
               -Desearía que no hubieras hecho eso. ¿Estoy disgustada por lo que ha sucedido? Sí. ¿Estoy un poco molesta contigo? Sí, Diana. Porque tú también sabes que tus acciones tienen consecuencias. Pero tú no has hecho lo peor del asunto. Han sido ellos dos. Les diste las drogas, sí, ¿y qué? Ellos son mayorcitos, son mayores que tú, incluso. Y decidieron tomarlas. Tú no les obligaste.
               -Insistí. Insistí, Layla. Además, ya me has visto darle drogas a Tommy otras veces.
               -Sí, te he visto, y aunque no me haga mucha gracia que él las tome, sé que eso es decisión suya. Tú y yo no podemos hacer nada contra él. Si él quiere drogarse, va a hacerlo, por mucho que nosotras le digamos que no. Pues esto es al revés. Es cierto que, si tú no hubieras llevado cocaína encima o no se la hubieras ofrecido, probablemente no hubiera pasado nada…
               -Entonces, la culpa es mía-gemí. Layla negó con la cabeza y continuó hablando.
               -… pero ellos siguen siendo los culpables. Son los responsables de sus actos. Ellos eligieron ese camino, el que tú les enseñaste, de acuerdo. Pero escogieron recorrerlo ellos. Además, ¿quién te dice a ti que, aunque no hubierais tomado nada, sólo con el alcohol no os habría bastado para iros a la cama? Puede que, si ellos estuvieran lo bastante borrachos, se hubieran acostado con vosotras de todos modos.
               -Pero eso no es lo que pasó.
               -Lo sé, tesoro. Pero el sexo es lo mismo que las peleas: si dos no discuten si uno no quiere, dos no follan si uno no quiere. Si uno no quiere, eso tiene otro nombre. Y yo conozco ese nombre-sus ojos se humedecieron un poco-, y no es lo que ha sucedido esta noche.
               Me dejó llorar un poco más, desahogándome. Me limpió las lágrimas y esperó pacientemente a que me tranquilizara lo suficiente como para continuar manteniendo una conversación.
               -¿Por qué me ayudas?-pregunté por fin. El semblante de Layla se oscureció un poco.
               -Porque no me parece que lo que hayas hecho sea tan grave como para que Scott y Tommy te tratan como lo hacen.
               -Me parece justo. Me parece que me están tratando incluso mejor de lo que me merezco.
               -Eso no es verdad-intervino Chad.
               -No me gusta ver cómo se ponen contigo. Te están aislando para poder cargarte con las culpas. Yo no se lo voy a consentir-aseguró Layla.
               -Yo tampoco-Chad estiró la mano y me la puso en la rodilla-. Que hayas sacado lo peor de ellos no significa que estos no sean ellos. Y, sinceramente, no me mola que sean así. No me esperaba que fueran así.
               -Ni yo-susurró Layla, asintiendo con la cabeza-. Pero no te preocupes. No te vamos a dejar sola.
               -Por favor…-empecé, pero Layla me agarró de las manos.
               -Diana, para. Estás mal. Mal como estaba yo. Mal de tener pensamientos suicidas-se aferró a mis muñecas-. No voy a dejar que te pase nada, no voy a consentir que te hagas nada. Somos amigas. No nos dejamos solas.
               Me la quedé mirando, borrosa a través de mi cortina de lágrimas, como un cuadro surrealista.
               -Yo tampoco-se pronunció Chad-. Entiendo que estén enfadados contigo, pero creo que se están pasando tres pueblos.
               -No puedo culparles-respondí. Layla se puso firme.
               -Pues tienes que hacerlo. Ellos son mayorcitos y ellos deciden si quieren llevar esto como adultos o como niños pequeños. ¿Has hecho mal? Sí. ¿Tienen derecho a estar cabreados? Por supuesto. Pero no a estos niveles. Mira cómo te están haciendo sentir. Cuando a alguien le hacen tanto mal y encima consiguen que se haga sentir culpable, como que merece esto, las cosas sólo pueden ir hacia abajo.
               -Yo no soy tú, Lay-respondí-. Yo me lo merezco.
               -Eso es lo que tú crees. Pero yo lo veo desde fuera, igual que lo veían mis amigas. ¿Cuántas veces crees que excusé a Chris? ¿Cuántas disculpas me inventé cuando él no me ofrecía ninguna? Estaba cansado. Yo lo provoqué. Tenía un mal día y yo se lo empeoré. Le puse cachondo cuando no tenía intención de hacer nada con él. Normal que me gritara. Normal que me pegara. Normal que me violara. Yo me lo busqué. Yo me lo busqué. Yo siempre me lo busqué-Layla negó con la cabeza-. Tú no eres yo, es verdad. No te voy a permitir que te conviertas en la que yo era cuando él se ponía encima de mí y me follaba sin piedad, como si pretendiera castigarme.
               -Tommy jamás me haría eso.
               -Lo sé, tesoro. Pero hay muchas formas de anular y dominar a una persona-me acarició la mejilla-. Y no le consentiré que te haga eso, te lo juro. Por mucho que le quiera. No me gusta en qué se está convirtiendo.
               -Pero… él y Scott…
               -Scott es otra historia-respondió Chad-. Scott ha roto con su novia, en cierto modo por tu culpa. Pero Tommy… Tommy no tiene por qué enfadarse contigo. A fin de cuentas, ¿no eres tú también su novia? No hace nada malo cuando estáis juntos. Cuando folláis, no le pone los cuernos a Layla. Sinceramente, no entiendo por qué cojones te trata como te trata. Bueno, sí lo sé: por deferencia a Scott. Todos sabemos lo que le quiere. Pero, incluso así, debería tener un poco de cabecita y darse cuenta de que la única que le estaba haciendo algo malo a Layla, era Zoe, no tú.
               -Eso es-asintió Layla, complacida.
               -Que yo sepa, cuando folláis, no te trata como una mierda después porque no le está poniendo los cuernos a Layla, ¿no es así?
               -Pues…
               -Incluso cuando lo hagáis fuerte. ¿A que no te trata como si fueras una lacra después de follar duro? ¿A que es bueno contigo?
               -… sí…
               -Pues aquí es lo mismo. Con Zoe, puede cabrearse todo lo que quiera. Pero a ti, no tiene por qué decirte nada. ¿Cuál es el problema? ¿Que le diste cocaína?-se encogió de hombros-.No haberla tomado. ¿Que te lo tiraste drogado? No haberse quitado la ropa para poder entra en ti. ¿Que follasteis, sin más? Que no hubiera empezado él. Porque, claro, todo está de puta madre cuando él folla contigo y luego duerme con Layla, cuando hace malabares entre las dos. Pero, si una de las dos toma el control, entonces, ¡peligro! Ya sois malas personas, ya lo hacéis por joder.
               -Me tiré a Scott-les recordé.
               -Y eso es, precisamente, por lo que no te echa la culpa. Mira, si yo hoy volviera a casa y me encontrara a Kiara tirándose a Aiden (aunque dudo que se le levante, por eso de que es chica, y tal), me cabrearía con Aiden, vale, pero a Kiara no le quedaría Irlanda para correr. Porque es mi amiga y sabe cuánto me importa él. Una amiga es más que un novio. Te quieren más. Distinto, más tenue, pero, a fin de cuentas, te quieren más. Tú te tiraste a Scott, vale, ¿pero me estás diciendo que Scott no te correspondió? Venga ya. Mírate. Eres preciosa-hizo un gesto con la mano abierta en mi dirección.
               -Lo eres-sonrió Layla, apartándome un mechón de pelo de la cara.
               -Si se enfada contigo por haberte acostado con Scott, ¿por qué sigue bien con él? A mí me jodería más que Aiden me pusiera los cuernos con Kiara porque Kiara es mi mejor amiga.
               -Y él se acostó con Zoe-añadió Layla-. Y nadie habla de ello. Sólo habláis de ti y Scott y de ti y Tommy. Pero nadie se acuerda de Zoe.
               Me quedé callada un momento, mareada, intentando sobrellevar el bamboleo de mi cabeza.
               -Yo no quería que las cosas salieran así.
               -Mira, Didi, por mucho que te llamen la Diosa de Nueva York, sigues siendo humana. Vas a cometer errores. Unos más grandes, y otros más pequeños. Y, si Tommy no puede entenderlo, pues… le das puerta. Te mereces que te perdonen. Eres una buena persona.
               -No lo soy-respondí, mirándola.
               -Sí lo eres-replicó.
               -Sabes lo que hice.
               -Eres una buena persona, a la que le han pasado cosas malas.
               Me estremecí.
               -¿Eso no lo dijo Sirius Black?-preguntó Chad. Layla se echó a reír.
               -Sí-Layla me acarició el pelo-. ¿Puedo serte sincera?
               -Claro. Por favor, sí, Lay.
               -Yo te perdono. Y a mí me has hecho más daño que a él. Con eso debería bastarte.
               -Gracias, Lay-sollocé cual niña pequeña-, gracias.
               -Ahora, lo que tienes que hacer es resistir. Los primeros días serán los más duros.
               -Pero estaremos contigo-prometió Chad.
               -Sí, no te dejaremos sola. Hablaré con Tommy. Le diré que deje de ser un gilipollas contigo. No me gusta esa actitud de machito que se trae entre manos. Me pone enferma. Ya he tenido bastante experiencia con machitos a lo largo de mi vida.
               -No hace fal…
               -Chica, perdona que te diga, pero Tommy también es mi novio-sonrió, alzando una ceja-. Y, si quiero, le pongo los puntos sobre las íes.
               -No sé si me lo merezco.
               -Claro que sí. Estás arrepentida. ¿Dirías que te mereces que ellos te traten mal si no lo estuvieras?-me dio un beso en el hombro-. Te diré lo que haremos: yo allanaré el camino con Tommy, le sacaré la cabeza del culo, y a cambio, tú, me vas a hacer un favor.
               -Vale.
               -Aún no te he dicho qué favor.
               -Haré lo que sea.
               Layla sonrió, se apartó un mechón de pelo de la cara.
               -Vas a volver a ser nuestra Didi. Vas a dejar atrás a la Diana que eras cuando viniste de Nueva York.
               -No sé si…
               -Podrás. Porque, ¿sabes qué? La Diana de Nueva York no vive dentro de ti-señaló mi bolsillo, sospechosamente abultado-. La Diana que vino de Nueva York, la esnifas cada día.
               Fue entonces cuando me di cuenta de la correlación. Tommy no me hacía ser mejor persona.
               Tommy me hacía dejar de drogarme. Había conseguido que redujera mi dosis hasta prácticamente hacerla semanal, incluso más larga. Por eso había experimentado aquel cambio.
               Así que le había prometido a Layla que intentaría parar, aunque yo sabía que aquello no era fácil. Llevaba toda la vida diciéndome que no estaba enganchada y que yo controlaba la cantidad de droga que tomaba, que yo decidía cuánto, cómo, cuándo y dónde, pero la realidad era que necesitaba una distracción, necesitaba ayuda externa.
               Y ahora no la estaba obteniendo.
               Era por eso que yo me odiaba cada vez que me encerraba en la habitación y rebuscaba en mi pequeña mochila en busca de los paquetitos blancos, cada vez más abundantes. Me entraban ganas de vomitar cuando terminaba las dosis y me descubría caminando, tensa, por los pasillos, en dirección al despacho del regidor que me conseguía las drogas.
               Me entraban ganas de llorar cuando me hacía quitarme la ropa y me magreaba, jamás pasando de allí, pero me merecía la pena. Cuando me metía la cocaína, me olvidaba de la humillación de vestirme sabiéndome utilizada, me olvidaba de las miradas de Scott, del vacío de Eleanor, de los silencios tensos con Tommy, de cómo le echaba de menos.
               Me merecía la pena arrastrarme por el fango y romper mi promesa con tal de no enterarme de lo que sucedía, y cada vez tomaba más y más, cada vez me enteraba de menos y de menos, cada vez me volvía menos la Didi de Tommy y más la Diana de Nueva York.
               Y no puedo decir que no me gustara, porque a la Diana de Nueva York, nada le hacía daño.
               A la Diana de Nueva York le daban igual las miradas de sus compañeras, las ligeras sacudidas de cabeza.
               Por la única por la que lo sentía era por Layla, que se abrazaba a mí por las noches, como asegurándose de que no me levantaría y me metería más coca todavía durante la madrugada.
               Pero incluso ni por esas era capaz de sentir que podría luchar y que no estaba postergando lo inevitable. Las miradas se hicieron más espaciadas aunque intensas, los silencios, más cavilantes y un poco menos tensos.
               El mundo parecía fingir perdonarme sin llegar a hacerlo del todo. Es por eso que sentí un alivio inmenso en mi pecho cuando las chicas terminamos nuestra actuación, después de cantar Tan cierto como tú y De cero a héroe, de seguido. Las juezas aplaudieron nuestro trabajo y dijeron que lo habíamos hecho genial, que podíamos estar orgullosas.
               Fuimos a los sofás y, como de costumbre, me senté en un extremo, con Layla al lado, vestida todavía con un traje griego para ver la actuación de los chicos. Después de que ellos acabaran, habría una breve pausa de anuncios en los que correríamos a ponernos nuestras prendas para las actuaciones ya individuales. Llegué a disfrutar con el número de los chicos, una coreografía trabajadísima de Todo un hombre haré de ti en la que se peleaban por ver quién llegaba al alto del poste clavado en el centro del escenario y lanzar la flecha hacia abajo (fue Scott) y luego hacían movimientos de artes marciales con varas a modo de espadas, justo como en la película, con todo el público gritando los “uá” que había al acabar. Se inclinaron hacia delante, recibiendo nuestros aplausos, y escucharon a Nicki, Gaga y Jesy mientras alababan su actuación y la tildaban de “la más espectacular que habían visto en años”.
               Pasaron a mi lado mientras ocupaban los asientos superiores. Tommy iba hablando con Scott, así que tenía una excusa para no mirarme.
               Se apagaron un momento las luces para anunciar que íbamos a los anuncios, e iniciamos nuestra particular carrera hacia los vestuarios, algunos incluso con el torso al aire para no perder tiempo. Por supuesto, ninguna chica tuvo la valentía de comenzar a desnudarse antes de pasar los biombos.
               Layla y yo nos vestimos a toda prisa, con ropas tribales que recordaban a los vídeos que aparecían en el tour de Salute de Little Mix. Jesy había sugerido el atuendo en cuanto elegimos qué canción cantar: después de muchas discusiones en las que se barajaron Hijo de hombre, Hay un amigo en mí, Gastón, No hay un genio tan genial, nos habíamos quedado entre dos: Príncipe Alí y Yo voy a ser el rey león.
               Scott se negó en redondo a hacer ninguna canción de Aladdín, alegando que era evidente que íbamos elegir esa canción porque él era pakistaní.
               -Tu abuelo es pakistaní, tú eres más inglés que yo-protestó Tommy.
               -¡Que no vamos a cantar Príncipe Alí y punto, Thomas, joder!
               -¿Por qué, si puede saberse, le tienes tanta tirria a Aladdín? A mí me encantaría que hubiera una princesa Disney que fuera medio española, como yo-intentó razonar Layla con él. Scott, ofendidísimo, hinchó el pecho y explicó:
               -Estos cabrones-señaló a Tommy, como si él contuviera a todos sus amigos- se pasaron 4 meses cuando yo era pequeño llamándome Aladín. Tenía pesadillas en las que a mis padres se les olvidaba mi nombre.
               -¿Y qué tiene eso de malo?
               -¡Pues que me llamo Scott!-protestó-. ¡Y que es muy racista decir que me parezco a Aladín, cuando no lo hago!
               -No es por nada, pero a tu padre intentaron elegirlo como actor para darle vida en la película con actores reales que hicieron por su aniversario-contestó Jesy, alzando las manos.
               -Sí, y también hablaron de coger a Jade, pero finalmente la gente se puso a protestar porque papá no era de Oriente Medio, y yo… bueno, que no quiero cantar una canción de Aladín, y punto.
               Yo a esas alturas ya estaba temblando, pensando en lo que iba a ser de nosotros como Jesy nos obligara a hacerlo. Necesitaba meterme una dosis.
               -Pero S, si hacemos una de El rey león, y otra persona coge otra…-Tommy miró a Jesy, dubitativo. Scott se encogió de hombros.
               -Tu hermana elegirá El ciclo vital. La conozco. Le encanta esa canción. No va a escoger Hakuna Matata. ¿A que no ha escogido Yo voy a ser el rey león, Jesy?-preguntó. Jesy se echó a reír.
               -No. De hecho, ni siquiera habéis acertado con la película.
               -Adiós-Chad se frotó la cara-. Ya la veo cantando Let it go.
               -No-Tommy sonrió, oscuro-. Una de Moana. Mi madre adora esa película. How Far I’ll Go. Era la primera canción que aprendimos a cantar.
               Salimos de detrás del biombo, yo temblando de pies a cabeza, Layla, poco menos, y nos dirigimos a los espejos para que pudieran colocarlos el maquillaje, que completaba el atuendo tribal. Nos remarcaron los pómulos con tonos tierra, nos pintaron una raya blanca en el labio y puntitos del mismo color alrededor del rostro, como haciendo de máscara.
               Los chicos llevaban el pecho descubierto y yo me descubrí mirando a Tommy con verdadera hambre. ¿Cuándo había desarrollado esos abdominales? Intenté sacudir esos pensamientos de mi cabeza mientras esperábamos a que nos dieran luz verde para entrar.
               Pero no se me escaparon las miradas que me dirigieron Tommy y Scott. Mi falda era un pelín más corta que la de Layla, y el top que llevaba puesto se me ceñía más al busto por tener los pechos más grandes que ella. Me imaginé que me habían vestido con la ropa más sexy de la edición aprovechando que era modelo.
               Me animó un poco cómo los chicos me escaneaban, con la excepción de Chad, que estaba demasiado concentrado en el número como para percatarse de que había una chica prácticamente desnuda a su lado.
               Scott abrió la boca para decir algo, y yo me puse nerviosa, pero, finalmente, ningún sonido escapó de entre sus labios. Sus ojos pasaron a mi lado, desenfocándome. Me giré para ver qué estaba mirando.
               Eleanor estaba sentada frente a los espejos, dejando que la maquillaran, mientras se reía de algo que le decía Jake. Llevaba puesto un albornoz que tapara su cuerpo mientras nosotros actuábamos.
               Me giré y miré a Scott.
               -Scott…-empecé. Quería disculparme, decirle que sentía de corazón que tuviera que ver aquello, que haría lo que fuera por ir atrás en el tiempo y arreglarlo. Pero Scott se dio la vuelta y no me escuchó. Se apagaron las luces y echamos a andar.
               Creo sinceramente que fue una de nuestras mejores actuaciones. El escenario tenía plantas y animales simulando constantemente el fondo de la película, con colores vivos que recordaban al buen rollo y la fiesta que desprendía la canción que habíamos elegido. Al público le encantó que nos hubiéramos decantado por aquella obra, celebrando ya lo que preveían que sería una noche de fiesta. Las juezas nos alabaron (Jesy le dio más caña que nunca a Scott, que estuvo sorprendentemente callado y dócil) y nos sentamos dispuestos a disfrutar de la noche, ya con más ropa que nos evitara coger un resfriado.
               -¿Estás nerviosa?-preguntó Layla, agarrándome la mano con fuerza mientras por el escenario desfilaban verdaderas obras de arte, concursantes caracterizados como los personajes a los que estaban prestando voz. Hoy me tocaba el turno a mí de cantar una canción en solitario y demostrar que valía.
               Me desinflé un poco. En la canción que había escogido, intervenía un chico. Había tenido la esperanza de animarme a arreglar las cosas con Tommy antes de la gala y poder preparar la actuación con él, pero me daba tanto pavor acercarme a él que al final había pedido a uno de los integrantes de Thr3some que me acompañara.
               -Lo harás genial-me animó Layla, malinterpretando mi expresión. Chad se volvió hacia mí y me dio un afectuoso apretón en el hombro.
               Noté la mirada envenenada de Scott mientras los demás me mostraban su apoyo. Tommy ni siquiera se giró para comprobar que yo estuviera bien.
               Prepararon el escenario para hacerlo pasar por un océano, con un barco de vela en el centro, y Scott y Tommy se revolvieron, reconociendo al segundo la ambientación del escenario. Yo me envolví un poco más en el albornoz y esperé.
               Recé en silencio para que Eleanor lo hiciera bien. Si le salía bien y la aplaudían lo suficiente, quizás se pusiera de mejor humor y me atreviera a acercarme para volver a disculparme con ella.
               Mi corazón se detuvo cuando vi a una figura caminar hacia la canoa, desde la que empezaría su actuación. Noté cómo Tommy contenía el aliento y Scott se ponía rígido un segundo antes de revolverse, incómodo, en el asiento.
               Aquella chica era demasiado alta y tenía el pelo demasiado rizado, largo y voluminoso como para ser Eleanor.
               Eleanor no iba a cantar una canción de Moana. Aquella no era Eleanor.
               Era Taraji.
               -Si Taraji es la que va a cantar esta canción, ¿cuál ha escogido tu hermana?-preguntó Scott en un susurro semi histérico, girándose hacia Tommy, que tragó saliva y negó con la cabeza. Pero yo vi a contra luz que se le habían puesto de punta los minúsculos pelitos del brazo.
               Estaba pensando en lo mismo que yo. Eleanor y Jake no estaban sentados juntos y riéndose por casualidad. Iban a cantar juntos.
               Apenas pude concentrarme en la actuación de Taraji, que fue espléndida, como diría todo el mundo después. La mejor que había hecho, y que haría en el programa. Estaba demasiado nerviosa retorciendo el cordón de mi albornoz y conteniendo las arcadas y la imperiosa necesidad de correr al baño y meterme una raya de coca, rezando en silencio por que mis temores más profundos no se hicieran realidad.
               Se me vino el mundo encima cuando Taraji vino a sentarse y el escenario comenzó a cambiar. No, por favor. Eso no.
               El escenario adquirió un ligero tono morado, con el púrpura típico de una noche oriental. El cielo estaba iluminado con pequeñas estrellas que hacían las formas de constelaciones improvisadas y ficticias, recortando la silueta negra de un inmenso castillo de estilo oriental en el centro.
               En el mismo corazón del escenario, reposaba una pequeña columna, se apenas unos decímetros de altura, que levantaba una alfombra sobre la que se colocó una figura.
               Todo el mundo contuvo el aliento mientras una segunda figura negra aparecía por un extremo del escenario, reposando sobre un balcón en el que no me había fijado antes. Las luces se encendieron tenuemente, y Eleanor, vestida con un conjunto inconfundible en zafiro, se reclinó sobre la barandilla del balcón mientras Jake se acercaba a ella a su alfombra.
               Scott hundió los hombros y se dejó caer, rendido, en el asiento, mientras el público exhalaba un maravillado “oh”.
               -Yo te quiero enseñar-comenzó Jake, tendiéndole la mano a Eleanor, que la cogió fingiendo timidez-, un fantástico mundo. Ven, princesa-Layla se estremeció, reconociendo la palabra que Tommy utilizaba con ella, mientras Eleanor pasaba por encima de la barandilla y se sentaba lentamente en la alfombra, al lado de Jake-, y deja a tu corazón soñar.
               Los ojos de Scott brillaban en la oscuridad. Tommy se volvió hacia él y le pasó un brazo por los hombros.
               -No tienes que mirar, S.
               -Sí-protestó él.
               -Yo te puedo mostrar cosas maravillosas-continuó Jake, mientras la alfombra se deslizaba suavemente por el escenario, subiendo y bajando con los movimientos de unos bailarines totalmente vestidos de negro para hacerse invisibles en la noche. El palacio del fondo fue desplazándose poco a poco, dejando paso a una catarata, a barcos, a una esfinge, a un palacio chino-, ven princesa, y déjate llevar, a un mundo ideal.
               -Scott-suplicó Tommy, pero Scott negó con la cabeza.
               -Es lo que me merezco. Es lo que le he hecho.
               La canción fue avanzando lentamente. Las juezas se removían en sus asientos, maravilladas. Una de ellas cogió un pañuelo en cuanto Eleanor comenzó a cantar, con voz dulce, dolorosamente tierna.
               -Un mundo ideal-Eleanor se levantó de la alfombra y Jake la siguió, mirándola embobado, como si estuviera realmente enamorado de ella-, que nunca pude imaginar, donde ya comprendí, que junto a ti, el mundo es un lugar para soñar.
               -Un lugar para soñar-repitió Jake, mientras Eleanor caminaba por su alfombra, extendida y dura para permitir sus movimientos. Se giró sobre sus talones, contemplando los pájaros de papel que sobrevolaron el escenario.
               -Fabulosa visión, sentimiento divino-Eleanor se llevó las manos al pecho y luego las extendió hacia Jake-, voy volando contigo, hacia un nuevo amanecer…
               Siguieron cantando, bailando y proclamándose amor eterno en la que sería, probablemente, la canción más romántica que Disney hubiera logrado hacer nunca, bajo la atenta mirada de sus compañeros y rivales, bajo la atenta mirada de sus padres, del público, de los jueces…
               De Tommy.
               De Scott.
               Terminaron la canción, sentados de nuevo en su alfombra, achuchándose el uno al otro como Aladdín y Jasmine, felices en su contacto y cómodos en su cercanía. Las últimas notas se apagaron y sentí un escalofrío.
               El mundo explotó como pocas veces lo había hecho.
               -Uf-resopló Simon, que se había desecho de sus gafas redondas-. ¿Quién quiere empezar?
               -Que empiece Nicki-pidió Jesy, mientras se limpiaba las lágrimas y trataba de contener los sollozos. Gaga se sujetaba el pecho, como temiendo que el corazón se le saliera de entre sus costillas, mientras imitaba a la inglesa en un perfecto ejercicio de sincronización. Nicki se aclaró la garganta, se limpió con disimulo también las lágrimas, y dijo una única palabra.
               -Gracias.
               Eleanor se mordisqueó los labios en una sonrisa y se volvió para mirar a Jake, que le pasó un brazo por la cintura a modo de celebración. Se sonrieron y esperaron a que los jueces pudieran decir algo más, pero Jesy apenas consiguió articular palabra, y Gaga se ahogó mientras comentaba que estaban hechos para cantar juntos. Eleanor se sonrojó un poco y asintió con la cabeza, mientras Jake se hinchaba como un pavo.
               Se habló de magia, se habló de amor y se habló de finalistas, y Eleanor sonreía y sonreía y su boca parecía no tener fin. Después de estremecerse varias veces con los halagos a su voz, se limpió ella también un par de lágrimas indiscretas y dejó que Jake la guiara hasta los asientos. Era como si estuviera agotada y no pudiera sostener ni su propio cuerpo.
               Pasó de nuevo a mi lado, y yo levanté la vista, amedrentada, y la miré.
               Vi cómo clavaba los ojos en Scott, que seguía con la cabeza gacha, incapaz de mirarla, incapaz de querer nada más que desaparecer, y Tommy acariciándole los hombros, animándole, diciendo que esto sería temporal y que la recuperaría más pronto que tarde.
               Eleanor esbozó una sonrisa cruel, levantó la cabeza y continuó caminando, subiendo las escaleras hasta el último sofá.
               Vi que alguien me hacía señas desde un extremo del escenario. Era mi momento.
               Con un último apretón de manos, me despedí de Layla y Chad, que me desearon suerte, y bajé discretamente las escaleras en dirección a las bambalinas mientras el presentador charlaba con los jueces y daba paso al vídeo de los ensayos que Eleanor y Jake habían ido manteniendo durante toda la semana.
               Me costó muchísimo ponerme una sonrisa y fingir que estaba bien mientras me quitaban el maquillaje y me ponían una especie de vestido que simulaba a una camiseta de béisbol con la dorsal 19 STYLES en la parte trasera, en letras blancas sobre fondo azul marino y bordes rojos, los colores de los Giants. Me preguntaron varias veces si estaba bien, y, cuando no conseguí contestar después de tanto mentir, lo achacaron a los nervios y dijeron que lo haría bien, que ya lo había hecho bien en otras ocasiones, y que brillaría con luz propia.
               Keith se acercó a mí. Llevaba el pelo mucho más corto de lo que lo traía la última vez que apareció en televisión. Me dio un abrazo y me dijo que lo haría bien, que no tenía por qué estar preocupada.
               ¿Cómo no voy a estar preocupada?, quise preguntarle. Le he jodido la vida a Scott.
               Quiero irme de aquí, fue lo que pensé mientras iba a mi posición de salida, al fondo del escenario, en una puerta y unas escaleras que descendían hasta la plataforma central y más importante.
               En cuanto mi figura apareció por un extremo del escenario, empecé a escuchar los ruidos de la sala de Realización. Estaba ya acostumbrada a escuchar los gritos del regidor (e improvisado camello) en mi oído cada vez que Scott se acercaba el micrófono a la boca y los gritos del público, enloquecido, amenazaban con acallar su voz. “¡Subidle el micro a tope!” le escuchaba gritar, y en eso era en lo que me concentraba cuando me quitaba la ropa para él y él acercaba las manos a mis pechos o mi culo.
               Contuve una arcada e, intentando no pensar en eso, repasé la letra de la canción de memoria una vez más.
               Las guitarras del inicio de Burnin Up comenzaron a sonar. Eché un vistazo en dirección a los sofás. Tommy seguía acariciándole la espalda a Scott, en un gesto amoroso y protector muy típico de un hermano mayor. Me sentí sola, increíblemente sola: en el escenario, en el país, en el mundo, en mi familia.
               Un segundo antes de que Scott levantara la vista para mirarme, y Tommy hiciera lo mismo, lo decidí. Aquella sería mi última actuación. No podía soportar ver lo que les estaba haciendo.
               Clavé los ojos en la minúscula sala de los focos, donde se llevaba el control de todo lo que se veía en televisión, cuyas ventanas brillaban como la luna en una noche ligeramente nubosa, y comencé a cantar.
               -Walking through the fire, please, don’t let me go-eché a andar hacia el escenario, bajando las escaleras-, take me to the river, I need you to know…
               Me detuve de repente, siendo ligeramente consicente de la presencia de las bailarinas a mi lado, vestidas con ropa idéntica a la mía, pero negra en vez de azul, sin ningún tipo de dorsal.
               Decidí que me lo pasaría bien, una última vez antes de desaparecer para siempre.
               -I’M BURNIN UP-bramé, y todo el público lo hizo conmigo. Antes de que pudiera darme cuenta, la música me había robado todas mis preocupaciones y me había reclamado para ella. Disfruté de mi actuación, convencida, decidida y segura de que era la última que ofrecería. Ya me inventaría una excusa después.
               -Hot in the kitchen like a thousand degrees-nos acercamos al borde, con el público. Me incliné hacia delante y me apoyé en una rodilla, me pasé las manos por el pelo-, that’s how I’m feeling when you’re next to me. I got a fever-me levanté-, tell me, what did you do?-me giré y eché a andar hacia el corazón del escenario de nuevo-, temperatura rising when they-giré de nuevo sobre mis tacones y clavé los ojos en la cámara- look at you, look at you.
               Me fui hacia el otro borde del escenario, donde estaban mis compañeros, y me acerqué de nuevo al público.
               -Subliminal, sex. Dripping in, sweat. I’m losing my, breath-jadeé y todo el mundo se volvió loco. Sonreí un poco, sabiéndome la reina del mundo aunque fuera por unos minutos-. Look what I’ve foung, It’s bout to go-me agaché de nuevo-down, I want it right, now.
               Continué con la canción y me di un pequeño descanso antes de anunciar la aparición de Keith.
               -¡Damas y caballeros, Keith, de Th3some!-proclamé.
               Los ojos de Tommy estaban fijos en mí, con una expresión indescifrable. Keith entró con la chulería propia de los bailarines en el escenario, subió por la pequeña plataforma en la que Chad se había reunido con sus compañeros y caminó hacia mí, rapeando su parte, acercándose a mí y abrazándome por detrás, recorriendo mi cuerpo de la forma en que se hacía en los videoclips con las manos mientras yo acababa la canción.
               Nos quedamos allí, de pie, jadeantes y sudorosos un momento, recibiendo los aplausos. Luego, nos inclinamos, nos aplaudimos el uno al otro, Keith me dio las gracias por la oportunidad de volver, anunció que les habían llamado para cubrir las vacantes de unos bailarines de un artista internacional, y se marchó.
               Apenas escuché lo que las juezas me dijeron, algo de que lo había hecho muy bien y que no se esperaban menos y bla bla bla. De repente, me sentía desnuda, fea y utilizada. Me quité el pinganillo sólo para no oír las órdenes del regidor a sus trabajadores, a quienes hacía cambiar de cámara constantemente, seguro que para obtener el mejor plano posible de mis piernas, y asentí, fingiendo que escuchaba la valoración de Jesy, quien dudaba de que lo de traer a Keith estuviera dentro de las normas.
               -No me imaginaba esta canción sin él, Jesy. No lo he hecho por saltarme las reglas ni nada. Me pareció que podría hacerlo bien, y lo ha hecho genial-me disculpé. Jesy parpadeó, escuchando-. Si he ido contra las normas, quiero que sepáis-miré a los jueces-, que ha sido cosa mía y de nadie más. No castiguéis a Keith ni al resto de Chasing the stars.
               -No vamos a castigar a nadie, Diana, simplemente comentaba que esto… no tenía presente.
               -Pero se puede sentar-respondió Gaga-. A mí me ha gustado volverá verle. Y la verdad es que el efecto sorpresa ha jugado en su favor. No me esperaba que le sacaras a él. Después de lo de la semana pasada… en fin, creí que lo harías con Tommy.
               Me mordí los labios y eché un vistazo en su dirección. Pude leer en su boca cómo musitaba:
               -Yo también.
               Scott se giró y le miró. Le dio una palmada en el hombro a modo de consuelo. Simon pasó a decirme algo sobre la coreografía, pero yo estaba demasiado nerviosa como para poder escucharle. Volví a asentir y me marché un poco antes de que me dieran permiso, lo cual arrancó unas cuantas carcajadas que se me clavaron en el estómago como puñales. No me atreví a mirar a Tommy. Volví a mi asiento con docilidad mientras enseñaban los vídeos de mis ensayos. Apenas hablaba ya con la cámara. Lo que antes me había apasionado, de contar mi viaje y lo que estaba haciendo, ahora me aborrecía y no me gustaba en absoluto. Me daba la sensación de que todo lo que yo dijera sonaría prepotente o victimista, así que apenas soltaba cuatro palabras seguidas antes de que empezaran a sonsacarme una información que yo me negaba a dar con un “vaya, qué tarde es, tengo ensayo, me tengo que ir, ¿luego seguimos?”.
               -Has estado increíble-me dijo Lay mientras yo me hundía en el asiento, deseando que me tragara la tierra. Alguien pasó a mi lado, ignorando el vídeo.
               Eleanor. Mierda, es verdad. Como había ganado la gala que había sido pregrabada, le correspondía a ella cantar la última canción antes de las de las despedidas.
               Salió un par de minutos después, casi desfilando, puede que burlándose de mi manera de caminar, con un body negro y botas moradas ceñidas hasta la rodilla, con un micrófono acolchado, preparado para incluso recibir golpes. Llevaba una coleta alta que le enmarcaba las facciones del rostro. Sonrió al público antes que la música empezara.
               Y, cuando lo hizo, quise morirme. Scott se hundió un poco más en su asiento, casi deseando que le diera un ataque para quedarse en el sitio.
               -Now I’m out here, looking like revenge, feeling like a ten, the best I’ve ever been-comenzó Eleanor-, and yeah, I know how bad it must hurt to see me like this, but it gets worse, wait a minute-comenzó a caminar-. Nor you’re out here looking like regret, ain’t too proud to beg, second chance you’ll never get-sacudió el dedo en señal de negativa, y a nadie se le escapó cómo miraba a Scott cuando lo hizo- and yeah, I know how bad it must hurt to see me like this, but it gets worse.
               Las bailarinas aparecieron por detrás de ella y comenzaron a dar palmadas.
               -Now payback is a bad bitch, and baby, I’m the baddest, you fucking with a savage, can’t have this, can’t have this (ah). And it’d be nice of me to take it easy on ya-Eleanor volvió a mirar a Scott, esbozó una sonrisa torcida, y proclamó-, but nah. BABY, I’M SORRY.
               El público se levantó para bailar y cantar con ella, para humillación de Scott y deleite de Jake, que lo miraba desde la parte de arriba del sofá, sabiéndose triunfador. Eleanor cantó, bailó agitando las caderas como una mujer fatal, se rió y se lo pasó como nunca, cantando a su soltería y a lo mal que se lo iba a hacer pasar a Scott.
               Lo único que dijo antes de que los jueces la invitaran a sentarse de nuevo, cuando le preguntaron a qué había venido aquella elección de canción, ella respondió, encogiéndose de hombros:
               -Nada, sólo quiero que la gente sepa que yo no he venido a jugar.
               Sacudió su melena una vez más y se fue contoneándose hacia los asientos. Sonrió cuando anunciaron que ella y Jake habían ganado esta gala y esperó educadamente a que Tommy cantara con la expulsada de la semana pasada una versión de Back to you (sí, el público se volvió literalmente loco) antes de salir para despedir en una colaboración al último expulsado de la noche.
               Apenas anunciaron que el programa había concluido, la familia saltó los asientos y corrió hacia el escenario, en busca de una aclaración para lo que acababa de suceder. No me moví mientras los demás se levantaban para ir a ver a sus padres, deseosos de contarles todo lo que había pasado esa semana. No podía dejar de pensar en Scott, al borde de las lágrimas, mirando a Eleanor y Jake cantando juntos.
               Ése debería haber sido él.
               Además, ¿para qué iba a apresurarme? Nadie estaba esperándome. Dudaba que Eri quisiera hablar conmigo, y tenía a Eleanor para que le contara todo lo que había pasado.
               Me levanté después de un rato, sin un rumbo fijo. Con un nudo en el estómago, me di cuenta de que tenía que atravesar la zona de visitas de familiares para ir a la habitación y comenzar a recoger mis cosas.
               Sorteé a la gente con la cabeza gacha hasta que noté una mano posarse en mi brazo.
               Me giré, esperanzada, creyendo que sería Eri.
               Pero eran mis padres.
               -Hola, mi niña-saludó mamá, cautelosa aunque animada.
               -Hola-respondí en tono quejumbroso.
               -Creíamos que ya te habrías ido. Seguro que estás cansada, después de tanta actuación. Pensamos que te habías marchado ya a dormir-sonrió papá, acariciándome la cara y dándome un beso en la mejilla, que yo no pedí, pero tampoco rechacé. Mamá me tocó las mejillas, sonriendo, animándome…
               Y yo me deshice. Me eché a llorar, como cuando era pequeña y una gaviota de Central Park me robaba el gofre que mis padres acababan de comprarme. La diferencia era que ahora tenía el corazón verdaderamente roto.
               -Mi niña, no te preocupes, has estado espectacular-me besó la frente y cerró los ojos, inhalando mi aroma, cuando la abracé.
               -Mamá-sollocé-, quiero irme a casa.
               Me palmeó la espalda. Papá se acercó a nosotras y nos recogió en un abrazo.
               -Pronto, mi niña.
               -No, mamá, quiero irme ahora.
               Papá y mamá se miraron. Se separaron un poco de mí.
               -No puede ser, mi amor-dijo cautelosa-. Tienes que quedarte. Eri nos lo ha explicado. ¿No quieres quedarte con Tommy?
               -Tommy me odia. Scott me odia. Todos me odian. Estarán mucho mejor cuando yo me marche. No puedo más. No puedo más, mamá-gemí, pegándome a ella-. No paro… no puedo parar. No paro de esnifar y de beber. Se me ha ido de las manos, esto no es lo que yo quería, yo no lo busqué, se me fue de las manos, fue un accidente, yo no pretendía que sucediera-balbuceé. Mamá me acarició la cabeza.
               -Sh. Sh. Tranquila, mi amor. Tranquila. Todo va a salir bien-me limpió las lágrimas.
               -Estoy sola, mamá. Estoy sola, otra vez.
               -No estás sola-respondió papá-, nosotros estamos contigo, princesita. Siempre. Aunque nos separe un océano.
               Siguieron consolándome, tratando de que me tranquilizara. Discutieron con uno de los trabajadores cuando anunciaron que era momento de irse. Consiguieron un poco más de tiempo para nosotros. Layla se quedó atrás, mirándome. Se acercó a mí cuando vio que yo no me movía. No me atrevía a mirarla a la cara. La iba a dejar tirada, bastante tenía con saberlo; no podía, encima, mirarla a la cara como si no pasara nada.
               -Didi, ¿estás bien?
               -Sí-mentí-, yo sólo… echaba de menos a mis padres.
               -Vale. Te guardo un sitio a mi lado-dijo antes de marcharse. Me quedé con las ganas de decir que no sería necesario, que nadie se querría sentar conmigo. Me dio un apretón en la mano y se marchó en pos de los chicos. Mis padres volvieron a abrazarme mientras los de Tommy y Scott cuchicheaban entre sí, probablemente comentando lo zorra y patética que era, montando esa escena cuando yo les había jodido la vida a sus hijos.
               -Debería irme-murmuré cuando los cuchicheos se me hicieron insoportables. Me solté de la mano de mis padres y retrocedí.
               -Diana…
               -Estaré bien. Adiós. Ya… os llamaré-dije, y salí corriendo, incapaz de sostenerle la mirada a Sherezade, incapaz de soportar que Eri me mirara con pena, como pensando “pobrecita, lo que pudo ser, y en lo que se ha convertido”.
               Corrí hasta que mis pulmones no dieron para más, y aun así seguí corriendo, con el corazón a punto de reventar. Abrí la puerta de la habitación, saqué de debajo de la cama la maleta, la abrí, y comencé a tirar toda mi ropa dentro. No tenía mucho tiempo. Tenía que marcharme antes de que ellos llegaran, o se me haría imposible, y tendría que estar otra semana con ellos, y yo no podría…
               -Lo has hecho genial.
               Solté un grito y di un brinco. Tommy estaba allí, apoyado en la pared, sentado entre ésta y la cama. Su cabeza apenas sobresalía por encima del colchón. Me limpié las lágrimas y me abracé a mí misma, retrocediendo instintivamente, alejándome de él.
               Cómo cambian las cosas en una semana: la persona que más me importaba y más segura me había hecho sentir, era precisamente la que más temía ahora.
               -¿Qué haces aquí?-pregunté, mordiéndome los labios.
               -¿Y tú?
               -Me voy-respondí.
               -Eso es evidente. ¿Adónde?
               -A casa. A Nueva York-aclaré cuando él parpadeó.
               -Eso no tiene sentido.
               -¿El qué?
               -Tu casa, Nueva York-dijo, metiéndose las manos en los bolsillos. Tragué saliva.
               -Sí, bueno. Ahora no estoy para analizar el lenguaje, yo…
               -Hace tiempo me dijiste que tu casa era yo-respondió con calma.
               Me quedé helada. Me di la vuelta, soltando de nuevo la ropa que había cogido para colocarla en condiciones dentro de la maleta.
               -Sigues siendo mi casa.
               -Entonces, no te vas a casa. Te vas a Nueva York-discutió, en voz suave. Me senté en el borde de la cama y me pasé las manos por el pelo, tirándome de él, arrancándome las ideas del mismísimo cuero cabelludo-. No sabía que harías una colaboración. Pensaba que me habrías dicho que la hiciera contigo.
               -No quería… no podía… no me atrevía. A arriesgarme.
               Se sentó en la cama que ahora compartía con Scott. Sus rodillas rozaron las mías. Quise apartarme. Pero no podía. Aquel contacto era tan íntimo, tan cálido…
               -¿Creías que te diría que no?
               No respondí. A duras penas podía aguantarle la mirada.
               -Alec se ha despertado-anunció. Alcé la vista.
               -No lo sabía.
               -Fue ayer. Scott y yo fuimos a verle.
               -¿Y… cómo fue?
               -Bien. Hablamos con él. Se lo contamos. Lo que hicimos, los cuatro, ya sabes-Tommy se quedó callado.
               -¿Y… tú estás bien?
               -Casi bien. Diana…-tragó saliva, cuadró los hombros, chocó su puño contra su palma, pensando-, ¿yo te doy miedo?
               -¿Qué?
               -¿Sientes… que no estás a salvo… cuando yo estoy cerca de ti?
               Tartamudeé un tímido no.
               -¿Por qué?
               -A veces me miras, como si… no sé-negó con la cabeza, subió el pie a la cama y se abrazó la rodilla-. Igual son imaginaciones mías.
               -Yo no te tengo miedo, Tommy. Te echo de menos.
               -No tienes por qué.
               Negué con la cabeza.
               -No puedo seguir así. Necesito marcharme. Que me dé el aire.
               -¿Es por mí?
               -En parte.
               -¿Qué parte no es por mí?
               -Scott. Y Eleanor.
               -Yo hablaré con ellos. Tú preocúpate de ti.
               -Soy el hazmerreír de todo el mundo, Tommy.
               -¿Y eso?
               -Soy la zorra que hizo que Scott y Eleanor rompieran, la puta que se folló al novio de una de las pocas amigas que tenía en este país. Y ahora… también soy la estúpida que anunció a bombo y platillo lo bien que estaba con su novio, para no poder conservarlo una semana más.
               -No eres una zorra. Ni una puta. Nadie lo piensa.
               -Tu hermana, sí.
               -Mi hermana es gilipollas. Scott es gilipollas. Yo soy gilipollas. Y Zoe es gilipollas. Tú… tú has tenido la mala suerte de estar en medio.
               Me giré y recogí la poca ropa que me quedaba.
               -¿Qué es eso que has dicho… de lo del novio?
               -No hurgues en la herida, Tommy, por favor.
               -¿Qué herida?
               -Tú y yo. Nosotros.
               -¿Qué nos pasa?
               -¡JODER, TOMMY!-chillé, tirando la ropa al suelo-. El desfile. Pedí que te anunciaran como mi novio, lo puse en el contrato, y no he sido capaz de conservarte ni dos semanas a mi lado.
               -¿No me has conservado?
               -No lo sé, ¿sigues siendo mi novio?
               -Yo no he roto contigo-respondió-. ¿Tú has roto conmigo?
               Parpadeé, sin comprender.
               -No te entiendo.
               -Estoy cabreadísimo contigo-asintió-, pero eso no quiere decir que ya no esté enamorado, ni vaya a luchar por ti, ni nada de eso. Sigue siendo así. Sigo amándote. Sigo considerándote mi hogar. Sigues siendo esencial para que yo sea feliz. Que necesite un poco de distancia ahora mismo no significa que yo vaya a soportar estar lejos de ti. No quiero que te alejes. No quiero que te vayas a Nueva York. Quiero que te quedes aquí, conmigo.
               Me cogió la mano, me miró la palma, siguió las líneas en ella, como si me estuviera leyendo el futuro.
               -Apenas me has mirado esta semana. Y te sientas al otro extremo del sofá, ¿y ahora quieres fingir que estamos bien?
               -No te he dicho que estemos bien-respondió, cauteloso-. Te he dicho que estamos. Soy lo único que le queda a Scott, a ti te queda todo el mundo.
               -A mí no me queda nadie. Soy extranjera, y todo el mundo piensa que soy una zorra. ¿Y sabes qué es lo mejor? Que tú crees que tienen razón. Que piensas que soy una puta y una zorra y que estaría mejor muerta, igual que lo piensa Scott.
               -Ya te he dicho que yo no lo pienso. Y Scott tampoco.
               -Pues es el mensaje que estás dando, y… si prefieres que me marche, pues ahora es el…
               -Ya te he dicho que no quiero estar lejos de ti-respondió-. ¿Te crees que no me mata esto? Porque lo hace. Me jode lo que hiciste, sí, pero tú no eres la única culpable. Scott y yo lo somos. También estábamos allí esa noche. Y me jode esta situación porque…-cerró los ojos, se pasó la mano por el pelo-. Dios. Te quiero, ¿vale? Te quiero-me cogió la mano de nuevo, y se quedó callado.
               Tanto tiempo, que pensé que no diría nada más.
               -Estoy molesto-dijo por fin-. Pero se me terminará pasando-levantó la mirada y la clavó en mí, aquellos benditos ojos azules. Me besó entre los dedos, la palma, la yema. Dejó mi mano reposando contra su mejilla, cálida-. Siempre se me pasa.
               Me acerqué a él, que se revolvió, afianzando su posición en la cama. Me tomó de la cintura y me besó el vientre. Tiró de mí para que me sentara sobre él. Le miré a los ojos. Parecía sincero. Estaba sufriendo, y algo le empujaba a separarse, pero luchó contra ese incluso igual que luchó por mí.
               Tenía que hacerlo. Por nosotros. Por los dos.
               Me incliné y le besé. Apenas fue un roce de labios, pero, cuando un gesto significa lo suficiente, no tiene que ser demasiado profundo. Había más amor en aquel beso de aleteo de mariposa que en los que nos dábamos, potentes como huracanes.
               Sonrió cuando me separé de su boca.
               -Y así se me pasará antes.
               Solté una risita mientras él apoyaba la frente en mi pecho.
               -Te he echado de menos.
               -Mi yo cabrón no te pone, ¿eh?
               -Sigues estando guapo-respondí, y él sonrió. Se apartó para mirarme, hundirse en mis ojos. Me apartó un par de mechones rebeldes de la cara, justo tras las orejas-. Pero te prefiero así.
               -Lo siento. Todo lo que te he hecho pasar.
               -Tommy…
               -No. Déjame terminar. Siento cómo te he tratado. He sido un putísimo gilipollas contigo. No te merecías las cosas que te dije. No creo que seas rastrera, ni mezquina-me tomó de la mandíbula para que lo mirara a los ojos y viera que lo decía en serio-. Y siento cómo me comporté después de lo que pasó. Quiero que sepas que ahora me voy a esforzar en ser mejor. En todo. Como persona, como amigo, como novio… no te voy a dejar sola.
               -Vale.
               -Pero tengo que estar con Scott.
               -Lo entiendo. Y… yo también lo siento, T. No lo hice a propósito.
               -Tú no has hecho nada.
               -Os di…
               -Yo le puse los cuernos a Layla, Scott le puso los cuernos a Eleanor. No tú. No Zoe. Nosotros dos. Y hemos sido injustos contigo. Scott también lo siente. Estos días han sido intensos, pero quiero que sepas que él también lo siente. Sé que lo hace. No se da cuenta aún-meditó-, pero sé que lo hace. Todavía está demasiado cegado por la rabia y en shock por lo que ocurrió. Pero él te tiene cariño. Y yo te quiero. Y no quiero verte mal. ¿Vale?
               -Vale.
               Pegó su frente a la mía.
               -Vale-repitió. Sonreí.
               -Vale.
               Tommy sonrió también. Me dio un mordisquito en la barbilla.
               -Vale.
               Me abracé a él. Y no me solté. No me soltaría nunca.
               -Diana…-murmuró en mi oído. Inhalé el aroma de su cuello, me empapé de la calidez de su cuerpo, bebí de la fuerza de los músculos que sentía bajo la camiseta, en los dedos, en las manos, en mis brazos, en mi pecho y en mis piernas.
               Dios, mi nombre era la mejor palabra del mundo, pronunciada de sus labios. Jamás me separaría de él.
               -Mm-respondí, acariciándole el pelo.
               -Si él te dice algo…-buscó las palabras-malo… no se lo tengas demasiado en cuenta. No es él. No es mi Scott. Estoy intentando recuperarlo, pero Eleanor no me lo está poniendo fácil.
               -Está bien.
               -Puede llegar a decirte cosas muy crueles.
               -Lo soportaré.
               -Eso espero. Porque, si no lo haces… le rompo la cara.
               Sonreí, pensando en las nulas posibilidades de que eso fuera verdad. Me pegué aún más a él.
               Algo en el ambiente cambió, algo entre nosotros cambió. Sus manos seguían acariciándome, pero ahora eran lentas. Le besé el cuello y él respondió besándome el hombro. Me separé de él.
               -Tommy…-él clavó sus ojos en los míos, y yo me deshice. Era un charquito a sus pies. Que me hiciera lo que quisiera, pero, por favor, que me hiciera algo-. Hay otra cosa que echo de menos-me mordí el labio, y sus ojos se deslizaron por mi rostro hasta mi boca. Sonrió, pícaro.
               -Dime que empieza por s-me pidió, inclinándose para liberar mi labio con sus dientes.
               -Lo echo de menos. El sexo contigo. Me encanta follar contigo, T. Lo adoro. Hace que se me olvide todo. Que olvida incluso quién soy. Por qué estoy aquí. Lo echo de menos. Te echo de menos a ti, especialmente ahora, que ya no te tengo, ni a oscuras.
               Se me quedó mirando un segundo.
               Se inclinó hacia el interruptor de la luz y lo accionó. La negrura nos envolvió.
               -¿Qué haces?
               -Entregarme a ti-respondió, y escuché el susurro de mi ropa cuando empezó a quitármela. Me tumbó con delicadeza sobre la cama y empezó a besarme-. A oscuras.
               Se metió entre mis piernas y consiguió borrar con una sola embestida todo lo que habíamos pasado durante la semana.

               Para que luego digan que el amor no mueve montañas.


 El quinto capítulo de Sabrae ya está disponible, ¡entra a echarle un vistazo y apúntate para que te avise de cuando suba los siguientes capítulos! A más gente apuntada, antes subiré



Te recuerdo que puedes hacerte con una copia de Chasing the stars en papel (por cada libro que venda, plantaré un árbol, ¡cuidemos al planeta!🌍); si también me dejas una reseña en Goodreads, te estaré súper agradecida.😍       

9 comentarios:

  1. QUE BONITA ES LAYLA POR FAVOR NECESITO QUE LA METAS EN UNA BURBUJITA Y QUE NADA NI NADIE LE HAGA DAÑO PORQUE PERSONAS COMO ELLA SON LAS QUE HACEN MEJOR ESTE MUNDO!! ES MARAVILLOSO Y SE MERECE TANTO SER FELIZ Y SUPERAR DEL TODO LO DE QUE CHRIS. DE VERDAD QUE GANAS DE QUE SEA FELIZ.
    ELEANOR PUTA AMA. MIRA QUE JURABA QUE CABTARIA DE MOANA PERO LO QUE HAS HECHO SE HA SUPERADO. HA DADO EN FONDE MÁS DUELE JODER JODER!!!
    Tiana...prefiero no Comentar. Sólo diré que me alegro de que Tommy sea un poco menos gilipollas.

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  2. Y a ver.. .obviamente hay que hacer mención especial a Sabralec pero es que ellos no se merecen un comentario, se merecen un blog COMPLETO (ahí te lo dejo)
    Me parece tan MARAVILLOSO que Sabrae se haya relajado ya con hacerse la dura con Alec y estén juntos ya. Pero lo mejor de todo es que sigan dándose caña porque si no no son ellos y NO HAY PAREJA MEJOR QUE ELLOS. He dicho.
    Y lo bien que se complementan para aconsejar a Scott. De verdad es que son almas gemelas y no de le valora demasiado. QUÉ ES SCELEANOR O TIANA AL LAFO DE ELLOS? NADAAAA

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  3. Ah! Y vuelvo a hacer alusión a la imagen de sher por la casa con todas las cosas de Scott. SI QUIERE MAS A SU NIÑITO EXPLOTA!!! Pero sigo queriendo que me adopten los tomlinson. Si pueden con Diana imagina conmigo que sigo siendo un bebe de 3 años.

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  4. Hola buenas noches señorita Erika, voy a cumplir mi juramente de comentarte después de cenar jajajaja.
    Lo primero de todo y lo cual echaba de menos decir: ALEC MI NIÑO TE AMO. GRACIAS POR SER ASÍ Y POR MEJORAR TODO UN POCO. Por fin Sabrae ha tenido el coño suficiente como para decirle que quiere estar con él y que le quiere. Si llego a tener que esperar un poco más creo que me acabo matando. Encima lo he leído con Dusk Till Dawn y de verdad que he llorado, que bonitos son mi dos hijos y que casados están como dirían ellos :').
    La reaccion del squad cuando Scommy cuentan lo que han hecho no me ha pillado nada por sopresa jaajaj, pero lo mejor ha sido Alec cagandose en toda su familia porque no se acordaban casi de aquel trio. La pobre Sabrae seguro que se ha aguantado para no darle una paliza a su hermano delante de sus amigos. Encima ella es amiga de Eleanor y ve como está y debe tener una impotencia de tres palmos de narices.
    He de decir que el discursito de Alec me ha hecho querer que Sceleanor vuelva y me ha dado una pena enorme ver a Scott así.
    Se que se lo merece y joder, va en contra de todos mis principios, pero es que ver como sufre me parte el alma, al igual que al ver a Eleanor claramente. Pero es que joder Scott se esta martirizando y castigando así mismo, como por ejemplo en la actuación de Eleanor y Jake que no ha apartado ni un momento la mirada del escenario. Encima se esta amargando y lo esta pagando con gente que no es culpable de ellos COMO MI HIJA DIANA.
    DIANA POR FAVOR STAY STRONG. STAY STRONG POR MI. POR LAYLA. Y SOBRE TODO POR TI MISMA. ERES UNA REINA MI NIÑA. NO HAGAS CASO A SCOTT QUE ES GILIPOLLAS, TÚ NO HAS HECHO NADA MALO. ELLOS SON LO SUFICIENTE MAYORCITOS PARA SABER QUE HACÍAN Y QUE NO. Y SOBRE TODO NO TE DEJES TOQUETEAR POR UN TIO ASQUEROSO POR UN PAR DE GRAMOS DE COCA. TU ERES MUCHO MÁS QUE ESO.
    Menos mal que están Layla y Chad, aka los mas puros, para apoyarla y ayudarla en todo lo que puedan. Cuando han hablado con ella he llorado mucho #real. Son tan bonitos que quiero arrancarme la cabeza.
    La actuación de Diana seguro que ha sido la hostia pero lo que ha venido después ya no tanto. Cuando he leído que aparecían otra vez sus padres he quiero vomitar. ¿Se pueden ir ya a Nueva York? Porque no les aguanto. No quiero que hundan a mi hija más de lo que ya esta. Es sí, me ha parecido super valiente de su parte que les dijera lo de la droga y eso :( Pero lo que mas pena me ha dado es que pensase que Eri y Sher la miraban con el pensamiento de que lastima de niña que se ha echado a perder, cuando estoy segura que la estaban mirando por Noe y que encima ellas la apoyarían más que la que se hace llamar su madre.
    Y MENOS MAL QUE HA APARECIDO TOMMY Y HA HABLADO CON ELLA PORQUE SI NO YA TE ASEGURO YO A TI QUE ENTRO EN LA NOVELA Y LE ROMPO LA CABEZA AL CAVERNÍCOLA ESTE. ME TIENE HARTA TRATADOLA MAL TODO EL RATO COÑO. QUE ELLA NO HA HECHO NADA MALO JODER HOSTIA. TENEIS TODOS LA MISMA CULPA, NO ME VOY A CANSAR DE REPETIRLO. Pero oye, el niño ha recapacitado un poco y la ha ido a mimar como se merece :(. Espero que esto no vuelva a ocurrir y la defienda delante de Scott porque si no vamos a tener pelea física. Bueno y como vengan sus padres en el próximo capitulo diciendo otra vez con intención de llevarsela si que vamos a tener pelea física. POR CIERTO, estoy segura que ha sido Eri la que le ha dicho a Tommy que se fuese a hablar con Diana o Layla, alguna de las dos jejej.
    AH Y SE ME OLVIDABA. LO MAS IMPORTANTE DE TODO.
    ALEC HA DICHO UNA FRASE MÍA. JODEEEEEEEEEEEEEER. TE JURO QUE HE CHILLADO Y ME HE REIDO MUCHÍSIMO JAJAAJAJAJ.
    Bueno, creo que ya he finalizado mi analisis del capitulo, aun que seguro que se me ha olvidado algo ajajajaj.

    - Patricia

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  5. ALEC EN PLAN UI NO SÉ SI PUEDO MOVER LAS PIERNAS ACERCATE A VER TOMMY * LE ARREA UNA PATADA * MD MEO QUÉ CABRÓN Y ENCIMA LUEGO VA Y SE MARCA UN DAB PUTO ALEC
    SABRALEC SIENDO NOVIOS MI ALMA ESTÁ CURADA ❤
    Layla y Chad han sido unos amores con Diana Y ELEANOR QUEEN SAMU HONEY SLAY
    Tengo que ser sincera, me he sentido mal por Scott cuando estaba a punto de llorar con la actuación de Eleanor y Jake, aunque se lo merece
    Y Tommy al fin deja atrás esa mierda de "es todo culpa de las americanas nos obligaron" y reconoce su culpabilidad y la de Scott
    "Me sentí como un satélite lejano que tomaba fotografías de un cruce de galaxias, tan lejos que ni siquiera sentiría las ondas gravitacionales, tan minúsculo que el fenómeno no se percataría de su presencia, por muy importante que fuera a la hora de mantener un registro histórico de cataclismos intergalácticos." ❤

    - Ana

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    Respuestas
    1. Por cierto, feliz cumpleaños Eri. ��

      - Ana

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  6. CUMPLEAÑOS FELIZ, CUMPLEAÑOS FELIZ, TE DESEO YO ERI, CUMPLEAÑOS FELIZ! BIEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEN!!!!!! MUCHÍSIMAS FELICIDADES OTRA VEZ, BONITA!
    ME SIENTO MAL PORQUE ES TU CUMPLE Y ERES TÚ LA QUE NOS REGALAS ESTE CAPÍTULO QUE SI NO ES EL MEJOR ES DE LOS MEJORES !!!!!!!! ESTOY EN SHOCK TODAVÍA Y LO LEÍ ANOCHE PFFFFF ME HA ENCANTADO TOTALMENTE, DESDE EL PRINCIPIO HASTA EL FINAL VOY A IR POR PARTES PARA NO DEJARME NADA.
    1. G R A C I A S TÍA POR CREAR SABRALEC, NO SOMOS DIGNOS DE ESTOS DOS PERSONAJES, ME ESTABA MURIENDO POR LEER SU REENCUENTRO Y MADRE MÍA SI HA MERECIDO LA PENA LA ESPERA, O SEA ALEC ES UN TROCITO DE PAN Y UN CHULO A LA VEZ ES QUE CÓMO NO QUERERLE, AY SABRAE POR FIN DICIÉNDOLE QUE SÍ Y ALEC ANUNCIANDO QUE YA LLEVABAN 10 MINUTOS COMO PAREJA OFICIAL, MADRE MÍA VIVO POR ESTA PAREJA.
    2. Por fin alguien les dice a Scott y Tommy que ellos también tienen la culpa y que Diana no es el anticristo, el grupo ha estado maravilloso, escuchándoles y dándoles consejos, enserio me encanta leer las escenas en las que están todos juntos y empiezan a decir gilipolleces y a destensar un poco todo el momento. VIVA ESTA SQUAD POR FAVOR
    3. Scott preguntándole a Tommy su opinión porque es la MÁS importante para él y Tommy diciéndole que se merece ser feliz con Eleanor he gritado
    4. YA HE PERDONADO A DIANA DEL TODO VALE, NO QUIERO QUE SUFRA MÁS, QUIERO QUE ESTÉ BIEN Y QUE VUELVA LA DIDI DE TOMMY Y ENTIERRE A LA DE NY. He sufrido tantísimo con ella, o sea no he parado de llorar desde que ha empezado a narrar, me ha dado tantísima pena y tantísima rabia como la estaban tratando... PERO VIVAN LAYLA Y CHAD POR FAVOR ALGUIEN TENÍA QUE DECIR TODO ESO Y POR SUPUESTO HAN SIDO ELLOS, PFFFFFF LAYLA PERDONANDO A DIDI Y ES QUE TODO SU DISCURSO HA SIDO TAN MADURO Y TAN BONITO, SI ES QUE CÓMO PUEDE ALGUIEN NO QUERER A LAYLA SI ME DAN GANAS DE QUE SALGA DE LA HISTORIA PARA PODER ABRAZARLA. Nunca pensé que la amistad de Layla y Didi fuera a a gustarme tanto y ahora me encanta cuando están juntas.
    5."Mira Didi, por mucho que te llamen la diosa de Nueva York sigues siendo humana. Vas a cometer errores. Unos más grandes, y otros más pequeños." ESTO
    6. Diana dejándose manosear por un asqueroso a cambio de coca, se me ha partido el alma, te lo juro...
    7. ELEANOR TOMLINSON ES LA PUTA AMA DE ESTA HISTORIA NO SÉ CUANTAS VECES LO HE DICHO YA PERO ES LA VERDAD Y MERECE SER REPETIDA. NI EN TRES AÑOS SE ME HUBIERA OCURRIDO QUE IBA A CANTAR ESA CANCIÓN Y CON JAKE. LO PEOR DE TODO ES QUE DETRÁS DE TODO ESE RENCOR Y ESA CHULERÍA QUE DEMUESTRA LO TIENE QUE ESTAR PASANDO FATAL Y ME MUERO DE PENA. RECONOZCO QUE AHÍ SCOTT ME HA DADO MUCHA PENA VALE, NO SÉ POR QUÉ PERO LEYENDO ESA PARTE ME HE ACORDADO DE CUANDO SE FUERON AL PISO DEL CENTRO A PASAR UNOS DÍAS Y PFFFFFF CÓMO HAN CAMBIADO LAS COSAS TÍA
    8. DIANA LLORANDO CON SUS PADRES QUERIÉNDOSE IR A CASA, LAS CATARATAS DEL NIAGARA HE MONTADO EN MI CASA ERI
    9. TIANA ESTÑA VIVO Y AUNQUE ESTÉ ENFADADA CON TOMMY EN ESA ESCENA PFFFFFFFFFFFFFFFFF ME HA ENCANTADO TODO, POR FAVOR QUE DIDI NECESITA QUE LA CUIDEN AHORA Y TOMMY TIENE QUE SABER VERLO, OJALÁ SEA VERDAD LO DE QUE NO LA VA A DEJAR SOLA Y VAN A INTENTAR QUE TODO SEA COMO ANTES
    10. " A casa. A Nueva York-aclaré cuando él parpadeó.
    -Eso no tiene sentido.
    -¿El qué?
    -Tu casa, Nueva York-dijo, metiéndose las manos en los bolsillos. Tragué saliva.
    -Sí, bueno. Ahora no estoy para analizar el lenguaje, yo…
    -Hace tiempo me dijiste que tu casa era yo-respondió con calma.
    -Sigues siendo mi casa.
    -Entonces, no te vas a casa. Te vas a Nueva York-discutió, en voz suave" GRI TAN DO
    11. ¿HE MENCIONADO YA QUE AMO A ALEC?

    SIN PALABRAS TÍA, FELICIDADES OTRA VEZ Y UN BESAZO GIGAAAAANTE
    -María 💜

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  7. Puede alec estar más enamorado de sabrae solo hay una respuesta a esta pregunta y empieza por n y acaba por o
    Scott me cabrea mucho porque le veo super pasota CHICO REACCIONA QUE SE TE VA A PASAR EL ARROZ uffffff es que es en plan uf soy una mierda es normal que eleanor me odie pero a la vez tio es ue tu lo ves normal QUE ME VIOLARON Y ME HAN JODIDO LA VIDA????? A ver si va a ser que tommy le acabo abriendo la cabeza con el martillo de goma
    Diana me estresa también joer si ella siente que ha hecho las cosas mal que hable en serio con tommy no que se tire el día llorando. Que tommy también otro subnormal por tratarla asi pero qué le vamos a hacer si es que no les da pa más
    Eleanor les va a dejar a todos por el suelo madre mia es que lo estoy viendo venir

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  8. Sabralec que bonitos y qué cuquis son y menos mal que Alec ha vuelto ya y les ha puesto en su sitio a los dos zopencos estos que ya era hora, echaba de menos sus comentarios y pullas vale

    "Tú tienes la oportunidad de ser mejor que él ahora. Consigue que Eleanor te perdone. Aunque no vuelva contigo. Entonces, serás mejor que él. Es tu deber. Nos lo debes a todos. Especialmente, a ella y a papá. No cometas los mismos errores que él, S. No la dejes escapar." cómo una cría de 14 años puede decir cosas semejantes (por mucho que su padre sea quién sea) qué sabia y buena es ay, creo de verdad que esto ha sido mi parte fav del capítulo

    "Yo te perdono. Y a mí me has hecho más daño que a él. Con eso debería bastarte" no nos merecemos a Layla en este mundo ni en ningún otro, es un cachito de pan y hay que protegerla de todo y de todos (y Chad también hay animándo y consolándo a Diana si es que por algo son mis personajes favs)

    NO ME ESPERABA LO DE ELEANOR Y JAKE EN PLAN ESA CANCIÓN Y MIRA ELEANOR LA REINA DE TODO Y YA CON LA SIGUIENTE TODAVÍA MÁS, DEJANDO CLARO QUIÉN MANDA (y ahora tengo que reconocer que a pesar de que no se lo merece, Scott me ha dado mucha pena cuando esto y casi lloro yo con él vale)

    y bueno lo de Tommy y Diana me alegro porque aunque Diana no me caiga bien tampoco se merece tanto odio ni culpa ni nada y espero que a partir de ahora levante cabeza y todo vaya mejor ❤

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